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5 poemas de Siempre será tu casa, de Paola Soto

5 poemas de Siempre será tu casa, de Paola Soto

Las piezas que conforman este poemario giran en torno a la casa como elemento disparador de preguntas: ¿qué significa realmente una casa?, ¿cómo cambia o se transforma?, ¿qué lugar ocupa en nuestra vida?, ¿vale la pena regresar a ella?…

En Zenda reproducimos cinco poemas de Siempre será tu casa (Manos de pan), de Paola Soto.

***

VIDEOLLAMADA

Hola, mi amor. ¿Me escuchas?

Yo la escucho.

¿Hija? No te oigo, ¿tú me oyes?

Le grito como si tuviera esperanza,
le digo que sí.
Madre, te escucho
agotando los recursos antes de dormir,
o al despertar.

Yo te veo, ¿tú me ves?

Con el recuerdo te veo,
con tus manos de crema,
con tus labios tan rojos.

No se entiende nada, mi amor.

Yo sé,
te hablo sin pensar que el hilo de mi voz pueda romperse.

Te voy a llamar otra vez, hija.

Pero se rompe.

Espérame.

Te espero, sí,
en la confusión del tiempo,
para que apagues la luz al final del día.
Te espero, madre.
Aquí estoy.

***

NUNCA NADIE ME VIO

Una vez me oculté sabiendo
que esa parte mía
que fue tan hermosa
no volvería a serlo.
Una vez perdí el lenguaje que inventan las parejas:
el tono de voz para decir lo siento
o decir amor,
esa coreografía obvia en lugares estrechos
para no tropezar, solo coincidir
como dos personas con un buen destino.
Esa vez ella se fue y no fue distinto
a cuando se fueron los hombres
que amaron a mis amigas,
a mis hermanas,
a mis tías,
como quien no dice a dónde va,
dejando a una de las dos partes inerte.
Se fue y me oculté prendida en fiebre.
Tenía que elegir entre el duelo
y el miedo
y tuve miedo de decir su nombre,
de volver a tocar su mano si la veía,
mientras trataba de no dejar en evidencia
el gesto estúpido que dominé al crecer:
dirigir hacía mí el enojo
que sentía hacia la gente.
En el vacío de la ausencia,
a nadie le pareció extraño no ser testigo
de esa parte mía que fue tan hermosa
y ya no existía.
Nadie nunca me vio,
por eso no entendían que no estaba enferma,
sino olvidando.
Nadie me vio sufriendo cuando sufría
porque antes
nadie nunca me vio amando.

***

NO ES EL CIELO

Desde las alturas
no se ve cristalina la ciudad donde nací,
no es un campo de batalla azul Caribe,
es solo un paisaje difícil:
una nube impura separa el cielo de la tierra.
Una nube de combustión,
magnífica densidad tóxica de las refinerías petroleras.

Si pudiera contarte
que la riqueza de la ciudad nos va borrando de a poco,
que no aterrizaré bien,
sino dispuesta
a besar la tierra que te contamina.
No importará de repente habitar una ciudad más estrecha,
bañarme de suciedad mientras caminamos a comprar el pan
con tal de abrazarte,
de tocar tu piel ahogada en grasa
por el humo denso,
sin empañar la alegría.
Si pudiera te diría la verdad:
que no es una nube lo que nos cubre,
sino una mentira gris.

Que cuando levantas tus ojos no es el cielo lo que miras.

Pero estar contigo hoy,
después de tanta espera,
desordena mi escala de urgencias.
No me parece importante que el peligro
se funda con el aire que respiro
porque puedo estar cerca de ti
cuando lloras de emoción,
hundirme en tus recuerdos,
escucharte dormir,
cuidar tu piel del sol.

Incluso envenenada siento que puedo construir un domingo.

No digo nada más,
solo eso que quisieras saber:
que estoy bien,
que te quiero,
y no que me callo,
no que me muero
aquí
también.

***

ESCRITURA SOBRE LA PIEL

No quiero sentir cómo mi cuerpo sufre,
no lo dejo sufrir,
no creo en su proceso.
Lo ataco,
lo callo,
lo anestesio.
Tengo la piel enferma
y una mente que no me cuida.
Voy sabiendo que algo me pasa,
me lo hice yo,
pero no duele la profundidad del daño:
duele no ser más leve,
tomar pastillas para la calma
y no para la cura,
no hay cura.
Me distraigo con la simpleza del ser humano
que en los días difíciles,
en plena adultez,
recuerda el pasado
y quiere la ternura de palabras viejas.
Como el conjuro de mi abuela que una vez me protegió
al verme tan triste,
y levantó su mano
para hacer una cruz en el aire
imposible de alcanzar.

***

POR FIN ENTIENDO

Me ves desde afuera
y en vez de asumir quién soy
entras en mí.
Logras devolverme al centro
para no perderme en el tiempo cuando pienso de más.
Es la dulzura de tu acento diferente
lo que mantiene mi pulso en su ritmo natural.
Incluso en medio del llanto
eres tú
dejando que fluya el agua,
el vino,
eres tú
quien vuelve a traer la fiesta a nuestras vidas,
como una muestra de que tu carne
aún late al lado de mi carne
después de la desgracia,
eres tú
quien sabe cómo reír para encontrarnos.

Hoy por fin estoy aquí,
por fin entiendo que a veces no quiero ser esta persona
pero siempre quiero ser esta persona que no deja de verte
cuando me dices cómo te sientes
o cuando repasas conmigo los errores
o cuando sabes que el mundo me asusta un poco
y, aun así, bañarme en tu fuente inagotable de ternura
parece ser la única razón por la que puedo atravesar la vida.
Despierto cada vez más conmovida
de que existas
y de saber que puedo ser feliz
sin tener que pedir perdón
todos los días.

—————————————

Autora: Paola Soto. Título: Siempre será tu casa. Editorial: Manos de Pan. Venta: Todos tus libros.

BIO

Licenciada en Comunicación Social, poeta, escritora y editora. Ha colaborado con reseñas literarias para distintos medios de Venezuela, Argentina y España. Es autora de los poemarios Mal abrigada (Valparaíso Ediciones), traducido al francés bajo el nombre de Sans-manteau (Editorial Tango Girafe), y Toda esta distancia (Ediciones Continente). Durante ocho años residió en Buenos Aires y actualmente vive en Madrid. Desde el 2021 imparte talleres de poesía y escritura creativa de manera online y presencial. En octubre de 2023 fue seleccionada para asistir a la residencia de arte Can Serrat en El Bruc, Barcelona, donde terminó de escribir este libro.

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Jorge
Jorge
13 ddís hace

Me gusta mucho la poesía! En ocasiones es un relato corto de lo que siente nuestra alma. Una forma de identificarnos en caminos similares.

Norma
Norma
12 ddís hace

Calida y profunda, conmovedora