Richard Siken es un poeta, pintor, cineasta y editor nacido en Nueva York, en 1967. Es autor del célebre poemario Crush (Yale University Press, 2005), que ganó el premio Yale Series of Younger Poets en 2004, seleccionado por la premio Nobel Louise Glück. Su segundo poemario no apareció hasta diez años después, War of the Foxes (Copper Canyon Press, 2015). En 2024 aparecerá su esperado tercer libro, I Do Know Some Things, también tras una década. Entre otras distinciones, ha recibido los premios Lambda Literary Award y el Thom Gunn Award, además de haber sido finalista del National Books Critics Circle Award. Presentamos una selección de Crush, publicado en nuestro país por la editorial Ultramarinos con traducción de Juan Gallego Benot.
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Sherezade
Cuéntame ese sueño en el que sacamos los cuerpos del lago
y los vestimos con ropa seca.
Lo tarde que era, y nadie podía dormir, y los caballos corrían
hasta olvidar que eran caballos.
No es como el árbol, cuyas raíces finalmente se detienen,
es más bien como una canción que suena en la radio de un policía,
cómo enrollábamos la alfombra para bailar, y los días
eran de un rojo brillante, y cada vez que nos besábamos había otra manzana
que cortar en pedazos.
Mira la luz a través del cristal. Quiere decir que es mediodía, quiere decir
que somos inconsolables.
Cuéntame que todo esto, y el amor también, nos destrozará.
Estos, nuestros cuerpos, poseídos por la luz.
Cuéntame que nunca nos acostumbraremos.
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Improvisación en la orilla
Me quito las manos y te las doy, pero no
las quieres, así que las cojo de nuevo
y me las pongo mal, en la muñeca equivocada. El patio está oscuro,
los tomates están junto a la pared encalada,
el libro que hay en la mesa trata de España,
las ventanas están cerradas a cal y canto.
Esta noche piensas en ciudades bajo cúmulos
de nieve y te observo como si estuviera mirando a través de una ventana,
contando pájaros.
Buscabas la felicidad, y no te culpo,
y quizá una boca tiene pinta ridícula si no deja de hablar del gozo,
pero dime
que esto te encanta, dime que no eres infeliz.
Haces tus cábalas, te temes lo peor.
El pueblo costero. La valla electrificada.
Dibuja un círculo con un trozo de tiza. Imagínate de pie bajo un constante
cono de luz. Imagina rendirse. Imagina ser inútil.
Una piedra en el camino significa que el té aún no está listo,
una piedra en la mano es que alguien se ha enfadado, la piedra en tu interior
aún no ha tocado fondo.
***
Mundo visible
La luz del sol derramándose por tu piel, tu sombra
plana sobre el muro.
El amanecer rompía los huesos de tu corazón como si fueran ramitas.
Esto no te lo habías esperado:
El dormitorio se puso blanco, la luz astronómica
te vapulea como una oleada de puños.
Te llevaste la mano a la cara como
para esconderla, los dedos rosáceos ya son dorados mientras la luz
brota directa al hueso,
como si fueras esa pequeña habitación encerrada en cristal,
con cada mota de polvo iluminada.
La luz no es ningún misterio,
el misterio es que haya algo que permita que la luz
siga atravesando.
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