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5 poemas de Alejandro Céspedes

Alejandro Céspedes (Gijón, Asturias) es un poeta reconocido desde que allá por los ochenta del siglo pasado irrumpió para señalar la nada que habita en cada uno de nosotros. En El aliento del klai nos habla de muchas cosas, poetizando unos hechos concretos de la infancia y en un lugar determinado. Son hechos periodísticos que le sirven para exponer con admirable y reconocida eficacia esa visión trágica de la vida, desde la búsqueda de identidad a esas pasiones que persiguen a los humanos y que les facultan para destruir hasta lo que más se quiere. 

Zenda adelanta 5 poemas de El aliento del klai (Huerga y Fierro).

***

—A veces llamo por teléfono a mi madre, pero no digo nada, solo la escucho hablar. Ella suele decir: “Hola, hola, ¿quién llama?”. Solo eso.
Después cuelgo. Puede parecer que no me importa, pero por dentro no, por dentro… esa voz todavía duele tanto…

Han pasado ocho años y aún no se le ha caído la postilla,
la orografía desértica que lleva entre los dedos
como una cordillera, del meñique al pulgar,
marcada en una estufa al rojo vivo por su madre.
—¡Perdóname mamá, no sé por qué lo he hecho!
Pedía misericordia con una voz de pájaro
al que después de haberle arrancado los ojos
se le empuja al vacío de los acantilados.
Pero la madre ebria, loca de miseria, toxicómana
de su resentimiento, aprieta aquella mano pequeñita
contra el hierro candente.

Ni los gritos enfrían el castigo,
¡qué sabe un hierro al rojo de clemencia!

Ella mira el estigma. Sabe que no se irá.
Ha visto aquella costra, igual que el magma frío, acumularse
demasiadas veces sobre las cumbres de esas cicatrices.

***

Ahora la nieve es roja por una incoherencia que ha nacido
lisiada, como parida a lomos de una silla
eléctrica, hija de la fractura y del relámpago,
con la espina dorsal roída por el miedo.

Una yegua, con ojos oxidados
y unas alas de bronce tan hermosas
que no permiten levantar el vuelo, mira el mundo
con los ojos absortos de un cadáver.
En el suelo, una mortaja con élitros prestados
escucha los proyectos de la nieve que mientras se derrite
legisla sobre su propia consistencia.

Un cordón umbilical hace preguntas
que unos ojos de bronce han respondido.

Un muñeco de nieve le sonríe
entre las manos de un taxidermista.

***

Un viejo y asqueroso millonario
destila Glenfiddich de dos mil doscientos euros la botella
por el riñón de un niño.
Una vieja impedida y medio muerta
respira un aire nuevo en los pulmones
de una niña asfixiada.

Resulta paradójico que una vida inservible
sea tan útil.

***

Los niños que están siendo grabados por la cámara
no saben que el dolor de un violonchelo
rasgará sus silencios en la banda sonora.

***

Con cada mordedura sangran las encías
del tiempo en el que vive y a través del recuerdo
se abre paso. Construye sin saberlo el escenario
donde será olvidado. Entra en él con la última
imagen que posee de sí mismo.

El lugar al que va no tendrá espejos.

—————————————

Autor: Alejandro Céspedes. Título: El aliento del klai. Editorial: Huerga y Fierro. Venta: Todos tus libros, Amazon y Casa del Libro.

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