Periodista y novelista, también cultivó la poesía, aunque esta faceta no fuese tan conocida como la de autor de serie negra. A continuación reproduzco 5 poemas de Manuel Vázquez Montalbán.
5 poemas de Manuel Vázquez Montalbán
Inútil escrutar tan alto cielo
Inútil escrutar tan alto cielo
inútil cosmonauta el que no sabe
el nombre de las cosas que le ignoran
el color del dolor que no le mata
inútil cosmonauta
el que contempla estrellas
para no ver las ratas.
Oh ciudad del terror
Oh ciudad del terror
entre las avenidas lívidos
árboles del otoño
los invasores
fusilaban archivos
borrachos de memoria bárbaros
hartos de carne humillada
y ofendida
el miedo era una presencia
el silencio su mortaja
las palabras escondidas en las cosas
las ideas en los ojos
contemplaban
la división entre el que muere y el que mata
Como si fuera esta noche la última vez
Rota solitaria articula da muñeca
de sus alas sus gestos
la gogo girl
reivindica parcelas de aire
en un imprevisible océano
sin rosa de los vientos
sin norte nocturno, ni sur de estío
la inutilidad de todo viaje
conduce a la isla de un podium
para bailar la danza de una tonta
muerte fingida para no fingir la vida
no no lee hasta entrada la noche
ni en invierno viaja hacia el sur
pero tiene bragas de espuma ambarina
sostenes de juguete un príncipe violeta
la despeña por los acantilados
del goce más pequeño
submarinos ya sus ojos tan nocturnos
la gogo girl
tiene la boca entreabierta por el prohibido
placer de no hablar apenas
sobre la tierna noche
y su manto de flores ateridas reposa
su falsa cabellera de niña emancipada
guitarras nada eléctricas sumergen despedidas
rómpete actriz del deseo de amar la vida
como si fuera
como si fuera esta noche la última vez.
Nunca desayunaré en Tiffany
Nunca desayunaré en Tiffany
ese licor fresa en ese vaso
Modigliani como tu garganta
nunca
aunque sepa los caminos
llegaré
a ese lugar del que nunca quiera
regresar
una fotografía, quizá
una sonrisa enorme como una ciudad
atardecida, malva el asfalto, aire
que viene del mar
y el barman
nos sirve un ángel blanco, aunque
sepa los caminos nunca encontraré
esa barra infinita de Tiffany
el juke-box
donde late el último Modugno ad
un attimo d’amore che mai piu ritornera…
y quizá todo sea mejor así, esperado
porque al llegar no puedes volver
a Itaca, lejana y sola, ya no tan sola,
ya paisaje que habitas y ususrpas
nunca,
nunca quiero desayunar en tiffany, nunca
quiero llegar a Itaca aunque sepa los caminos
lejana y sola.
Olvidable la muerte de todos
Olvidable la muerte de todos, tú
y la vieja insatisfacción de amanecer,
furias abstractas por barcos hundidos
húmedos cargamentos de humo malva,
rostros torvos, fenicios y verdugos
venden sentido común
en la plaza
de San Lukáes evangelista, los Macabeos
-Noemí ha llorado del todo y Rut
abre sus piernas al doblón de oro-
los Macabeos
decía, los Macabeos eran un algo brutos
y lo hicieron todo por el qué dirán
qué dirán los náufragos y los ángeles
rueda la noche, arranca chispas
las estrellas
son más humanas desde aquel otoño,
eras aún una muchacha de tierra
que borraba el paisaje, no la tristeza,
no la trata de acacias, no la trata
de leyes de fugas, no la trata de sagradas
escrituras
no el dolor con rostros y apellidos.
Quien contempla estrellas, lo hace para no ser comido por las ratas. La vida te fue bien, Manuel. Si hubieras tenido que desatascar cloacas a diario, hubieras entendido el porqué de mirar las estrellas o amar los olores agradables. Por no hablar de que no nos hizo Dios para las ratas. Pero para entender estas cosas, hay que bajar un poquito, ahora sí, de las alturas.