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5 poemas de Carlos Catena Cózar

Carlos Catena Cózar (Jaén, 1995) trabaja como traductor e intérprete de conferencias. Resultó ganador del III Premio UCOpoética o el Premio Málaga Crea 2017. Aparece en antologías como Donde veas (La Bella Varsovia, 2015) o Algo se ha movido (Esdrújula ediciones, 2017) y ha publicado en blogs como Tenían veinte años y estaban locos (selección de Luna Miguel), Digo palabra.txt (selección de Oriette D’Angelo) y revistas como Oculta Lit y Playground. Coordinó y tradujo la antología de poesía joven alemana Las bestias del corazón, publicada por La Tribu en 2015. En el año 2019 se hizo con el Premio Hiperión con su poemario debut en solitario: Los días hábiles.

***

mi padre me dice:
tardé cuarenta años en cobrar lo que tú cobras
yo pienso en 2008 las noticias y los titulares
mi primo Alberto exhausto de poner azulejos
trabajaba a destajo alicataba cien pisos al día
mi padre decía: no puede ser
tardé cuarenta años en cobrar lo que él cobra
nunca esperó nada de sus hijos (mi padre)
nos dio la impaciencia las letras una casa amplia
en el colegio los niños nos llamaban vagos
por no mancharnos nunca las manos con cemento
miro hoy mis manos aún limpias de camino al trabajo
mi padre repite: no puede ser
tardé cuarenta años en cobrar lo que tú cobras
con el mal augurio abro el ordenador accedo al sistema
lamento las ocho horas que me quedan y pienso
que el estallido de la burbuja inmobiliaria fue un alivio
para los que ponían azulejos a destajo

***

intento construir una casa donde quepa mi abuela
mantengo el orden según sus enseñanzas
lo cocino todo con aceite de oliva
y desconfío de los que tienen dinero
la imagino sentada a esta mesa
en la que nadie nos comprende
lamenta al mirar por la ventana
la lluvia fatal para una cosecha que no existe
he colocado una estampa de su virgen en mi escritorio
he pedido a una gran empresa tecnológica
permiso para rezar el Ángelus cada mañana
desde este tiempo sin memoria
imagino una sesión de espiritismo con ella:
tras de sí las tierras que sembró para nosotros
frente a mí la ciudad que no construyó nadie
sentada en su sillón mi abuela observa
cómo el vaso estalla entre mis manos

***

si mi hermano saltara esta noche desde el puente de Brooklyn
cuánta literatura por escribir me dejaría en herencia
esta casa cómo será esta casa tras la muerte de mi hermano
si tendré que adoptar su talante tranquilo y de arena
llevar puesta la cadena de oro que arranquen de su cuello
o usar el iPhone que dejó cargando antes del salto
quién mandará de vuelta su ropa para que yo la lleve
y todas sus cosas para que yo con los años las tire
en qué idioma será la llamada y quién la hará
sonará también de madrugada o modificarán
los husos horarios los clichés del poema
vendrá la policía americana a interrogarnos o quién
nos meterá si no los dedos en los ojos:
¿sabía usted de la soledad de su hermano
del fracaso al que se enfrentaba cada mañana?
¿tenía usted conocimiento de su tristeza
de las veces que faltó a trabajar sin excusa?
¿le habló alguna vez su hermano del miedo
sobre el que usted tanto escribe? Y sobre todo,
¿se siente usted culpable por haber pensado
en el suicido de su hermano?

***

TINDER MAKES ME SAD

hay 70 personas en 10 km a la redonda que querrían
tener una cita conmigo sentarse al otro lado de la mesa asomarse
a este vacío que me habita deslizo el dedo y repaso
estos 70 hombres con padres madres y aspiraciones
toda una vida detrás de una foto y siento que la tristeza
ya no es tan bella esta fragilidad esta palidez
esta vulnerabilidad que me cercan no son ya poesía
no sé qué contestar cuando preguntan mi rol en la cama
solo quiero que sus brazos contengan mi figura
que el vacío que me habita dentro devuelva el eco
a alguien si ninguno de estos setenta hombres
pensará en mí en la soledad del insomnio si ninguno
cogerá aviones de su país al mío ni asistiría
mañana a mi entierro si realmente a ninguno
le interesa mi rol en la cama por qué no ser sincero
contestar da igual no importa yo solo quiero tener a alguien
de la manera que tienen
los que tienen algo

***

cuando estés cansado
los pies no te respondan
y el tiempo nunca acabe
cuando cierres los ojos por la noche
la oscuridad sean números
el silencio órdenes
cuando estés harto y quieras irte
ven entonces aquí conmigo
porque una vez dijiste –qué joven–
contigo yo lo aguantaría todo

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