En el Prólogo de Rave, el poeta Fran Soto recomienda a los lectores que, antes comenzar a leer uno de los poemas, “La ceniza que nos resta”, seleccionen su disco preferido y se enfrenten a los versos como quien disfruta de una partitura. Porque este libro es, en definitiva, un homenaje a todo lo que suena cuando nos lanzamos a bailar desenfrenadamente.
En Zenda reproducimos cinco poemas de Rave (Papeles de Trasmoz, editorial Olifante), de Boris Rozas.
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PATRIA
En efecto no se sabe a ciencia cierta
el porqué del poeta que se empeña
en construirse a sí mismo
como un castillo sobre la arena,
como el viejo cangrejo ermitaño
que levanta su edificio de versos
sobre playas vacías
de espaldas a la marea.
Le confunden los años que se suceden
desmemoriados
lo que sin duda fue en otro tiempo
y en lo que ahora se ha convertido,
el eco de fondo
de las voces crispadas
que callan a la hora del té,
sobre los cimientos
de una patria
que ya ni te nombra,
poeta.
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EL MAPA DE TI MISMO
Hoy volveré temprano a la estación elíptica
del distrito de La Defénsé
a sentarme en las escaleras del Gran Arco
mientras le doy vueltas a la quietud anterior
de la plaza de los Vosgos,
donde apenas hay niños y turistas
inmortalizándose
frente a la casa de Víctor Hugo.
Me pregunto qué pensaría él
si los viera desfilando ante la sombra
de su fama
sin apenas saber de la triste realidad de su
dramaturgia,
él que fue un autodidacta
convencido de ser el nuevo Chateaubriand
o no ser nada,
tú que de la nada
te mueves como en secreto por el mundo
para ser algo parecido
a un buen mapa
de ti mismo.
***
JAMAICA PLAIN
Soy el sueño de Gerardo Diego,
que aún le tiene miedo al mundo
mientras se debate por una almohada
con su padre,
como a veces soy la lluvia
de Jorge Luis Borges,
que oye caer a los hombres
por precipicios que no existen.
Soy Sylvia Plath
recordando con un nudo en la garganta
los suburbios de Jamaica Plain
antes de quitarse la vida,
como a veces siento que soy Jim Morrison
a los 27,
acariciando dócilmente a Pamela Courson
mientras la gota de lluvia de Borges
otra vez se detiene apacible
en su ventana.
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BÂTON-ROUGE
Recién sentado en su silla de mimbre
en la terraza abierta a la calle,
el poeta imagina la belleza
como segada
por un hacha invisible,
convertida en gafas de sol de marca
y largas propinas.
Luego se levantará de allí
teléfono en mano
y echará a correr de nuevo
mientras trata de escuchar el rumor de los
barcos
que recorren el río
en un último trance.
Su corazón es un suspiro
sobre una mesa de café vacía.
***
ÁLEX DE VENICE
Alex, de Venice, camina tranquila
mientras cae la tarde de su última vida,
la del marido que se ha ido
porque no se reconoce a sí mismo
en el espejo,
la del padre con principio
de alzhéimer
que trata de memorizar
un modesto guión de apenas diez líneas.
La del hijo que se siente
como partido en dos
mientras dibuja
los contornos de la niña
más pretendidamente guapa de su clase,
la del muelle con surfistas
que suspiran por comulgarse
un rato con las olas de juguete.
Alex, de Venice, camina tranquila
mientras cae la tarde
de su última vida,
no sabe asar carne en la barbacoa
pero tiene tiempo de aprender.
Otros escriben poemas más rotundos
al tiempo
que aprenden a volar
entre los muertos.
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Autor: Boris Rozas. Título: Rave. Editorial: Olifante. Venta: Todos tus libros.
BIO
Boris Rozas, vallisoletano de Buenos Aires, poeta de amplia trayectoria con diecisiete poemarios publicados, entre ellos Ragtime (CELYA, 2012), Invertebrados (Premio Pilar Fdez. Labrador, 2014), Las mujeres que paseaban perros imaginarios (Premio Umbral, 2017), Annie Hall ya no vive aquí (Premio León Felipe, 2018) o Lugares a los que volver con el buen tiempo (Valparaíso, 2022). Ha recibido numerosos premios por su obra, destacando el Internacional de Fuente Vaqueros, León Felipe, Pilar Fernández Labrador, Francisco de Aldana o Gonzalo Rojas.
Con le bastén a él, basta