Luna sin rostro es el libro de poemas más extenso e intenso hasta la fecha de Antonio Rivero Taravillo, un poeta que, por no hacer aspavientos ni seguir modas, ha logrado eso tan difícil, eludir las antologías generacionales porque acaso su tiempo sea el de lo permanente. Su obra se caracteriza por la mirada aguda a los objetos y los procesos, con atención al ritmo y a la imagen audaz.
En Zenda reproducimos cinco poemas de Luna sin rostro, de Antonio Rivero Taravillo (Pre-Textos).
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HOY
La Tierra memoriosa se ha olvidado
de que hoy me tocaba ser feliz.
Correspondía
un roto ya en el rígido tejido
–equivocado–
de someterme a la miseria.
Hoy era el día ya de la excepción,
el instante dispuesto de la fuga.
Amnésica, la vida con el mundo, olvidadizo,
se ha marchado de copas, y a las tantas
han recordado mi espera
como a un bebé en el coche abandonado
con el cristal subido y con asfixia.
Pero ya era otro día
y no ha habido cesura en mi infortunio.
Continué siendo infeliz
como un cangrejo que camina hacia delante
o una lluvia que asciende,
o una rambla sin nada que anegar
o, extraña aberración, la más terrible,
un amor que perdura.
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VIRIATO
Y de pronto tu nombre se me sale
de un libro de historia para adultos
y se pone a jugar con mi niñez:
el patio del recreo de mi aula
se llena del latín más macarrónico
y un ibero inventado en su elocuencia.
Porque Roma no paga a los traidores
transcursos que nos fueron entregando
a esta ejecución inapelable.
Como a todo un hombre de diez años,
defiéndeme, aunque muera, con tu sueño
de valor y de lucha y de coraje.
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HORCAJADURA Y MARZO
Leñoso, el tronco seco del invierno
ahora se bifurca y sigue recto
en tanto que otra rama continúa
poblándose de yemas y de pájaros.
El hombre más curtido se estremece
ante una flor que abre y lo interpela.
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ACUARELAS
En su tabla periódica, las acuarelas
despliegan las pastillas de su química,
multicolor teclado en que las letras
diseminan la luz o te oscurecen.
Naipes que al barajarse dictaminan
decretos de un pasado que amenaza.
También lo blanco,
al agotarse luego los pigmentos.
Un crucigrama, en fin, que al rellenarse
va formulando sus definiciones.
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CALCO
Escribir poesía me retrotrae a la escuela,
a aquellos dibujos que calcábamos:
una lámina y un papel de cebolla
y, noctámbulo, el lápiz recorriéndolo.
El original y su representación.
Pero el poema no es la nueva silueta,
su trazo,
ni lo que está debajo,
intocable.
Es la movible relación entre los planos.
Un lanzador de cuchillos recorre
el perfil de sí mismo en el poema.
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A VECES
A veces,
Encadenamos
una reja a una bicicleta
para que no puedan robarnos
la casa.
No hay cuidado:
nunca nos robarán la vida,
siempre encadenada a
la muerte.
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Autor: Antonio Rivero Taravillo. Título: Luna sin rostro. Editorial: Pre-Textos. Venta: Todos tus libros.
BIO
Antonio Rivero Taravillo (1963) ha publicado diecisiete libros de poemas, el primero de los cuales era ya un amago de despedida: Farewell to Poesy (Pre-Textos, 2002). Entre los premios que ha recibido están el Comillas y el Antonio Domínguez Ortiz por sus biografías de Luis Cernuda y Juan Eduardo Cirlot, el Ciudad de Lucena-Lara Cantizani de Poesía, o el Rafael Pérez Estrada de Aforismos. Es además Premio Feria del Libro de Sevilla y Premio de Traducción Literaria Rafael Cansinos Assens por Poemas (2005), de John Keats. Traductor de muchos de los más importantes poetas en lengua inglesa, ha vertido también a autores que escribieron en irlandés y gaélico escocés. En Pre-Textos han aparecido sus traducciones de Alfred Tennyson (La Dama de Shalott y otros poemas, 2002), Robert Graves (Poemas, 2005) y W. B. Yeats (Poesía reunida, 2010), además de, en prosa, Los viajes de Gulliver (2009), de Jonathan Swift, Nadan dos chicos (2005), de Jamie O’Neill y Diario de un viaje a las Hébridas con Samuel Johnson (2016), de James Boswell. Dirige en Sevilla la revista Estación Poesía.
Muy realista jocoso