Este poemario es una súplica, un llanto, un grito en defensa de los más débiles. Pero también es una esperanza para todas aquellas personas que, mirando las estrellas en la noche de su soledad, buscan que la luz las lleve a un mundo más libre.
En Zenda reproducimos cinco poemas de El afilador de estrellas (Averso), de Juan Manuel Navarro Alfaro.
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HE VISTO UN NIÑO
A Samuel. Apareció muerto
en las playas de Barbate tras
un naufragio.
He visto un niño escrito en párrafos
que conjugan el futuro imperfecto
frente al mal.
He visto su rostro —opaco—
de mirada imprecisa
con los pies en la arena
y entre sus dedos tempestades de luz.
El tiempo apenas le dio opción
a medir cuántos centímetros
tiene la felicidad.
Dormido quedó en el último estallido.
Con grietas en el rostro.
Miradlo,
ahí está,
frente al invierno
que cruje como nueces
con labios de dátil
y trenzas de coral.
***
EL BARZAJ
Derramados como agua de cántaro roto
en la oscuridad del sótano del mundo.
Niños asustados.
Como ramas de árbol partido.
Pequeñas, tiernas, débiles.
Niños con espanto.
Escondidos en el frío rincón
que presagia sueños malditos.
Niños.
Asustados. Presagiando una ejecución divina.
Huérfanos, tal vez, tras la noche malvada.
Niños, solo niños.
Recostados en la oscuridad del cosmos.
Sentados sobre las lágrimas de Dios.
Turbados, con asombro.
Niños, desconfiados.
Derramados como agua de cántaro roto.
En la oscuridad.
Escondidos, acurrucados.
Prendidos de dolor.
Marchitos, desmembrados, difuntos.
Solo eran niños.
Ahora estrellas afiladas
alumbrando el Barzaj.
***
EL DESTINO
Podríamos estar allí
pero nacimos
en la otra orilla.
La alegría de nuestras vidas
fue cuestión de geografía.
***
LA SONRISA DE LAS RATAS
Llegar hasta el crepúsculo
después de un largo viaje.
Lo sabía entonces y lo sé ahora.
Que el mundo nos duerme,
nos eleva como conciencias
o nos hunde como necios.
Siempre se llega tarde
cuando en los mapas
ya están dibujadas
las promesas de una victoria.
Las soledades cuelgan de las casas
abrasadas.
Los perros comen perros. Muertos.
Cientos de palomas pálidas
buscan su futuro.
Aun más tarde se llega
cuando en el tablero
está dibujada la derrota.
Y las puertas están cerradas,
la ropa tendida huele a frío
y rastros de sangre herida
aguardan los gritos de las ratas.
En la derrota,
siempre hay ratas.
Como en la muerte. Desnudas.
Y se ríen, del mundo, sin conciencia.
De su derrota.
Del frío que nos envuelve.
***
CISNES BLANCOS
En las guerras nacen cientos
de niños de mujeres violadas y
humilladas. A ellos. A ellas.
Naciste de un parto asqueroso.
Impuro. Engendrado en el espanto
de un génesis incierto.
Fruto de sombras impenetrables
que te penetraron mientras se oscurecía el alba.
Has venido dormido.
Como un insecto celeste
abrazas el vientre.
Esperando, perdido, la hora precisa
en que el destino te cobije.
A la hora de la soledad,
donde todo comienza y hace frío,
viajarás ignorado del mundo
como una luz sin luz.
Lleno de ti mismo. Vacío de todo lo demás.
Serás el eco de una piedra
que cae y nunca alcanza el profundo silencio
de quien flota.
La noche que violaron a tu madre
las entrañas de su tierra eran duras.
Sus labios secos. Cerrados.
La pálida tristeza se derrumbaba en sus caderas.
Hasta la oscuridad se avergonzó
de su memoria.
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Autor: Juan Manuel Navarro Alfaro. Título: El afilador de estrellas. Editorial: Averso. Venta: Todos tus libros.
BIO
Juan Manuel Navarro Alfaro, nacido en Pedro Martínez (Granada) en 1971, cursó bachillerato en el IES Padre Poveda de Guadix y en el IES Tomás Navarro Tomás de Albacete. Posteriormente se formó como sanitario en Granada y en la actualidad está matriculado en Historia del Arte en la UNED. Trabaja como funcionario de IB-SALUT. Es un gran conocedor del siglo XVI y un apasionado del mundo árabe, cristiano y judío. Defiende la convivencia entre las diferentes religiones y es muy crítico con el sufrimiento que se lleva a cabo en nombre de Dios. Es autor de los poemarios La nostalgia del blues (Gráficas Alhambra, 1993) y Esculturas de pasión (Azahara, 1996), así como de las obras de teatro Joraique y Clamor de soledades.
Conmovedores versos, y necesarios, como su luz, como el agua.