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5 poemas de Música para los muertos y los resucitados, de Valzhyna Mort

5 poemas de Música para los muertos y los resucitados, de Valzhyna Mort

La Bella Varsovia trae a nuestras librerías un poemario aclamado por The New York Times como uno de los mejores libros de poesía del 2020, además de ganador del International Griffin Poetry Priza y el UNT Rilke Prize. Poca broma con esta autora.  

En Zenda ofrecemos cinco poemas de Música para los muertos y los resucitados (La Bella Varsovia), de Valzhyna Mort.

***

GÉNESIS

Siempre preferí a Caín.

Su soledad
airada,
la falta del amor
de su madre, su sarcasmo
cristiano: «¿Acaso he de ser yo
quien cuide de mi hermano?»,
pregunta el asesino de su hermano.

¿Y acaso no cuidamos
de nuestra propia muerte?

Empezaré de nuevo:

prefiero las manzanas
que caen lejos del árbol.

Como una rama seca
se mete el cordón umbilical entre sus piernas.

Caín, ¿cómo lo cortaron? ¿Fue
con una roca?

Debajo de «Antecedentes penales»,
escribe: «Madre, casa».
Debajo de «Arma»,
escribe: «Madre, casa».

***

CANCIONCILLA PARA UNA NAVAJA

Marya Abramovic,
tus trenzas son un ferrocarril
en tu pecho.

Sube y baja un tren por tus dos trenzas.
Tu nieto toca en un cuarteto de cuerda
con una navaja
sobre la ventana.

Afuera, pinos siempre rojos.
El tren tra tra tra tra traquetea.

Marya Abramovic,
¡la boca a la altura del hombro!

Marya Abramovic,
¿son trenzas o surcos de camión?

Marya Abramovic hornea pan grisáceo.

Sobre la mesa de la cocina,
una costilla de luna.

Marya Abramovic,
conviértete en una Eva diminuta

para calmar tus noches,
para hacer reír a las gallinas.

***

AÑO NUEVO EN VISHNYOWKA (UNA NANA)

La nieve reluce y suaviza el matadero de los cerdos.

Mamá rechaza otra copa, mamá
dice que sí a otra copa.

En la pared, un tapiz de peonias, sus bocas moradas

me absorben hacia el sueño.

Soy pequeña,

me han acostado.

Los brindis

al otro lado de la pared son

Mamá dice no-no-no a otra copa.

Mi cama huele a valenki. Un gato
lame su zarpa gris sin apartar de mí los ojos, como si afilara un cuchillo.
Mamá grita que sí a otra copa.

Los pechos de mamá son tan grandes que no caben en el bus abarrotado en la mañana.
Aún no se sabe con certeza

si cuando crezca seré una persona de verdad.

Pero un día,
en Vishnyowka,
matan

a un cerdo y mamá susurra sí sí sí sí
a otra copa,
y yo me desvanezco en las gargantas de las peonias,
y las peonias huelen a valenki,

a la sangre del cerdo

en la nieve.

Las manecillas trazan raros surcos de esquí.

***

PARA INGEBORG BACHMANN EN ROMA

No eres la última mujer.

No eres la última mujer que ardió en Roma, Ingeborg.
Bajo las altas frentes de los apartamentos, lejos de los [caminos trillados
todo es lustroso: los muebles de madera, la vajilla de [plata, los dientes, el pasado.
Después de tres baños al día, después de cuarenta años de exponer tus pulmones a los libros abiertos,
estás cubierta de vendas.

Ingeborg en coma, cubierta de vendajes blancos; Ingeborg
es una novia vestida de princesa digna de aquel poeta que quemaron,
Giordano Bruno.

Estirada bocarriba en el balcón de via Giulia,
¿sabías que hay balcones donde nadie puede estirarse, donde tienes que caminar de puntillas, con cuidado, entre tarros
de setas en conserva, sacos

de patatas,

garrafas de compota? Donde el lenguaje
es un perro atado a una cadena de palabras férreas
donde el castigo

son cien latigazos de silencio.

Son lúgubres los edificios de apartamentos. Ingeborg,

¿sabrán

que dentro de ellos la gente muere y llora?

Por la noche, cuando las últimas mujeres llegan a su casa

con las bolsas de la compra en la vena basílica como si

acabaran de cargar su sangre,

mujeres que sopesan el valor de las cosas

con sus cejas

y que conocen el mejor abrillantador para cualquier superficie dañada,

los sonidos de las cosas ocupan la ciudad de los hombres: la puerta de un coche se cierra de golpe, las botellas repican en los contenedores de vidrio,
las basílicas hacen tintinear las velas como cocinas de restaurantes.

Después de tres baños al día, Ingeborg, después de horas estirada boca arriba en el balcón,
después de cuarenta años de sostener los libros contra tus pulmones,

todavía hueles a Austria. Tu pelo liso
cae como las monedas en una máquina de cambio.
Los libros disecados por todo el apartamento fracasan en su papel

de ambientadores,
Ingeborg.

La bilis amarilla
de Western Union en las calles oscuras, la luz macilenta de los tranvías nocturnos
bajo las altas frentes de apartamentos lustrosos,
lúgubres como si supieran, como si pudieran oler.
Deja de oler el pasado, Ingeborg.

Mientras el azote del silencio crece, el lenguaje se pliega en su cola.
Y allá va:

la espada flamíguera de una farola, Adán subiendo a un tren,
Eva mordiéndose los codos.

En el Paraíso hay un árbol que carga con los codos mordisqueados de Eva, Ingeborg.

Tumbada boca arriba en el balcón acojo estas palabras con mis dientes,
observando tu Roma.

La nuestra es una historia en la que cada diente lleva su corona.

El silencio nos desangra hasta el lenguaje. El silencio nos arranca el lenguaje.
Alaba tu silencio, Ingeborg, tu hueco en la pared.

Alaba los apartamentos lustrosos, los huertos, los codos mordisqueados.
Y el silencio.

***

BIOGRAFÍA DE POETA

Cogí tu libro de la estantería de Sandeep,
y la biografía de poeta rezaba: «vive y enseña».
Aunque el libro era relativamente reciente, ya no era cierto.

Casi te conocí en una ocasión, un casi encuentro que recuerdo nítidamente
a causa de mi vergüenza:
mientras yo tenía sexo haciendo mucho ruido en una habitación de hotel,
tú llamabas a mi puerta para darme tu libro.

Ahora los trenes se han congelado por la tormenta de invierno
y yo compadezco a los trenes
como si fueran trémulas mariposas,
toda una bandada, las últimas de su especie
atoradas en una nieve nunca antes vista en Inglaterra.

Sandeep hace la cena, tú has muerto, mi amante se ha marchado,
y tu libro sigue en mis manos congeladas.

—————————————

Autora: Valzhyna Mort. Traducción: Claudia González Caparrós. Título: Música para los muertos y los resucitados. Editorial: La Bella Varsovia. Venta: Todos tus libros.

BIO

Valzhyna Mort nació en Minsk (Bielorrusia) en 1981 y se trasladó a Estados Unidos en 2005. Con Música para los muertos y los resucitados (FSG, 2020) ganó el International Griffin Poetry Prize y el UNT Rilke Prize. La traducción al alemán de este libro recibió el N.C. Kaser Lyric Award. Mort ha sido galardonada con las becas de la Fundación Guggenheim, la Academia Americana de Roma, el Fondo Nacional de las Artes y la Fundación Lannan, entre otras. Escribe en inglés y bielorruso. Fotografía de Marco Giugliarelli para la Fundación Civitella Ranieri.

Valzhyna Mort © Marco Giugliarelli

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