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5 poemas de Animales de palabras, de Rafael Falcón

5 poemas de Animales de palabras, de Rafael Falcón

Dice Rafael Falcón que escribe, «como tantas veces, con la misma dedicación que un niño escarbando en tierra». Su nuevo poemario, Animales de palabras, es precisamente una indagación sobre los motivos por los que ese niño está allí, lejos de todos, ensimismado en su tarea. Y aquí nos atrevemos a añadir una pregunta: ¿acaso no es esa la tarea de la poesía?

En Zenda ofrecemos cinco poemas de Animales de palabras (El sastre de Apollinaire), de Rafael Falcón.

***

I

Georgia O’Keeffe mira la luna
a través del agujero obturador
de la pelvis de una vaca
en algún lugar del desierto
de Santa Fe, Nuevo México.
La circunferencia lunar se aprecia completa,
ligeramente descentrada sobre un azul limpio.
Cuesta distinguir las formas cóncavas,
las texturas matéricas del tejido óseo.
Pero no importa.
Lo relevante son los bordes,
perímetro con forma de haba,
saco amniótico que contiene la mirada,
agujero obturador de una vaca muerta
quién sabe cuándo,
ventana que deja entrar la luz.
Tal vez debamos imaginar el cuerpo de Georgia,
tendido de medio lado,
pelo ceniza recogido en un moño,
su fina piel tostada y cuarteada
como la tierra que eligió de abrigo,
obstinada en no dejar de ser niña,
mientras guiña un ojo para mirar la luna
y ofrecérnosla.
Eso hago ahora.
Conduzco al sur,
atravieso Despeñaperros
mientras busco un lugar donde tumbarme,
un hueco desde el que mirar.
Tú eres la luna,
hierba que crece en el intersticio.
El poema,
obturador,
rumia su hendidura.

***

II

He imaginado tu mano

interviniendo un poema

tu mano conversadora

dibujando palabras

y he subido mi lengua sobre tu mano

mi lengua que rocía tu mano

y toda la noche tu mano

interviene mi boca

la inunda de palabras

que no son para mí.

***

III

Solo quedó tu nombre.
Perdí tus piernas de flamenco,
su longitud, su paso,
los ángulos de tus rodillas,
desapareció tu rostro,
el perímetro de tu risa,
tu andar de naúfraga correlimos,
los pliegues de tu voz.
Te fuiste difuminando
escama a escama,
niña-bruja.
Desapareciste.
Ninguna rebelión posible.
Recogí con cuidado tus restos,
escombros de recuerdos,
en una habitación vacía.
Era invierno de mañana.
Inaugurando el tiempo de la memoria,
pura invención ahora,
me adentro cada mañana
y restituyo el rito.
Para no aceptar
la pérdida todavía
(nunca se sabe demasiado
de los propios desplazamientos)
puse un nombre a tus fragmentos,
punto de fuga contra
la multiplicidad de tus formas:
te llamé Viernes.
Pedí a mis manos que trajesen
el temblor de las tuyas
y las dejé hablar,
pero no es verdad la ilimitada memoria del cuerpo.
Pedazos de ti se precipitan
desde entonces sobre mi mundo
como gotas susurrando
futuros recuerdos.
Y todo parece más bello,
Viernes.
Ya todo está hecho.
Ninguna rebelión posible

(donde hay dolor, hay más).

Desaparecidas las fronteras,
no acierto a saber dónde
termina mi trama,
dónde se amasa la tuya.
Ahora que nos atraviesa esta multiplicidad,
ya no necesito preguntar
cuánto tiempo se tarda
en aprender un abrazo.
Como esporas inevitables del mirar,
me vas goteando y nos deformas.
Fue de repente,
invierno de mañana,
la luz no había terminado de posarse
sobre la superficie de las cosas.
Desde entonces te invento
en este cuerpo abierto,
atravesado por lo múltiple,
sostenido por un único
hilo de memoria.
Así, de repente,
sin rebelión posible.
Nacimiento de Venus.

***

IV

Todo
de repente
está abierto:
como si ahí fuera
estuviera contenida la espera.

(Mirar no es ahora suficiente)

No hay otro remedio
entonces:
repetir todo lo dicho,
reescribirlo,
las mismas palabras,
el mismo orden.
Escribir lo mismo no
para recordar,
sino para saber
cada vez hacia dónde.

***

V

Desnudarse, encogerse,
cerrar los ojos.
Reír.
Recordar los charcos.
Pensar que fuimos vuelo.
Dejarse ir debería ser una posibilidad.
Aceptar la fuga.
Atraparse siempre en movimiento,
por ejemplo:
tu cuerpo dejando alguna huella,
deshaciendo alguna luz,
abandonando alguna cueva.
Tu cuerpo pensado en otro cuerpo.
Esa belleza.

—————————————

Autor: Rafael Falcón. Título: Animales de palabras. Editorial: El sastre de Apollinaire. Venta: Todos tus libros, Amazon y Casa del Libro.

BIO

RAFAEL FALCÓN (Sevilla, 1975) es profesor de Filosofía en el IES Vicente Cano de Argamasilla de Alba, Ciudad Real. Obtuvo el Accésit del XXVI Premio Narrativa Breve de la UNED con el cuento «El avispero». En 2017 publicó el libro de relatos Sin que sepamos nada de la última gota. En educación, ha coordinado proyectos de creación poética y filosófica. Mi escuela, tu refugio, que convertía la experiencia de la creación poética en vía privilegiada para pensar al otro, recibió el VIII Premio Nacional de Educación para el Desarrollo «Vicente Ferrer».

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Elizabeth Castañeda R.
Elizabeth Castañeda R.
1 año hace

Quiero transitar por el territorio de ZENDA.