Flores de sangre sobre la hierba (Eolas Ediciones) es el diario de una mujer que es muchas mujeres: la niña, la adolescente, la adulta. “Yo vengo de un entorno rural: mis novelas giran en torno a la relación con la tierra, mis poemas, también. Se podría decir que Flores de sangre sobre la hierba es un poemario «filotelúrico», donde la mujer y la tierra se funden en plena intensidad”, afirma Marta del Riego Anta.
Los poemas de Flores de sangre sobre la hierba poseen la capacidad felina de atraernos y, sin solución de continuidad, arañarnos. Con un lenguaje de mixtura original (y natural) entre las palabras de la tierra, las lecturas, y el lenguaje cotidiano, tan urbano, que conforman ese ser híbrido de tantas cosas que se adivinan en el libro, y que seducen por su verdad.
Zenda adelanta cinco poemas del libro.
***
MEDUSAS DE TIERRA
El pastor persigue a la niña entre los campos de maíz
husmean los jabalíes
¡no entres ahí!
tallos temblorosos, carrera oscura
se agacha, se esconde
pero el pastor encuentra a la niña entre los campos de maíz
la atrapa por la cintura, la arrastra, la coloca sobre sus rodillas, levanta la mano
(sucesión de actos):
-Mala, mala, espantaste a los curros, mala.
La mano golpea
azada contra los surcos
excava.
Mira la niña al suelo: los reblos, la tierra roja, repta un sapo hasta la mitad del camino
y la sombra de la bilda
contra el muro
agazapada,
¿dónde estará su padre que no viene a la majada?
Trece años tiene, es niña, pero sabe,
y piensa
y mira la bilda,
tridente marino
muerte
cómo en la garganta
piensa
cómo se la hundiría
piensa
al hombre que golpea
con la mano abierta
y bala la oveja en la majada
y la niña piensa,
si se la clavo, ¿qué pasaría?
aprieta los dientes
bala la oveja, bala
la ha visto parir, ha visto
masa verde amarilla roja
placenta
medusa de tierra
ha visto al cordero húmedo, de huesos blandos
ha visto la lengua de la madre, que lame
ha visto la placenta que flota sobre la paja
medusa de tierra
llega el mastín y separa las fauces, la devora,
abre y cierra la mandíbula
se le cae la babilla
-Tiene muchas vitaminas- dice su padre
y el pastor busca placentas entre la paja,
complace a su padre, al hombre que paga
y acecha a la niña, la clava a la tierra
como una azada
y el pastor busca placentas, hurga con la bilda, pesca, las hace girar en el aire
(sucesión de actos)
medusas de tierra,
el mastín abre sus fauces
y el cordero salta
y la oveja bala
y la niña se esconde cuando no está el padre en la majada.
Trece años tiene, pero sabe
y el pastor, con la mano abierta, golpea
hay un fuego extraño, duro áspero frenético
con la mano golpea
y ¿acaso acaricia?
aprieta, hurga, penetra
(sucesión de actos)
hay un dolor rojo
remoto
una placenta verde roja amarilla
la niña calla, se hace la muerta
y si se la clavo, piensa
-Qué es eso de bañarte en la canaleta, rapaza mala
golpea el hombre
jadea
y cuando la suelta sobre las piedras
la niña no huye, gatea
despacio
se incorpora, se coloca
con lentitud
hay una placenta entre sus piernas
verde roja amarilla
medusa de tierra
se acerca a la bilda
contra la majada
el cordero bala, el pastor ríe
-Dónde vas rapaza mala
la sigue con su boca abierta, la mano sobre el sexo
inquieta
¿dónde estará su padre?
y la alcanza de nuevo entre el portón y la cancela
el mastín repliega las orejas
-Dónde vas rapaza mala
y ella levanta la bilda
y se la clava.
