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15 voces de Antonio Porchia

Antonio Porchia fue un poeta italoargentino, nacido en Conflenti, Catanzaro, Calabria, en 1885. A los 15 años emigró a Argentina junto a su madre y hermanos, ya que su padre había fallecido en 1900. Allí, para mantener a su familia desempeñó diversas tareas: de carpintero, tejedor de cestas y changas en el puerto, entre otras. A su vez, escribe en su tiempo libre. En 1938 aparecen sus primeras publicaciones en el periódico La Fragua. Fue autor de un único e icónico libro titulado Voces, versos que oscilan entre la poesía y el aforismo, escritos con un lenguaje directo y cotidiano, caracterizados por un estilo limpio y fresco, alejados de la estética de la poesía de su tiempo, que lo convirtieron en un icono de la literatura argentina. André Breton llegaría a afirmar que se trataba del «pensamiento más dúctil de la literatura hispana». Porchia nunca se vio a sí mismo como un escritor profesional, pese a haber cultivado este arte desde muy joven. Sin embargo consiguió, sin buscarlo, un destacado lugar en la historia de la literatura hispanoamericana.

Se vive con la esperanza de llegar a ser un recuerdo.

***

Cuando yo muera no me veré morir, por primera vez.

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El hombre no va a ninguna parte. Todo viene al hombre, como el mañana.

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El mundo perdona tus defectos, no tus virtudes.

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El hombre vive midiendo, y no es medida de nada. Ni de sí mismo.

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Creías que destruir lo que separa era unir.
Y has destruido lo que separa.
Y has destruido todo.
Porque no hay nada sin lo que separa.

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Para que tu tristeza muda no oyese mis palabras,
te hablé bajito.

***

Estar en compañía no es estar con alguien, sino estar en alguien.

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Quien perdona todo ha debido perdonarse todo.

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Mis ojos, por haber sido puentes, son abismos.

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A veces de noche, enciendo la luz para no ver mi propia oscuridad.

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Has venido a este mundo que no entiende nada sin palabras, casi sin palabras.

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Entra una nueva pena y las viejas penas de la casa la reciben calladas, no muertas.

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El dolor no nos sigue: camina adelante.

***

Saber morir cuesta la vida.

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