David Hernández Sevillano es un poeta multipremiado que nació en Segovia en 1977 y ha publicado los siguientes libros: Razones de más (Premio Nacional de Poesía Miguel Hernández, 2009), El peso que nos une (XXV Premio de Poesía Hiperión, 2010), Anonimario (Premio Jaén de Poesía, 2012), El punto k (2014), Para bajar al mundo (2016) y Lo que tu nombre tiene de aventura (Premio Valencia de Poesía, 2017).
De su reciente poemario, El arcón de los títeres (Difácil, 2018), Zenda publica cinco poemas.
LA CASA DEL ARTESANO
Cuando el amor se fue lo que quedó fue esto:
un camino alfombrado con virutas
de abedul y una senda
cubierta con serrín de álamo negro;
dos gubias, el serrucho, la escofina
dispersos sobre el banco de trabajo
y tres cuadros torcidos
y unas sábanas rojas de franela
que ya no son la noche
y un espejo que da a ninguna parte.
Cuando el amor se fue lo que dejó fue esto:
un tarro con las brocas numeradas
y otro con las promesas por cumplir,
cien mentiras con guantes de boxeo
y un domingo sin dulces de domingo
y un enero sin nieve en el felpudo.
Cuando el amor se fue me confesó un secreto:
A nadie pertenezco, a ti tampoco.
Ninguno de mis nudos y mis vetas
ha llegado a ser tuyo.
Así cura también ella su olvido.
La vida es temporal y ser feliz
es sólo una cuestión de perspectiva.
MUÑECOS EN EL PALCO DE BUTACA
La mujer gris marengo
salta a la calle al despuntar el alba.
Lleva en sus ojos, dispuesta a vender,
siete promesas de segunda mano.
El hombre rojo vino la contempla.
Bosqueja sobre el suelo,
con tizas de colores, un paisaje
en donde devanar
la madeja de lana de sus labios.
Cruza un joven la calle.
Sus hombros amarillos
soportan, derrotados, sin saberlo
las cimbras que sostienen esta luz.
El niño azul gastado
copia los ademanes y desganas
de quien fabrica sombras con sus dedos.
Un viejo, plata sucia,
repasa sus derrotas y al final
canturrea su excusa más creíble.
[Entre el público ríen
Guiñol, Polichinela, Don Cristóbal,
Pinocho, Madelon
y alguien que se termina preguntando en alto:
¿Cuál es la diferencia?
¿Qué sueño es más sincero?
¿Qué vida es más real?]
EL SECRETO DEL VENTRÍLOCUO
La vida ha sido un edificio en obras
Joan Margarit
Nunca acabaste de contar tu historia.
Siempre se interponía alguna otra
en medio de los dos:
…a propósito de esto hubo un derviche
que abrió una tienda cerca de mi barrio…
cuentos del mar, residuos de la noche.
…¿recuerdas a Graciela,
aquella joven música argentina?
Yo siempre preguntaba
por ese verso agónico, invisible
que anidaba en tu lengua
y tú siempre escapabas con aquel
…conozco un zahorí.
Lleva a su amada dentro de un bolsillo
y es dulce en un paisaje de manzanas…
batir de alas
en forma de suceso irrenunciable.
Se llama Trinidad
y cuenta ciento doce primaveras…
Hace ya un año que te despediste.
Llovía. Hacía frío. El cementerio
era un final en obras
que no estaba a la altura de tu vida.
Yo sé que no era amor ese intercambio,
sin embargo tengo que confesar
que hoy he vuelto a tu casa
—no ha sido nada fácil,
tus muñecos y mi ánimo cedieron
poco después que tú—
en busca del final que me negaste,
a encontrar tu lugar en mi pasado.
No hay acierto posible
ni error en nuestras huellas.
Cada renuncia, cada decisión
también fue una victoria.
ARTISTA CALLEJERA 3
Como si en esto que llamamos vida
hubiese algún atisbo de verdad,
la frágil y vivaz titiritera
fue dejando adjetivos
al borde del camino
por los que regresar,
dentro de un tiempo,
a orillas del amor.
Pero ocurrieron demasiados cambios
y una borrasca roja de septiembre
barrió el suelo de epítetos.
Tal vez con otro nombre,
quizá con otro rostro,
dejó aquella costumbre de arrojar
escombros a la orilla del camino
y se lavó las manos
y escribió en el zaguán de sus verdades:
cerrado por reforma.
Hoy acudí a su cita.
Estaba muy hermosa,
con un brillo especial en su silencio,
como si en esto que llamamos muerte
no siempre hubiese indicios de verdad.
A MODO DE DESPEDIDA
Despertarán tus ojos
más allá de la lluvia.
Abrirás el balcón que da a la vida
de par en par, dejando atrás la noche
y todos sus espectros.
Habrá un coro de pájaros
charlando en las barandas
y sonará su canto
grave y afectuoso,
como de viejo amigo.
Arrimarás mi corazón al ascua
o el ascua al corazón de la sardina
que bucea en mi voz.
Y no habrá ya ningún infierno a mano,
lo prometo,
pequeña marioneta que me habitas.
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Autor: David Hernández Sevillano. Título: El arcón de los títeres. Editorial: Difácil.
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