***
HERRUMBRE Y FILO MELLADO
Agarró las tijeras de esquilar
herrumbre y filo mellado
(como su amor)
herrumbre y filo mellado
y sostuvo un mechón entre sus dedos
con dedicación
concentración
buscó el mechón
el hombre inclinado sobre ella
hacía calor
la hierba desprendía melancolía
y una especie de sopor
el hombre le cortó un mechón
-hay que apretar así- dijo él
mansamente
la voz en una cueva
la voz superviviente
los cabellos se derramaron por su espalda
ella dijo: -no importa
él dijo: -las tijeras no están afiladas
ella sonrió
(lo hubiera besado)
él la miró y pensó: tijeras clavadas en su pecho
flores de sangre sobre la hierba
la sangre de ella
que no era de él
que no le pertenecía
fluía
buscó otro mechón
-¿me dejas?
ella quieta, a la espera
¿qué más podía deparar el día?
Había toda esa gente a su alrededor
pastores labradores vecinos
habitantes de otras vidas
y ellos bajo los castaños
-dame otro mechón
la sangre de ella
savia sagrada
lágrimas lluvia orgasmo,
la sangre de él
hielo nieve semen
fuego que fluye
de una mano a otra mano
-dame otro mechón
el cabello derramándose
agua que arde
-dame otro mechón
dámelo todo
dámelo.
***
LE SUCEDÍA LO SIGUIENTE
(Homenaje a Yeats)
Le sucedía lo siguiente: le gustaban los hombres.
La sal de la tierra.
El pan, el vino, el sacrificio.
El aroma a maleza mojada.
Ven conmigo a jugar.
Yo, tu amante, te espero.
(Te deseo).
Está todo dicho, empecemos ya.
Pero las cosas no funcionaban de esa forma.
No, no eran tan simples.
No todo consistía en dejarse caer entre los tallos verdes
y alzarse las faldas.
No.
No en deslizarse hasta las arribes del río y rendirse,
ven, sígueme
una ondina una hoja que mece el agua
estirada
abierta
a la espera.
No.
Pero, ¿no eran así los hombres?
Tan dispuestos.
Ligeros, rápidos, libres sus corazones.
Y ella los aguardaba con los ojos ceñidos,
la blusa desabrochada.
No.
Todo prende, las plumas entre los muslos,
la confusión y el desorden
la olvidada pureza
es el castigo, la campana,
¿qué otra cosa se puede añadir?
Le sucedía lo siguiente: le gustaban los hombres.
***
EL HOMBRE DEL BOSQUE
Yo lo contaré así:
el hombre del bosque camina junto a su perro
hay una senda que solo él conoce.
El hombre del bosque se despierta despacio
abre la puerta del patio
la niebla se cuela por las rendijas,
se hilvana con lo escarpado
el hombre se estira
pausado, descuidado,
tiene las botas de agua, tiene a su perro, tiene una cabaña
mira a su alrededor
la vida que quiere, la que anhelaba
también la tiene
es feliz, sí,
camina junto a su perro
conoce el nombre del monte
y el del silencio
y el de la calma
sigue las huellas del oso,
jeroglíficos sobre un abedul
adivina, vigila,
y se dice: soy feliz.
Yo lo contaré así:
estalló la tormenta, la mujer irrumpió en el bosque,
el perro aulló
-no sé quién eres, pero no me importa
tenía el cabello de algas
los dedos ordenados como pequeñas teclas
los muslos blandos
la piel de nutria
se apretó contra él
acuosa laguna ría.
