El fondo del cubo comienza con una dedicatoria: padre, te miro y me veo en ella, un libro que habla de la paternidad, de cómo el nacimiento de la hija permite por fin comprender al padre, el trabajo con las manos, las ciudades de provincias que se diluyen en el agua perdiendo su forma, dando a luz a un mundo en el que han desaparecido los referentes, donde ya no asoma la épica, solo la vida.
David Refoyo (Zamora, 1983). Ha publicado Odio (2011), amor.txt (2014) y Donde la ebriedad (2017) en La Bella Varsovia. El fondo del cubo (2020) con el que recibió un accésit en el XXX Premio Internacional de Poesía Jaime Gil de Biedma en Visor.
Finde
Dirá: papá mejor al parque de atracciones
hija qué más arriesgado que bajar de la cruz con Van der Weyden
salir a tiempo del escape room de la familia de Felipe IV
engañar a Saturno que no pueda devorarnos con sus manos ciclópeas
buscas miedo un miedo controlado que derive en risa adrenalina
y si rendimos Breda y si paseamos por el tríptico de las delicias
qué sentiremos entonces si no es miedo ¿acaso belleza?
como si algo fuese más terrorífico que la belleza
que se va como quien parece no haber estado y expira y ya nunca regresa
y tú quieres ir al parque de atracciones y lo entiendo
a tu edad preferí el museo y mírame ahora viejo apocado
incapaz de mirar a los ojos a Velázquez
o sostener esa belleza entre mis versos en un segundo de luz.
Los santos inocentes
Cogíamos el agua de las fuentes públicas
yo que nací en mil novecientos ochenta y tres
que lo tuve todo al alcance
la escarcha sobre los dedos y el mismo sudor de cada verano
con el que pagaba la matrícula
pero robábamos el agua de las fuentes
como los gitanos del extrarradio
y limpiábamos cristales
Esta calle hijo nos pertenece
veintitrés comercios veintitrés familias
veintitrés saludos impolutos desde primera hora
Buenos días señor Gobernador
no necesito escolta no aquí
donde me reconocen los obreros
buenos días
antes de las diez posábamos el cubo sobre los escaparates
ellos vendían zapatos y camisas que no podíamos comprar
que anhelábamos mientas pasábamos la gamuza
Madrugar tenía un sentido Dios no ayudaba
pero teníamos el refranero
La multitud dejaba sus riquezas
en los labios de los comerciantes
nosotros cargados con el cubo
en dirección opuesta
Semuret
Por cada caja de cincuenta libros furgonetas tráileres repletos de títulos
de novedades enviadas en veinticuatro horas desde cualquier punto del mapa
si tú en casa el pijama el café caliente y afuera enero el mes cruel
si Luis traspasa la librería el cartel reza y yo rezo por cese de negocio
y la llama que nos alumbra mitiga y el humo del candil nos ennegrece
si fuiste culpable como lo fui yo si el espacio habitado con un móvil es un desierto
Luis coloca el candado en la trapa y dice hasta siempre me voy al pueblo
no quiero más libros no más comerciales no más literatura de saldo
ya no edita ya no lee porque la jubilación porque sus perros y la casa levantada
sobre la tinta y las horas si el reloj dice hasta aquí limpiamos los cristales
retiramos los carteles con cuidado y volvemos a colocarlos sobre el vidrio húmedo
resplandeciente y el reclamo no sirve nadie parece dispuesto a tomar el testigo
nadie quiere inmolarse delante de los camiones pasarán como las tropas moras
pasarán por encima de mí y de tu cómodo pijama y lo harán con urgencia
porque la urgencia y la poesía siempre estarán enfrentadas
El guardián
A esas pinturas papá se dice cuadros se dice lienzos a esas pinturas
pásales un plumero un trapo seco dales un soplido pero no utilices químicos
un van Dyck un Rubens un Juan Gris un dibujo de Sorolla
las paredes de la casa son frías son como dormir en un museo sin que nadie mire
son frías porque el arte que desconocemos resulta ingrato y nos observa desde arriba
la Marquesa solo en los veranos el guarda de la finca el año entero
le digo Rubens con las cuatro pinceladas aprendidas en historia del arte
se encoge de hombros silba a los galgos tira mendrugos de pan con moje
agua hervida y pimentón típico de Castilla los podencos corren animosos
él mira de soslayo y disimula entre algazaras desmonta escopetas
las lubrica un paño con ungüento y tres en uno sobre los resortes
camina con los hombros encogidos toda la tarde
postura inmisericorde hasta que la Marquesa regrese a la ciudad
cuando septiembre se pose sobre las alas de las perdices
Deseo
Dime un lugar hija la cocina
un lugar donde quisieras estar ahora la cocina
no la cocina no no fuiste concebida para responder cocina
minúsculo universo si yo te soñé libre
no sé Pensilvania o Moscú no sé
un lugar simplemente un lugar
la cocina no solo un lugar ¿eh?
papá me gustan las postales y los imanes de Praga
un lugar ¿eh? el frigorífico
sí el frigorífico
allí conservamos inmune nuestro deseo
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Autor: David Refoyo. Título: El fondo del cubo. Editorial: Visor. Venta: Todostuslibros y Amazon
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