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5 poemas de Manuel Rico

5 poemas de Manuel Rico

Manuel Rico publica en un solo volumen dos libros de poesía: Quebrada luz (1997) y El muro transparente. Los ha juntado porque, de algún modo, son dos secuencias de un mismo pulso ético y estético, de una misma obsesión por hacer de la poesía tierra de reflexión.

En Zenda reproducimos cinco poemas de Quebrada luz y El muro transparente (Olifante), de Manuel Rico.

*****

Un hombre avanza contra el cielo. Observa

la luz que tiñe el horizonte. Tiene

su moribunda claridad el tono

cárdeno o gris de todos los inviernos.

En esa luz de muerte un niño tiembla.

Y un joven conocido se dibuja

más acá de las nubes, mancha el aire.

Tiene miedo a las sombras.

Huele a musgo y a niebla y a hojarasca.

Él bien sabe que en la ciega trastienda

de la luz, en la noche que amenaza,

encontrará un refugio para el sueño.

Y soñará la luz que ha claudicado.

Y en la turbia conciencia de las sombras

verá crecer cuanto veló el olvido

regresando a la casa de otros días.

Volverán los sabores que hace tiempo

buscaron el amparo de la nada

y pasillos antiguos, mal tapiados,

recibirán de nuevo al visitante.

Será luz la palabra, solo ella

salvará la memoria. Y ese incendio

dará luz a las cosas que no existen:

un mundo sorprendido por la llama.

***

Donde asoma la tarde: en la ventana.

O en el vaso de whisky, en ese engaño

que te aguarda en la mesa o te vigila.

En la piel que es temblor cuando los dedos

tocan las signos de la edad, tantean

territorios ocultos. En la ropa

tendida al sol que alguna vez fue tuya.

En la arena de agosto. En una playa

descubierta en Pavese aquel verano

de fiebres y lecturas. En la calle

del barrio que ya no nos espera.

En la lengua cortada en aquel tiempo

de la niebla. En la hora más triste, herida

de domingos. En los ojos del padre,

sembrados de hospitales y de muerte.

Siempre acecha esa luz que no prescribe.

***

Quebrada luz Nunca fue intacta, pura.

Fue un claroscuro, una ciudad mellada,

una botella a medias, unos ojos abiertos

contemplando la muerte,

un recodo del parque, sus bancos sometidos

por viejos y memoria.

Llama iluminadora

de la sangre o la nieve, lupa

que te deforma,

luz que se prostituye, incierta luz

quebrada por la vida.

***

La luz tiene la noche

en su reverso. El diamante,

la densidad del luto o la antracita.

Y en tus ojos,

bañados todavía por luz adolescente,

la claridad de todos los otoños, el desierto

de los días difíciles

juega a la oscuridad, te enseña

esos dientes de niebla

de un animal que bien conoces:

el viejo mensajero

de la desolación o la derrota.

***

I

Lo que es exactitud. Lo que perdura

entre el fárrago eterno de las horas,

lo que queda, en su brillo, en la mirada

en declive del hombre.

Su sonido

ya nunca intercambiable,

grabado en la palabra

con dolor construida, tal vez única

en su significado.

La mañana

o la tierra. Los ecos

de lo que no retorna, los ojos de otros ojos,

evocados con el temblor

de quien inventa

la nueva realidad, lo que es tangible

ya solo en el papel por tinta herido,

al fin otra materia, trascendida

de la efímera hazaña del objeto

que observas a la luz de la mañana

con mirada común.

El viejo robo

de oficiantes sin nombre permanece

con intacto sentido, con idéntico azogue,

desde tiempos remotos. El mismo

esfuerzo siempre, el mismo empeño

que constituye el acto que eterniza

el segundo que muere entre tus dedos.

II

Y la memoria. El vino

donde la vida encuentra

pruebas de lo que muere,

briznas de la distancia

que hace de nuestros actos

oficio en despedida, zanja

donde la noche se hace omnipresencia.

Así también sorprende la palabra

la luz que recupera

de lo no perdurable, de lo ajado,

el súbito destello, la conjura

que atenúa el desastre

que el tiempo nos concede

trocando en vida intensa fotogramas

de todo lo que huye.

De nada sirven los relojes

cuando la vida encuentra

la contención del arte,

cuando las letras alzan

la dimensión de lo que anduvo

condicionando el gesto en otros años.

Juega con la memoria.

Tal vez inmortalice su oleaje.

III

El reverso del aire. El fulgor sometido

al vaivén que lo enmarca

o aclara. No es el verso

o el arte oficio oculto. Vive y nace y mantiene

su poder y su aroma

si sorprende la llama

en su fugacidad y la eterniza.

Quién podría, decidme,

arrancar de la vida y de su estela,

del caz contradictorio de unos hombres concretos

en un aire concreto

el acierto o la queja?

El poema tan solo.

Esa luz donde el arte

de la luz se apodera.

IV

Escrita, nocturnidades al margen,

en los algo prosaicos –y medibles–

impulsos materiales.

Así desde el principio

de los siglos –si es que hubo

principio vez alguna–,

la pasión que transforma

lo visible tal vez en advertencia,

en percepción o música, en baranda

de contemplar el mundo en su reverso.

Por ello es el poema

la secreta ventana

que hará nuevo, inmortal, no destructible,

lo que solo sería en otro caso

mortal alarde o gesto condenado.

V

Hay visiones que tienen

huecos inaccesibles,

esperas y recodos

ocultos, pliegues intuidos

de paso, rayas, sombras,

maleficios, ecos

de otras horas.

Es oficio del lápiz y su asedio

sorprender sus hogueras clandestinas,

su ansiedad o su noche amenazada.

Venga del hombre o venga

del vacío o la piedra la amenaza.

VI

Lo que huye. Lo que ya no prescribe

a pesar de la huida. Lo atrapado.

La mesa o el jarrón, el labio o el diente,

la cabeza de ajo,

los ojos del terror y la amorosa

entrega de otros ojos. La ceja

enarcada de pronto, sorprendido gesto que remata

la duda indefinida.

La mano que te toca. También la que te palpa

las ropas interiores. La lluvia.

Los abrigos sombríos de la duda y del miedo.

Ese tren que atraviesa

la noche indiferente, tantas noches

también indiferentes.

El poema.

El arte

————————

Autor: Manuel Rico. Título: Quebrada luz y El muro transparente. Editorial: Olifante. Venta: Todostuslibros.

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SABRINA ANALIA CABRERA
SABRINA ANALIA CABRERA
2 meses hace

«UN MISMO PULSO
ÉTICO Y ESTÉTICO»
«HACER DE LA POESÍA
TIERRA DE REFLEXIÓN».
LAURA DI VERSO sobre la
Obra de MANUEL RICO

ELLAS TIENEN ESE
SUSTENTO ELEMENTAL EN
COMÚN.
ELLAS DISEMINAN
CONTENIDO VIGILADO
ESPISTEMOLÓGICAMENTE
(VERACIDAD) Y PRAGMÁTICO.
ELLAS TIENEN «UN MISMO
PULSO ÉTICO Y
ESTÉTICO». ELLAS USAN Y HACEN «DE LA
POESÍA TIERRA DE REFLEXIÓN».
•ELLAS : GLADYS Y MARCELA.
•ELLAS EN & DESDE EL ESPACIO- MATRIZ : ALSINA 798
ENTRE MITRE & ROCA.
BONAERENSE CIUDAD DE
BURZACO EN ARGENTINA :
«ESA LUZ DONDE EL ARTE
DE LA LUZ SE APODERA».
Manuel Rico.

Musa Divina ( Serendipia: Cero)
y yo.