Horizonte de sucesos es la nueva entrega poética de Juan Bonilla, ganador del Premio Nacional de Narrativa en 2020. Bonilla es autor de los libros de poemas Partes de guerra (1994), El belvedere (2002), Buzón vacío (2006), Cháchara (Renacimiento, 2010) y Poemas pequeñoburgueses (Renacimiento, 2016). Su poesía ha sido antologada en los volúmenes Defensa personal (Renacimiento, 2008) y Hecho en falta (2014). Vive en el Aljarafe, desde donde dirige la revista Calle del Aire.
EL JUEGO
Viniendo cada cual de su bautismo
rumbo a su funeral,
vamos siguiendo el espejismo
del árbol del bien y del mal.
En sus ramas un pájaro cantante
permanece muy quieto
tarareando quizá su gran secreto:
vivir es insignificante.
Ser es tan raro como ya haber sido.
No hay oficio más puro
que destruir la cárcel de un futuro
donde se duerme todo lo vivido.
Piezas de un juego tan banal
que consiste en ir sorteando abismos,
viniendo cada cual de su bautismo
rumbo a su funeral,
siempre con una pistola en la sien
vamos siguiendo el espejismo
del árbol del mal
y el bien
por una senda enamorada
–a veces cubierta de lodo–
que lleva de la nada hasta la nada
pasando por el todo.
ADOLESCENCIA
Domingo. Envejecemos
a gran velocidad en horas lentas.
El transistor va paulatino
rompiéndonos quinielas.
Otra semana sin chalet,
sin Harley en la puerta.
Lunes, Carlos Martel en Poitiers,
fractales y cervezas,
ganas de huir a cualquier parte,
perderse con quien sea.
Martes, dibujo técnico
y El árbol de la ciencia,
La Guerra de las Galias,
pero adónde, y cuánto cuesta,
dormir en estaciones,
viajar a pie por las cunetas.
Y miércoles, sistema
periódico, memorizar valencias,
luego el partido de futbito
con el reojo puesto en las muchachas
que juegan a balonvolea.
Y jueves, un análisis sintáctico
y la mente veloz que se pasea
por ese mundo hambriento
que nos aguarda afuera.
El viernes, como siempre,
velocidad de onda,
diapositivas de la estratosfera,
luego las claves del Barroco
y al fin llenar una quiniela
antes de ir a tenderse al parque
a fabricarse, con hachís y besos,
la insolente quimera
de que quizá nos merezcamos más…
El sábado, un dolor de cabeza,
luego cine y discusiones
sobre Dios, o la patria o la manera
mejor de preparar gazpacho,
alguien ha conseguido mariguana buena.
Domingo. Envejecemos
a gran velocidad en horas lentas.
Un gol del Elche y otro del Bilbao
nos rompen la quiniela.
Otra semana sin chalet,
sin Harley en la puerta.
PARADISE
Llevas el paraíso dentro.
Lo sé porque yo he estado.
Es un lugar tan lento
que nada se tergiversa en pasado.
Pradera inmensa donde troto,
confiado y seguro,
hasta el simple futuro
que ya lo sabe todo de nosotros.
Furioso abismo
que sin embargo acaba en cumbre:
salirse de uno mismo
congelarse en la lumbre
de ser un sí rotundo,
relámpago sumiso,
canción que purifica el mundo.
Dentro de ti llevas el paraíso.
QUÍMICA
ya bajan por mis sienes lentos potros
expandiendo su milagrosa calma
la certidumbre nueva de que el alma
es algo que está fuera de nosotros
en los racimos que el sol dora lento
en el canto del mirlo puntual
en el martillo que ha rendido la fatal
conciencia de no ser más que alimento
para la muerte que es siempre futuro
ya bajan por mis sienes potros lentos
pisando los cristales violentos
que cercan el abismo sucioscuro
de ser tan solo un yo una biografía
alternando los gozos y los ascos
ya van los lentos potros con sus cascos
de hielo transformando en melodía
esa cerca de cristales en picos
liberando el abismo de mi adentro
fuera de mí queda mi propio centro
mis años convertidos en añicos
queda aplastada así esta maldición
de escuchar cómo el tiempo cava y cava
tarareando su siniestra canción:
pronto se va a acabar lo que se os daba.
LA DECISIÓN
Y bien, habrá que decidir al menos,
descartamos del todo desde luego
la criogenización,
y en cuanto a la sepultura,
mi familia nunca tuvo panteón y una pared de muertos
tampoco es una fotogenia que me plazca.
Dos horas en un horno –un tránsito
por el infierno que sin duda me he ganado–
parece pues la opción idónea,
sin ataúd, sin vestimenta a ser posible:
un cuerpo entrando a solas
en una página de Dante.
Sé, porque lo he vivido, que te entregan
una bolsa llena de cenizas.
Hay quien las pone en una urna y las entierra.
Hay quien, por un precio a su alcance,
tira de alquimia y las convierte en joya.
Hay quien las mezcla con pigmentos perdurables
y encarga que hagan un retrato.
Hay quien contrata un globo y se las da al aire
donde flotan en serpentina un rato
y luego se reintegran a la nada
de la que procedemos.
Pero hay que decidirse, aun a sabiendas
de que da un poco igual lo que decidas.
Estoy bastante muerto últimamente
y han soltado en mi corazón un pájaro
que come corazones.
Y pues tenemos que elegir
yo quiero ser unos cuantos bolindres
hechos de barro y de ceniza,
esmaltados de colores muy vivos.
Bolindres que bailen sobre los suelos,
y choquen o se esquiven impulsados
por dedos de gente que me conoció
y echen una partida alguna tarde,
vueltos niños de pronto porque sí
jugando a los bolindres
con las cenizas de su amigo o de su amor
que no fue más que eso:
sólo un juego de niños
que a veces, si perdías tu bolindre favorito,
acababa en lágrimas.
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Autor: Juan Bonilla. Título: Horizonte de sucesos. Editorial: Renacimiento. Venta: Todostuslibros y Amazon
Juan Bonilla es uno de los escritores más evocadores y potentes que he leído en los últimos años, tanto en prosa como en verso. Leerlo es una catarsis.