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5 poemas de Pedro García Cueto

5 poemas de Pedro García Cueto

Pedro García Cueto (Madrid, 1968) es profesor de Educación Secundaria en la Comunidad de Madrid desde 2001; doctor en Filología Hispánica por la UNED y licenciado en Antropología por la misma Universidad. Ha publicado los siguientes libros de ensayo literario: La obra en prosa de Juan Gil-Albert (2009), El universo poético de Juan Gil-Albert (2010), La mirada del Mediterráneo, estudio de doce poetas valencianos contemporáneos en lengua castellana (2012), Juan Gil-Albert y el exilio español en México (2016), Francisco Brines, el otoño de un poeta (2021) y La llama poética de Luis García Montero (2022). Ha publicados tres libros de cine: Solos ante el cine (2020) y Sombras del celuloide (2022), La complejidad del actor, Robert De Niro (2023) y Luchino Visconti, el don de la belleza (2024). También ha escrito y publicado cinco novelas: La primavera de nuestro desencanto (2018), Los bulevares de invierno (2019) y Renglones en la lluvia (2021), Las nubes pensativas (2023), Lorca, espejo y sueño (2023) y tres libros de poemas: El sueño de las alondras (2018), La lentitud de la noche (2021) y La caligrafía del mar (2022). García Cueto es crítico literario y de cine y ha colaborado en revistas literarias como Clarín, Cuadernos del Sur, Barcarola y Revista de Occidente y revistas en la red: Ómnibus, Letralia… Ha participado en congresos como el celebrado en Alicante sobre la obra de Juan Gil-Albert en 2009 y en presentaciones de libros.

Zenda publica cinco poemas suyos, extraídos de La lentitud de la noche La caligrafía del mar.

***

EN UNA TARDE VALENCIANA

A Francisco Brines

Por Oliva el pensamiento
naranjos como racimos
que caen de los árboles
con luz en la mirada.
Otra tarde, maestro, en silencio
callada la lumbre del hogar.
Los libros como seres vivos
alfombrando el pavimento.
Otra tarde, en pleno sueño
en Elca con tu voz cansada.
El tiempo se marchita
con tupidas esperanzas.
Apenas queda nada, el mar
es lejano y transparente
te susurra su esplendor
cuando mira hacia poniente.
Maestro, recita ya
que la vida se hace noche
y en su lentitud
solo deja la ceniza.
En una tarde valenciana
converso con el viento
¿Dónde vas, maestro?
arrastrado hacia el abismo.
Miró, Gil-Albert, Sorolla
escriben y pintan la distancia
la de este día estival
como un cuadro que se borra.
Cierra el velo, poeta
deja tu eco en la estancia
los naranjos esplenden
de sabor a sol e infancia.

***

EL CUERPO                                                                                          

A Isabel Alamar

Tiene el cuerpo sus detalles
cuando lo acaricias en la noche,
busco la piel que brilla
en una luna original.
Toco tus manos,
cuento los dedos lentamente
y los acerco a mi pecho
conjugo tu voz con la mía.
En la noche todo calla
lejana la cigarra y su cantar,
los dedos son las yuntas
que exprimen el amor.
Amar hasta el tuétano
tocar nuestras caderas
decir que el día muere
y evadirse en un rincón.
En la tibia luz
se extingue una mariposa,
va suicida hacia la llama
muriendo en su esplendor.
El cuerpo, todo un mapa
que recorro en su extensión
cuando se aquieta la noche
solos en la habitación.
En la ventana, brilla el mar
los rumores de la playa
y ese incendio de las olas
que se hacen mariposas.
El cuerpo y nada
el cuerpo y todo
vivamos esta noche
por si no existiese aurora.

***

CASA ABIERTA

 A María Prado

La casa está abierta
en su interior vibran los muebles.
Los oigo estremecer
con su música interior.
El patio parece un huerto
con su flor en la cima
y en el aljibe el mar
que fue nuestro paisaje.
La casa está abierta
vibran las fotos de los muertos
que parece que nos miran
cuando cerramos la cancela.
Casa que fue confesión
donde jugaron nuestras pieles
en un solo y largo abrazo
con los ecos del amor.
Si cierro los ojos, veo tu cuerpo
camina despacio y lento
como si fuese un pensamiento.
He abierto la casa
he dejado que entre el mar
y la brisa lo cubre todo.
Casa que fue nuestro edén,
y ahora, huele a sal
a las olas que estremecen
en el aire, su sabor.
Casa niña, casa nuestra
casa con sombras y fulgor.

(De La lentitud de la noche. Editorial Olifante, 2021)

***

ALFONSINA Y EL MAR

Tu cuerpo roto
cuando lo acaricia el mar.
En olas tus besos idos
y en el atardecer callado.
Empieza a anochecer en la playa,
llena de hierba la arena
que un día rozó tus pies,
hierba fresca como agua salada.
Te adentras y el mar te llama,
pronuncias versos que oscurecen
ese acantilado donde sueñas
cuando la luna fue pensamiento.
Apenas se ve tu cuerpo
se pierde en el agua leve,
lo mecen las olas allí dentro,
donde muere tu voz cansada.

***

EL SENA Y PAUL CELAN

Vivías quemando hojas
como el que quema rastrojos de sueños
y el dolor se posaba dentro
en un día triste de tu vida.
Te arrojaste al Sena
y como si fuesen olas
te tocó el agua cristalina
mientras ardía de pena
toda una luz de la mar salina.
Celan, ¿quién te llama?
¿dónde vas hacia la nada?
cuando quemaba el agua tu mirar,
porque morir es siempre el final.
¿Por qué te apresuraste?
¿Acaso la mar te llamaba?
mientras tus poemas ardían
y eran sus hojas llamarada.

(De Poemas de la caligrafía del mar. Editorial Ondina, 2023)

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