Alejandro Bellido se alzó con el XXIX Certamen de Letras Hispánicas Rafael de Cózar con un libro, Música para tigres, en el que la voz poética emprende un viaje por el desierto del fracaso, hasta hallar un oasis donde reponerse. Un oasis regado por la sencillez y la hondura del día a día.
En Zenda reproducimos cinco poemas de Música para tigres (Espuela de Plata), de Alejandro Bellido.
***
PROMESA
A mi madre.
Te he traído una bola de nieve de Luanco
sin mayor pretensión, yo no pensaba
que fuese a encandilarte como lo ha hecho;
ha sido una sorpresa ver la luz
que desprendían tus ojos abriendo el envoltorio
y aquellos comentarios que dijiste,
donde dejabas ver que qué buen hijo
y que acerté de pleno con lo que tú querías.
Y yo, que no demuestro ni el más simple
gesto de amor, yo te prometo
que de cada viaje que yo haga
mis manos te traerán una bolita
de nieve donde siempre, sin palabras,
te diré: «Me he acordado
de ti, mamá. Te quiero».
***
A UNA ROLLER GIRL
A Elena y su temeraria patrulla de roller girls.
Desde un banco te veo, roller girl,
ahí con tus amigas,
cerca de una escalera ーcomo un acantiladoー
que piensas descender.
No temes al peligro; estás riendo,
hablando de muchachos, de la noche de ayer
o no sé de qué cosas
sin dejar de moverte con tus rollers;
entonces retrocedes, te preparas
para bajar, y coges
algo de carrerilla, aceleras
y por el precipicio escalonado que
desemboca en la plaza desde la que te observo,
comienzas la bajada, asumes
todo riesgo portando una sonrisa:
eres joven.
Con los brazos en cruz y con los ojos
cerrados vas bajando, confiada,
y, sin que me dé cuenta, de repente,
ya has llegado a la plaza y enarbolas
de nuevo esa sonrisa gigantesca,
símbolo de una nueva victoria frente al mundo;
luego comienzas —los turistas
te miran sonrientes, contagiados—
a dar sobre tu propio eje vueltas
a modo de celebración
mientras tu pelo
—rizada selva roja desatada—
azota al viento con sus insolentes ascuas,
como si desafiaran la gravedad, la muerte
y las modulaciones de los astros
y todas esas leyes de la Naturaleza
que no te importan y que, para colmo,
desprecias.
Y, por eso, roller girl,
quiero anotar tu juventud aquí,
la maravilla de tu juventud girando,
y que siempre celebre en estos versos
cuando en las plazas dejes de girar como ahora
la belleza insolente de quien cree
que puede derrotar por fin al mundo.
***
HERENCIA
A mis abuelos.
Tengo vuestras palabras en la boca.
Me sorprendo al decirlas
con naturalidad; nunca las busco,
vienen igual que un gesto
aprendido hace mucho
o mi respiración.
Y eso me gusta,
me gusta ver que hay algo de vosotros
que está dentro de mí,
y que respira,
y que mientras yo viva
no morirá.
También
que, de alguna manera, al pronunciarlas siento
que puedo convocaros junto a mí
y sentir, aunque leve,
vuestro abrazo.
***
GALGO
Es increíble, galgo, cómo corres,
resulta impresionante verte tras
aquella liebre blanca que parece
de puro huir de ti, bola de nieve
en pleno lanzamiento o un manchurrón
blancuzco y temeroso, pues presiente
que ーa poco que te esfuercesー
penderá de tu boca resollante, en un rato,
sin vida.
Y me impresiona
ver esa anatomía
perfectamente diseñada para
cazar a aquella liebre; no he mirado
la Wikipedia, pero me imagino
que esa figura enjuta, aerodinámica,
tiene una tradición ya secular;
desde vete a saber en qué momento
los humanos pensaron crear un perro
que fatigase el aire, lo alborotase y des-
hiciese en multitud de invisibles jirones,
veloz cual proyectil para ser disparado
directo hacia su presa.
Y muchos cruces fueron necesarios.
Perros de todo mar y toda tierra
cruzándose incesantes
en la carrera larga de los siglos
ーy en todos esos cruces
la omnipresencia del humano siempre
como si fuera un dios, seleccionando,
decidiendo el futuro de la especieー
hasta que finalmente el prototipo
ya estaba terminado
y lo llamaron galgo.
Y no sé qué me pasa, pero ahora
después de estar pensando y contemplándote
con el trofeo colgando de tu boca
me doy cuenta: no he visto
jamás una victoria
más triste que la tuya.
***
WE NEVER LEARN
Puede que no te pierdas por ese lugar triste
al que llamamos vida; lo único que tienes
que hacer es elegir el camino que gustes,
no dejes que te indiquen nada: es tu vida al cabo;
sigue por esa senda, desoyendo a los necios,
que quieren que desistas. El mundo es solo un páramo
que intentamos decir inútilmente, puesto
que no existe verdad alguna, no hay camino
ーpues el camino se hace al andarー, y por eso
sé leal a ti mismo y piensa que la muerte
cuando vaya a buscarte se llevará en sus manos
aquello que quisiste con tanto empeño ser,
aunque los dioses fuesen parcos en darte dones
para que tú siguieses esa estrella escogida;
pese a todo, tu vida será digna de elogio,
de libertad un símbolo, y serás recordado,
pues digno es tropezar si eliges tú la piedra;
pues digno es fracasar si lo haces con tu rostro.
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Autor: Alejandro Bellido. Título: Música para tigres. Editorial: Renacimiento. Venta: Todos tus libros.
BIO
Alejandro Bellido (San Juan del Puerto, Huelva, 1993). Graduado en Filología Hispánica y Estudios Ingleses, ha publicado los poemarios La muerte en Cyterea (2018) y La oculta esperanza (2021). Ha participado en antologías de poesía joven como Piel fina (2019) o Luz nueva del suroeste (2015), y él mismo, además, ha realizado recuentos de la literatura de su provincia como Antología de poesía joven onubense (2015). Sus poemas pueden encontrarse en medios como Zenda, Anáfora, Casapaís o Maremágnum. Actualmente, codirige la revista literaria Centauros y copresenta el podcast de poesía Que tenemos que hablar de muchas cosas. Con Música para tigres resultó finalista del Premio Adonáis de poesía 2023. Algunos de sus poemas han sido traducidos al portugués.
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