Martín Gambarotta es un poeta nacido en Buenos Aires, Argentina, en 1968. Su primer libro publicado fue Punctum (Primer Premio en el I Concurso Hispanoamericano Diario de Poesía, 1996), Seudo (2000), Relapso+Angola (2005), (2007) y la plaqueta Para un plan primavera (2011). Refrito, una especie de (anti)antología personal, se publicó en Chile en 2007. Ha sido incluido en la antología Cuerpo Plural, Antología de la poesía hispanoamericana contemporánea (2010). Fue editor de la revista poesia.com entre 1996 y 2006. Presentamos una selección de siete poemas de Sangría, su último libro publicado, tras años de silencio, por Rapallo en 2023 y una muestra de nueve textos a la manera de retrospectiva de sus libros anteriores.
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Dan a entender que podrías llegar
a ser como ellos, te alientan a que
intentes ser como ellos, te tratan
como si fueras igual a ellos
porque saben que nunca
serás uno de ellos.
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Puede haber marco
sin puerta pero no
puede haber puerta
sin marco
el marco es la puerta
pura, la puerta sin
puerta
en cambio
toda puerta concreta
es impura
en tanto depende
de un marco
cada uno porta
su parte del peso
hasta llegar
a una
puerta específica.
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No quieren verte hacer rotar
a toda velocidad un globo terráqueo
para detenerlo en seco con el índice ni
después soportar tener que verte teorizar
con los sesos que atesora tu testa en llamas
sobre un país señalado al azar, se podría
decir que directamente no pueden ni verte
pero no es así, dulce cabroncit0, no es así
a ver si lo entendés de una buena vez
lo que quieren es verte muerto.
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Asumiendo estar terminado me trepé
a buscar la estrella cáustica de la que vine.
Tomé la ruta uno, tomé la ruta dos
seguí una constelación
dejando atrás edificios, blasfemando
en varias lenguas. En una laguna
de aguas claras me detuve
a lavarme el cerebro.
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Siempre queda la opción
de mezclar jarabe negro
con jarabe negro
siempre queda la opción
de no mezclar jarabe
negro con jarabe negro
siempre queda la opción
de tomarlo puro por respeto
a la ley de la pureza
siempre queda la opción
de bajarse de un trago
esa poción.
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El vino tinto no lleva
hielo hasta que
lleva hielo
así nace una linda
relación entre el hielo
que disuelve y el vino
que absuelve
o es el cubo de hielo
el que absuelve al vino
que nos disuelve.
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Subo o no subo
el volumen
para que sangren los oídos
hubo o no hubo
un cubo en el vaso.
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La mirada fija por dos segundos en una lámpara
el pomelo que tardó nueve días en cortar, el vaso
de agua que tomó en medio de la noche
la manteca untada por el cuchillo ideal, la inexistencia
del término epitomía que impide decir epitomía del hielo
y lo obligó a decir epítome del hielo, la mano en el hombro
del fotógrafo ácrata, la botella de una bebida impronunciable
que abrió con una cuchara para no volverse chino
y al cerrar los ojos la forma de la lámpara
que bajo sus párpados todavía fosforece.
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Cuando se deja de pensar con la bayoneta
y se empieza a pensar con las manos
únicamente crecen flores blancas o rojas
en un patio interno, azaleas cerebrales
del que desayunó raíces, papilla, avena
y con las pupilas dilatadas espera.
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Los que quieren
quemar la bandera, los que quieren besarla
los que dicen que es un delantal de carnicero
los que dicen que es un mantel para servir puchero.
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Cuando se corta por primera vez
un pomelo en un lugar desconocido
con un cuchillo de punta redonda
y poco filo, más apto en realidad
para untar manteca, el pomelo se vuelve
más extraño que el mundo que lo rodea
de modo que mirarlo detenidamente
por demasiado tiempo antes de partirlo
es una invitación al pánico.
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Por empezar
un electricista no es un electricista
sino un hombre que trabaja de electricista
aunque por la noche piense
que sus venas son cables
que transmiten watt residuales
del trabajo diario.