Yo lo contaré así:
el hombre del bosque levantó el hacha
se escuchó el chasquido de los troncos
una y otra vez
el círculo de hayas se cerraba
una y otra vez
levantó el hacha
era un ritmo arcaico, sincopado
una y otra vez sin detenerse nunca
había sangre en el mango
había sangre en su palma
había sangre y no le importaba
¡ella dormía en su lecho!
el hombre cortaba leña para su fuego
le daría fresas silvestres, le daría ambruños moras arándanos
había sucedido algo en la noche
el perro aullaba
algo en la noche
y lo tocó,
tocó con su pecho su corazón violento
y se inundó
se volvió pescador
quién eres tú que flotas entre mis aguas
de quién es ese rebaño
de quién el mastín que lo guarda
dónde está la osa, la osera, las crías
dónde está la saliva blanca
sucedió algo esa noche
el rito del bosque, del nido
de la tierra caliente
del esperma frío
sucedió algo esa noche
el hombre escuchaba al perro
y era ella, ¡ella, quien aullaba!
sucedió algo
el hombre cortaba leña,
nevaba sobre el acebo
y ella ya lo esperaba
había sangre en sus manos
había sangre en su boca
había sangre en su alma.
Yo lo contaré así:
el hombre del bosque camina junto a su perro
hay una senda que solo él conoce.
El hombre del bosque avanza bajo el nombre del silencio
la mujer se ha ido
desapareció con el alba
nutria animalillo esquivo
nocturno
que dejó su rastro de sangre
y el perro, que la lame
y el perro, que la aúlla
y el hombre del bosque camina junto a su perro
y se pregunta:
¿soy feliz ahora y para siempre?
***
LO QUE DIJO MI PADRE
Lo que dijo mi padre.
Dijo: Filoterrorista.
Y me quedé inmóvil, asustada.
El público se conmovió. Estábamos en aquel salón, el alcalde, el poeta, la familia, el pueblo y yo.
¿Filoterrorista?
Mi padre rectificó:
Filotelurista o filotelúrica,
del griego Philos, amigo, y del latín, Tellus, tierra.
Amante de la tierra, eso es,
mi hija la escritora
eso es.
Lo que dijo mi padre sobre mí y mis libros.
Y ahora que no está (mi padre)
podría escribir de cualquier cosa sin temor a sus palabras
a sonrojarlo
a que me leyera y me comparara con Azorín:
esos paisajes, esas descripciones,
Castilla y horizonte
la palabra certera, el dardo,
limpio, sin sangre.
Ahora que no está,
podría escribir de cualquier cosa:
sexo, violencia, muerte,
suciedad, traición, semen.
Tener tres amantes,
invitarlos a dormir a la casa del pueblo
(tan pulcra y polvorienta)
escribir sobre tres amantes durmientes
en la casa del pueblo
amantes que dejan sexo, suciedad, semen
y desaparecen en el laberinto
de la casa del pueblo
puertas que no van a ninguna parte
escaleras cegadas
mi tía que grita por el balcón:
-¡Quítate esa silla de la cabeza!
podría escribir sobre el río
y aquel falo que flotaba en el agua negra
(tardes de estío)
podría escribir sobre el aroma del hachís
(el pastor de la majada
me manoseaba sobre sus rodillas)
podría,
Dios,
¡qué libertad!
¡qué felicidad literaria!
¡qué creatividad me espera!
¿no creéis?
¿no?
Pero yo solo quiero escribir sobre la tierra.
La noche que anega los campos.
La lechuza de ojos fijos.
La majada abandonada.
La luna de agosto.
La grana de la hierba, déjala.
El campo labrado.
Un zorro que salta la canaleta.
Y mi padre:
Me gustaba quedarme solo aquí por las noches
contemplando el silencio, el cielo
apagaba las luces
y el mastín a mis pies
me gustaba
hasta que alguien del pueblo murmuró:
cuidado, anda merodeando el peligro.
Luego ya fue todo peligro,
silencio,
cielo.
Y ya solo quiero escribir sobre la tierra,
y ya solo sobre la noche
sobre la finca labrada, el mastín, la majada,
sobre lo que ya no existe
sobre lo que dijo mi padre
y ya solo sobre mi padre,
escribir sobre mi padre.
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Autora: Marta del Riego Anta. Título: Flores de sangre sobre la hierba. Editorial: Eolas. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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