Maria Luisa Spaziani fue una poeta italiana nacida en Turín, Italia, en 1922. Entre otros libros, publicó: Le acque del sabato, Il gong, Utilità della memoria, L’occhio del ciclone, Transito con catene, Geometria del disordine (Premio Viareggio), La stella del libero arbitrio, I fasti dell’ortica, La traversata dell’oasi, La luna è già alta y Giovanna D’Arco. Escribió numerosos artículos para revistas y periódicos, ensayos críticos y cuentos (una selección de estos últimos, titulada La freccia, se publicó en el año 2000). En 1979 se publicó una antología de su obra, con introducción del crítico literario Luigi Baldacci. Una segunda antología, ampliada, apareció en el año 2000, en la editorial Mondadori. Tradujo al italiano obras de importantes autores franceses como Gustave Flaubert, Paul-Jean Toulet, André Gide o Marguerite Yourcenar. Murió en Roma en 2014. Presentamos una selección de sus aforismos traducidos por Carlos Vitale.
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Si giras en redondo mirándote la cola, es inútil ofrecerte horizontes.
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No hay nadie más odioso que quien se obstina en tener razón y encima la tiene.
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Cuídate de los cretinos con talento.
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Será que he leído demasiadas tragedias clásicas, pero tener enemigos tan pequeños me preocupa un poco.
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Salidos del Paraíso Terrenal se pusieron a hablar en prosa.
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El traductor cogió una bolita de plata y la transformó en un chicle.
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La rabia impotente que se siente contra quien nos ha robado una idea hace siglos o décadas.
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Un sueño: ser el abogado de la Gioconda en la causa contra Duchamp.
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Los hombres indispensables son decididamente insoportables.
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Si lo reseñáis positivamente, dedicad un pensamiento a todos los árboles sacrificados por sus libros.
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Escribid también versos: pronto habrá una amnistía.
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Acabó en prisión porque gritaba que no era libre.
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Cuidado de no interpretar como fascinante misterio un error de sintaxis.
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¿Hacerme hibernar? ¿Hacerme cremar? ¡Ni muerta!
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Elegir mi fin: morir de maravilla.
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Es cultísimo. Ha leído y releído varias veces su obra.
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Pero, ¿el matrimonio ha sido consumado? Por desgracia, sí, hasta las cenizas.
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La claridad debería ser la cortesía de los profetas.
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Yo soy Abel y Caín. La moneda se parte si intentas dividir sus caras.
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¿Qué habría querido ser en el pasado? La primera piedra de la Gran Muralla.
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