La poeta, ensayista y novelista argentina Liliana Díaz Mindurry publica el poemario Guernica (Huso editorial), en edición ilustrada por Gregoria Gutiérrez Oliva (Grego).
Amelia Valcárcel ha escrito sobre la autora: “Picasso pintó uno de los iconos del siglo XX cuya glosa dará todavía muchas vueltas. Las que aquí hace Liliana son a veces vertiginosos bucles con los que salta sobre una línea, un dibujo, un significado. Como una cazadora inmemorial que ventea la sangre detrás de la tinta. Hay que leerla lentamente. Un poco cada día. Igual que ella contempla lo que ha sido pintado; lo despieza para entenderlo y le busca las vueltas. Es la poesía del dolor, aquello, decía Zambrano, que nos viene cuando desaparece el sufrimiento. Maestra del lenguaje, nos lo pone a palpitar porque exige enseñarnos a ver. Liliana ha contado con esos trozos casi sangrantes de imagen que Gregoria ha ido cortando y atando. El resultado es una joya oscura para guardar durante muchos días y muchas noches. En algún buen lugar. A buen recaudo”.
Zenda publica 5 poemas de Liliana Díaz Mindurry.
Poema cero
Porque no hay quien entienda,
cantan
las moscas.
Ni aunque se piense en reinas sin corazón nacidas en países de
torpes maravillas,
o reyes que sueñan el mundo
sin despertarse.
Cantan las moscas. Porque no hay. Por eso.
Y alguien puede dejar los ojos en el Reina Sofía
de Madrid
frente a un cuadro.
Y es posible que uno se tiente
con verdades a medias
o con párpados
en cuarto menguante. Es Guernica
del treinta y siete. O son habitaciones
abiertas,
sorprendidas
en corredores
inhóspitos,
deshabitados,
solos
Las moscas cantan en el hospital. No hay quien entienda.
Los perros del ansia se comen el sol de esa tarde en Guernica
o salen los pájaros disparados
en el limpio
vacío
del mundo.
(Y uno piensa en las sílabas, repetirlas
o decir bajito los nombres de la muerte,
pero mejor
dejar
todo
así).
Un toro que viene
El toro está listo, dicen. El toro dice que está listo. O alguien dice:
“ha caído un toro del cielo”.
Las palabras son oscuras: sobretodo si dicen toro, minotauro,
hombre
con cabeza de toro. Minotauro de Creta o de Guernica,
es lo mismo,
siempre hay una corte de perros
detrás del toro. Y en los vasos con agua se bebe el dolor de
siempre,
y cuando viene el toro, las casas se salen de sí,
se salen de sus raíces de casas
o se derrumban. Los hombres y mujeres caen despacito y no
vuelven
a respirar,
se salen de sí como las casas
porque es un esfuerzo enorme vivir cada día
con la demencia
cerca
respirando
con el toro muy cerca.
(El sol tiene olor fuerte
a vacío)
El deseo de un loco, de un toro, de un Minotauro
es que nadie lo entienda.
Los hombres y mujeres muertos de Guernica no saben que están
muertos
como cuando duermen no saben que duermen.
Del ojo bajan todas las tristezas:
los alambres de púas
están listos.
Dos toros sin luz
El sol tiene olor fuerte
a vacío.
Hay toros adentro y afuera
como adentro del ojo que duerme
vive lo oscuro
y cuando el ojo despierta
sigue viviendo lo oscuro
como si el ojo
fuera
ciego.
Tres
Ningún toro
Si rompen la puerta es que nadie hay detrás,
si rompen el techo tampoco,
ni las ventanas
o el cielo.
Nadie, nadie.
Los toros han salido a pastar a la calle
tranquilamente.
Algunos huyen.
(No se sabe qué hay detrás de la materia
después de tanta gente dormida)
De los ojos se baja la tristeza
y se guarda en el cuerpo.
Cuatro
Más toros
Han caído dos toros más del cielo
o es el mismo
Minotauro de Creta o de Guernica.
Alguien abre la boca para decir algo
y se calla de súbito. Es el sol insoportable
de la siesta o el del atardecer,
es lo mismo.
El gusto del agua contenida en los vasos es como un gato que ha
caído de otra galaxia,
o un perro que se fue del universo
o una mujer
o un hombre
ya salidos
del mundo.
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Autor: Liliana Díaz Mindurry. Título: Guernica. Editorial: Huso. Venta: Amazon
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