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2 poemas de Mario Levrero

Fotografía de portada: Eduardo Abel Giménez.

Mario Levrero (Jorge Mario Varlotta Levrero) nació en Motevideo, Uruguay, en 1940. Pasó casi toda su vida en Uruguay, en Montevideo, Piriápolos y Colonia del Sacramento, pero también vivió en Buenos Aires y un período más breve en Burdeos (Francia). Fue librero, fotógrafo, humorista, redactor jefe de revistas de ingenio y colaborador de publicaciones de ciencia ficción. En sus últimos años orientó talleres literarios, tanto presenciales como virtuales. En el año 2000 recibió una beca de la Fundación Guggenheim para escribir una novela; la beca funciona como uno de los pretextos cómicos del larguísimo prólogo de su obra póstuma La novela luminosa (2005) uno de los libros más híbridos, apasionantes, raros, tiernos, sencillos, cotidianos, ficticios, complejos, realistas y arriesgados al mismo tiempo que se han escrito en nuestro idioma en las últimas décadas. Considerado como autor de culto por unos, genio por otros y loco por otros tantos, publicó además otras novelas como La ciudad (1970), París (1979) y El lugar (1984), que él mismo bautizó como su “trilogía involuntaria”, Diario de un canalla / Burdeos, 1972 (1972),  Dejen todo en mis manos (1994), El alma de Gardel (1996) y El discurso vacío (1996). Fue asiduo escritor de nouvelles o relatos largos como Nick Carter se divierte mientras el lector es asesinado y yo agonizo (1975) o Fauna y Desplazamientos (publicadas juntas en 1987). También escribió libros de cuentos como La máquina de pensar en Gladys (1970). Falleció en su ciudad natal en agosto de 2004. Presentamos para la troupe levreriana dos poemas que en 1998 el poeta y editor Luis Pereira le pidió al autor para publicar en la web Civiles Iletrados, recogidos en el libro Conversaciones con Mario Levrero, de Pablo Silva Olazábal (Contrabando, 2017) y que de alguna manera representan a la perfección el espíritu innovador, rutinario e irreverente levreriano, como el de las palomas protagonistas de algunas de sus historias más míticas.

******

NATURALEZA MUERTA 

Acorralaron al rengo.

 

Relucían

 

sobre paisajes otoñales

de parques y praderas

los fuegos de artificio

como artilugios refulgentes

 

y soñaban

en su cueva el topo

en su relincho el caballo

en su sueño el pez

 

Era el día de la primavera.

 

Todos

 

Empujaban algo tesoneramente

 

cuesta arriba

cuesta abajo

y un rincón bajo el portal

a la izquierda del templo

más allá de las dunas

más acá de los rábanos

 

y entre los limoneros,

sin piedad ni maldad ni caridad,

por esa pobre torpeza de los simples,

con esa simple torpeza de los pobres,

con esa torpe pobreza de los simples,

 

acorralaron al rengo

acorralaron al rengo

acorralaron al rengo

 

No intentó la más mínima defensa

no arguyó la más mínima disculpa

no le tembló

ni un músculo del alma

no dijo nada

quedó callado

como un horizonte

mirando la laguna

donde los patos

 

danzaban y brincaban

 

como un coro de ángeles

desnudos desplumados

y la gaita

sonaba su lamento lejano

lamento de otras tierras

lamento de ciervo moribundo

 

de niñez torcida

de laberintos afilados por el tiempo

(Ah, las gaitas; aún hoy

Resuenan en mis oídos

con la insistencia de los nomeolvides

y de ciertos lagartos portuarios).

No dijo nada, el rengo.

 

Dejó caer la noche

 

y entre los fuegos de artificio

declinantes por puro aburrimiento

se alejó rengueando

 

como siempre el rengo

 

se alejó cojeando

 

hasta casi contento

 

de que lo hubieran acorralado entre los limoneros:

eran treinta pelucas

 

nada menos

 

las que llevaba en el bolsillo.

 

Y hasta me quedo corto.

***

ANÁLISIS DEL POEMA DEL RENGO

el rengo simboliza la libido

los limoneros el vientre materno

las gaitas escocesas son la clara expresión

de la organización anal de la libido

las pelucas,

 

simple símbolos fálicos

 

el camello

 

viene a simbolizar los hospitales

 

y el tesonero afán de las tortugas,

 

la no expresada angustia del tomillo.

 

Cuando el autor escribe “lunes”

 

quiere decir “socorro”

 

y cuando habla del tiempo

 

hace alusión a la lucha de clases.

 

Cuando coloca un punto final

 

quiere decir que terminó el poema.

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Solenoide
Solenoide
1 año hace

Me sorprendió que el segundo poema era una contestación, casi irónica, del primero

Pat
Pat
1 año hace

Gracias por Levrero!