Antonio Preciado es un poeta, catedrático y diplomático nacido en Esmeraldas, Ecuador, en 1941. Fue ministro de cultura de su país. Es considerado como uno de los grandes poetas de la negritud del Ecuador. Por su obra obtuvo importantes reconocimientos como el VII Premio Nacional de Poesía “Ismael Pérez Pazmiño” (Diario El Universo de Guayaquil, 1965) y Primer Premio en el Festival Nacional de las Letras (Universidad de Guayaquil, 1967). Entre sus poemarios destacan: Jolgorio (1961), Siete veces la vida (1967), Poema húmedo (1981), De sol a sol (1979), Espantapájaros (1982), De ahora en adelante (1993) o De boca en boca (2005) entre otros. Sus poemas han sido traducidos a diversos idiomas.
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Hallazgo
Hoy saqué de la arena
un hueso que me ha pertenecido,
porque tiene una señal de sangre
idéntica a mí mismo,
y el horrible dolor que me he palpado
en este mismo sitio.
Además,
es del mismo metal
que en una uña de mamá he sorprendido.
Pues bien,
me haré una flauta,
compondré una canción a mi asesino,
y la saldré a tocar todas las lunas
a lo largo de todos los caminos.
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La palabra Vida
No estoy todo aquí.
(Epitafio de Baldomero Sanín Cano)
Soy suyo
y ella es mía,
a cada instante nos pertenecemos,
yo le infundo mi ser
mientras que, a solas,
la bendita palabra me pronuncia;
más bien me eleva en oración
y en medio
del silencio abismal que solo ella
es capaz de guardarse
entre el bullicio de la muchedumbre,
ella misma se escucha;
y es cuando sé que significo siempre,
que habrán de repetirme
porque cuando la digan dirán todo lo mío,
todo lo que desde antes de existir me repleta,
mi remoto animal,
mis otros,
mis demás,
toda duda plural,
toda pregunta;
todo indicio mayor,
toda respuesta;
todos los cielos,
todas las edades;
todo lo que tan solo
por el nombre y las huellas digitales
en mí mismo no soy,
pero de todos modos a mí suena,
todo el dolor,
todo el amor,
en fin, todo este mundo
que a la palabra vida,
en sus adentros,
aún le quedará de mí cuando me muera.
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La palabra Amor
A esta palabra me le hacías falta,
y acabo de ponerte
como connotación alucinante,
como fuego que suena,
y ahí te quedarás,
porque me da la emocionada gana,
pese a cualquier manida intransigencia
atrincherada contra la inquietante
palpitación de llama
que de pronto le impones al rescoldo
de la antigua palabra;
ahí te quedarás,
inapagable
en la idea de ti,
que viene a ser destilación de lumbre,
alquimia,
trasiego apasionado de la palabra al fuego
y del fuego a la palabra,
que se repite y deja
fuego dentro del fuego,
noción de luz concéntrica,
¡brujería!,
vislumbre ensimismado de tu ser en la clave
que he venido hasta hoy desentrañando.
Sin embargo,
ahora es necesario que me tapes la boca,
porque después del rito me apetece
pronunciarte en voz alta,
a ti sola,
ya dueña de toda la palabra,
11sin el menor vestigio de lo que para mí,
antes de tú colmarla,
haya significado;
y entonces al oírte
un ceñudo gramático decida que no existes,
porque no se conoce
esa crepitación de tu eufonía,
ni hay asomo de ti en la frialdad
ininflamable de los diccionarios.
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Nacha
Tenía la voz delgada
de planchar esa misma canción
todas las tardes.
Cuando se le quemó,
y con canción y todo la enterraron,
la tierra estuvo triste
y se pasó la noche
en el fondo de un charco
croando con las ranas.
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Visión para tarjeta postal
En la mitad del día,
un poco hacia la tarde,
veo que permanece florecido
el árbol de cerezas y de pájaros,
y al final de una hilera
de recuerdos y amigos,
un sol reverberante
que me tiende la mano.
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Transmutación
¡Qué cosa!,
la boca de Louis Armstrong
casi no es conocida como boca,
sino como trompeta.
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Algo así como humano
Cuando le hicieron sitio,
ya fue tarde,
porque le había crecido otro cabello
y tenía en la lengua otra palabra.
También le habían crecido las uñas
y los dientes,
y, como es hombre,
le había salido punta en la esperanza.
Desde entonces se vive solitario,
se entretiene tejiendo
un látigo terrible con su barba,
cantando ese murmullo indescifrable,
mascando roca,
vigilando el alba
o atrapando luciérnagas
para hacerse un farol como la luna
y un faro para hormigas extraviadas,
cortando escamas de hojas,
para peces,
o parchando el tonel para sus lágrimas.
Cuando le hicieron sitio,
ya fue tarde.
Dicen que por las noches
se desata la piel
y que la cuelga
de la caña de azúcar de la entrada;
bebe un poco de hiel de sus panales
y se acuesta en el aire
con su viejo brasero como almohada,
que duerme a ojos abiertos
y que sueña,
qué sueñan los que sueñan,
y de mañana,
al minuto del sol,
cierra los ojos,
empieza su canción
y se levanta.
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Suma íntima
Para mí, que sumar uno más uno
es ya estar esperándote…
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Miriam makeba
Para Edgardo Prado
Ocurre que cuando ella
se pone toda torrencial,
digo,
cuando ella llueve
sus hondos aguaceros,
los resecos veranos del África comienzan
esa canción enorme del reverdecimiento.
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Redescubrimiento
Soy otro en mí,
reciente,
de pronto estoy gozosamente lleno
de este significado que no me conocía:
de nuevo una palabra acaba de crearme.
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Ley conmutativa
Dará igual si es que pongo:
LA VIDA x EL VERBO,
como también EL VERBO x LA VIDA.
El orden en que vayan los factores
no alterará jamás la poesía.
***
Poema con pájaro rojo
Ya está de nuevo aquí
el pájaro de fuego
que viene por las tardes cuando escribo
y se queda conmigo por poemas enteros,
gorjeo tras gorjeo,
palabra tras palabra.
Yo contemplo en silencio su afable llamarada
cuando con devoción anida entre mis versos
y permanece quieto,
mirándome,
mirándome,
como queriendo ver si también tengo alas.
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