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Rasgué las cuerdas de mi cítara satírica
hasta que una cefalea irremediable se puso
a bailar al compás de un valsecito nefasto
sobre la tapa de mis sesos, dejándome
el cerebro hecho papilla como el de un
senador al que se le cae la cabeza
en su plato de espaguetis. Rasgué
rasgué esa cítara hasta, pero juro
por mis días en el rastafarianismo
que esto no volverá a suceder.
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1
Una pieza
donde el espacio del techo es igual
al del piso que a su vez es igual
al de cada una de las cuatro paredes
que delimitan un lugar sobre la calle.
La bruma se traslada a su mente
vacía, no sabe quién es y el primer
pensamiento «un perro que se da cuenta que es perro
deja de serlo» vuelve a formar parte
del sueño pero aparece, difusa,
la maceta: una pava abollada con plantas
en el centro de la mesa: dos caballetes
sosteniendo una tabla de madera
–entonces está despierto.
Las manchas de óxido en el cielo–
el color de la luz sobre las cosas, el cielo
que se retrae y es óxido borroneado
entre sus ojos y cae dormido de nuevo, pero aparece
un orden en la materia despierta.
La ubicación lúcida
del lugar en el día, el ruido,
el cuerpo latiendo,
la ruina de una idea que corre
por una red de nervios,
palabras de acero
contenidas en un soplo:
un orificio cabeza de alfiler
en una cavidad del corazón.
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8
En un sentido
si fuera hasta la cocina donde
anoche estuvo el Guasuncho vería
el filtro de un cigarrillo flotando en el agua
estancada de la pileta, las
etiquetas de las 5 o 6 botellas
dejadas por días al sol perdiendo color,
moho azul
entre los restos de un té,
una foto recortada del diario
pegada con un imancito
a la heladera: un delantero de la B.
Se deja estar en la curva del silencio.
Ni hablar
de abrir la canilla
para tomar del pico, para sentir, no el sabor del agua sino
más bien el gusto metálico de los caños
que la llevaron de un río hasta el lugar,
un resabio de óxido en el agua
ese gusto, rojo, del tiempo pasando.
***
10
No hay, no va a haber, no hubo
no hubo, no, no hay, no va a haber
ni hubiese habido si; no hubo,
no hay, no va a haber, no,
hubo, nunca, ni hay, ni puede
haber, no hay, ni debe haber
habido, no hay, no hubo,
ni va a haber errores de línea
en el cráneo, la curva perfecta
de los huesos frontales,
no hubo, no hay, mejor serie que Kojak
ni máscara más concreta
que estas antiparras de soldador
para pasar la poda de la noche
neutra, no hubo, noche
neutra ni clara, no hay martillo
neutro ni pesado, no, que martille
agarrando el mango del martillo
para martillar con el martillo
la madera de los hechos, no hubo,
no hay: Kojak vendió su coche en llanta
a los chacales, entregó el escudo y arma
al Capitán Griego, los negros amagan
con quemar un kiosco y no lo queman;
no va a haber, Cadáver, mañanas
reales de color tierra
para usar el gatillo, un gatillo difícil,
tenso, que se resiste a ser gatillado
contra algún objetivo enemigo,
ni hay, no hubo, ni hubo de haber,
tiza para delinear con tiza
el contorno de la víctima tirada
boca abajo en el suelo duro;
no va a haber, líneas
de carbonilla en el cielo,
líneas de grano tieso y reventado,
líneas negras que cruzan otras líneas, en ángulo oblicuo
formando enredaderas con líneas
que se despuntan en líneas
que se pierden hacia un fondo
rayado por otras líneas curvas, ni hubo,
ni hay, no hubo no, no va a haber, no hubo,
ni hubo de haber habido, no hay, no.
Escopetas recortadas en cartón, bidones
de nafta, plantas alicaídas,
descompuestas, antes de lograr
una forma madura bajo el toldo,
vidrio molido en la carne picada,
una vieja con el tobillo sangrándole
bajo la media de nylon, el personal
de limpieza en la planta baja de IBM,
una cuadrilla de negros
que se deja caer del camión
para romper una calle.
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