Romina Funes es una poeta y gestora cultural nacida en Gral. San Martín, provincia de Buenos Aires, Argentina, en 1981. Ha publicado libros como Un modelo vivo (Editorial Nueva Generación, 2012), Todo el paisaje a la sombra (Editorial Lamás Médula, 2015) y Diez Noches en el Cuadrado (Editorial El jardín de las delicias, 2015). Ha participado en varias antologías y festivales internacionales. Coordina el ciclo “Letras & Música” desde 2010. Su obra Diez Noches en el Cuadrado fue llevada al teatro y al cine por la compañía TAWA. Algunos de sus poemas han sido traducidos al inglés, francés, portugués y rumano. Presentamos una selección de sus textos y tres poemas inéditos.
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LA GALLINA
Sentado en el banco
estabiliza
yo administro mi reserva
le digo cosas menores
que acaso ya sepa
él sabe
acaso ya lo sabe
su tierra está en mi casa
las varillas del día
el balde repleto
la callecita en desnivel.
Los estúpidos no
fatigosos con sus ampollas
atrapan una y la cortan al medio
después corren
quitan del medio sus caras
no ven
no ven que ahora por ejemplo
mi hombre se deshace adecuadamente de mí
me apoya posible y fuera de su alcance
deja corrido el borde
ceniza en la remera
me sopla cal.
¿Tendrá todavía? ¿Vendrá?
(ya casi termina)
los estúpidos no
el hombre
mi hombre
sentado en el banco
me arranca
me rompe
un tajo
un corte
me sopla cal.
Sentado en el banco
mi hombre sentado
mi
el hombre
marca
sola sola me deja
se deshace
me rompe
me besa
me besan
todos me besan
los estúpidos también
dale más
fijate que
parece cómo
los estúpidos no
basta me besan basta
los estúpidos no
sentado en el banco
mi hombre mira
advierte que así
tendida sobre la tabla
rota
pero no me recuerda
dale dale más
(ya casi terminan)
tabla
sangre
los estúpidos también
basta basta
mi hombre también
no recuerda
su tierra en mi casa
no recuerda
tabla
sangre
me sopla cal.
Terminan
ahora sí terminan
mi hombre los estúpidos se van
quedan restos
pelo
uñas
y sobre la tabla
una gallina seca.
***
Una hoja de menta
silba el nombre que nos contiene
dentro del cubo negro
la hoja sorda todavía de piel crece
somos la mitad de la visión te digo
mientras palidecen y mueren
alrededor de la maceta
aquellos que no pudieron con nosotros
muerdo tus labios y muerdo la hoja:
debajo brilla excesiva e inmune la raíz.
***
Como en la canción
la silla venía labrada
y ajusté sus relieves
hasta que fuiste parte del tallado
sándalo rojo, dijimos
pero pensamos en el color
y la textura del quebracho
la bandeja cargada sobre la mesa
lúcida entre nuestros cuerpos cansados
¿cuándo voy a poderte?
el bosque era inmenso y giraba
te ofrecí mi nombre para limitarnos.
***
El vidrio en la punta enmarca la piel
es un límite para el temor de la carne
tu cintura invierte las distancias
me obliga a desplegar y refugiarte
a saborearnos dentro del mismo pan
con las manos voraces ante los detalles
soltamos liebres y la siembra es dócil
el mapa va perdiendo el color
aprendo a desgranarme.
***
El cielo casi se abre
mientras gritábamos
buscamos las muecas
y deslindamos las imágenes
que nos hacían esperar
pudimos haber saltado
el vapor del baño esa tarde
cuando los muertos resbalaban
yo insistía en amarnos otra vez
no quería oler otra cosa
vos quieta y apoyada sobre los azulejos
repetías las noticias de la semana
la del viejo con el cartel en el cuello
o el diputado que se comió a su prole
afuera una nena cortaba un jazmín
comé un poquito, le decía a su perro
comé, mirá que rico, dale
mi abuela abuela niña
niña jazmín
curva lánguida bajita
la flor más blanca recién cortada
en tiempos de hospicios
los aromas cobran relevancia
reminiscencias húmedas
de mujeres calladas.
Una poeta que es necesaria leer, cuando todo parece lo mismo y rendirse esta a la vuelta de la esquina, aparece Romina Funes y dan ganas de darlo todo.
En un páramo de facilísimo efectivista, emergen voces cómo esta, que nos recuerdan el secreto tesoro de la sutileza y el misterio que encierra (pero no llega nunca a contener) el lenguaje.