Jesús Munárriz dirige la editorial Hiperión desde 1975, pero todavía tiene tiempo de escribir sus propios versos. De hecho, su obra poética comprende una treintena de libros, el último de los cuales, Haciendo tiempo, muestra a un poeta divertido, sarcástico y fresco. Pero también a un hombre que, tras dedicar toda una vida a las letras, ha alcanzado una sabiduría poética digna de encomio.
En Zenda reproducimos cinco poemas de Haciendo tiempo (Huerga & Fierro), de Jesús Munárriz.
***
Gente rara
Somos gente rarita, los poetas,
capaces de matar por una errata
o de dedicar días a un epíteto.
Eso nosotros, los mayores; otros,
los menores, los jóvenes, los nuevos
no sé si afinan tanto o si prescinden
de bobadas, dirán. De precisión, replico,
argamasa de los mejores versos.
Si cuenta el qué, cuenta otro tanto el cómo.
Deslavazada hay mucha poesía
en los derrumbaderos del olvido.
Sólo lo bien medido y calibrado,
si es cierto y justo y ágil y preciso,
fija y transmite a veces la belleza.
A veces. Y deslumbra. O ilumina.
***
Nocturno
Las bodegas de la memoria
se desperezan en los sueños.
Inesperados visitantes
recobran vida en el cerebro,
rostros añejos entrevistos
en los jardines del recuerdo
recuperan su identidad
en ese mundo paralelo
y nos extrañan y sorprenden
sus sonrisas y su silencio.
La oscuridad los difumina
sin despojarlos del misterio;
la luz del día los ahuyenta
y los devuelve a su secreto.
¡Salud, amigos! ¡Seguid bien!
Me ha encantado volver a veros.
***
Pozo
Las hileras a cuerda
de ladrillos
con sus intercalados bocaperros
dan paso a las hileras a tizón
que empiezan a captar
aguas colgadas.
Más abajo, la tierra sin cubrir
rezuma y mana,
hasta llegar al revoltón,
a las peñuelas,
donde se desanilla y se descarna
el pozo,
abierto a los veneros
que lo colman.
Baja a desescombrarlo, suspendido
del polipasto en angarilla,
un joven oficial
que estrangula los troncos reflotantes,
los traba con la soga para que se los icen
y echa en el esportón los que carecen de alma.
Limpio el fondo, vacío con la bomba,
se le deja llenándose de nuevo,
haciendo que las aguas
arrastren, depositen en el fondo
los finos largo tiempo acumulados.
Izado finalmente el operario,
se desmonta el tinglado
y se cubre la boca.
Vuelve a estar listo el pozo.
***
Al fondo
botones peines
alpargatas mecheros bolsos gafas
monedas mediasuelas dentaduras hebillas
relojes lapiceros horquillas crucifijos
cuerdas alambres cables
un dado un sonajero anillos un pendiente
medallas un frasquito de perfume
zapatos de tacón unos gemelos
cráneos taladrados
y huesos muchos huesos
en las fosas
en que echaron los buenos a los malos
después de fusilarlos
hace ya ochenta años
los buenos
los que a partir de entonces impidieron
que fueran descubiertos
sus cadáveres
impidieron
que fueran sepultados
como su dios dicen que manda
cuyos nietos lo siguen
con frecuencia
impidiendo
***
Eso dice
Las brujas no le gustan; son demasiado feas.
Los demonios, en cambio, le resultan simpáticos
porque son colorados y tienen rabo y cuernos.
Los trolls, en su opinión, son horrorosos
con los mocos colgando.
Las hadas le resultan algo cursis,
aunque no le molestan. Los marcianos
si son verdes, le encantan.
Le asustan los dragones, que echan fuego,
pero más las serpientes, porque son venenosas.
Le dan asco vampiros y murciélagos.
Sus preferidos son los osos panda,
aunque hay pocos y están sólo en el zoo.
Le gustaría mucho tener en casa uno,
pero ¿de dónde iba a sacar tanto bambú?
En realidad, se apaña con su hámster.
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Autor: Jesús Munárriz. Título: Haciendo tiempo. Editorial: Huerga & Fierro. Venta: Todos tus libros y Amazon.
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