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5 poemas de Sonetos del parto, de Juan Alberto Vich Álvarez

5 poemas de Sonetos del parto, de Juan Alberto Vich Álvarez

«Juan Alberto Vich es un joven poeta, pero posee la madurez del creador que se enfrenta a los grandes problemas de la existencia y no se deja abatir por las imperfecciones de la vida. Sus Sonetos del parto constituyen una aguda reflexión sobre el nacimiento, la educación, la génesis de una perspectiva existencial y su cristalización en palabras luminosas y precisas. Vich comparte con Heidegger la idea de que hemos sido arrojados al mundo, pero no considera que ese hecho represente una desgracia. Vivir es una gran oportunidad. Aunque nos desgaste, el tiempo es nuestro aliado. Nos permite crecer, percibir, madurar, comprender. Nada de eso sería posible sin los cuidados que nos prodigan nuestros padres. Nuestra vulnerabilidad, que nos hace dependientes durante la niñez, no es una desgracia, sino la herramienta que afila nuestra inteligencia. La perfección espiritual no sería posible sin el reconocimiento de nuestra fragilidad. Aprendemos porque sufrimos y ese dolor solo se aplaca mediante la felicidad de añadir nuevas cosas al mundo. La poesía no es un mero género literario, sino creatividad radical. Dilata los límites de la realidad, mitiga los estragos del tiempo, trasciende la muerte con palabras sustraídas al implacable devenir». Rafael Narbona

Zenda comparte cinco poemas de los Sonetos del parto, de Juan Alberto Vich Álvarez (Loto Azul).

***

NACER, QUE ES MORIR

Dicen que las efímeras no lloran,
que no tienen opción ni de secarse
cuando salen del agua ni de verse
aleteando en los lagos que moran.

Dicen que la edad llega sin dar cuenta
y que impera la prohibición factible
de una flecha del tiempo reversible:
atroz, inmisericorde y violenta.

No abandona —el ser— la fría ceniza,
perdura firme en su estar-ahí-siendo,
mientras tenga la historia su recuerdo.

Y, vista la memoria escurridiza
de los viejos estando-ahí-muriendo,
guardo mis miedos y esperanzas pierdo.

***

LOS APÓSTOLES DE OTEIZA

No sirven otras uñas que las propias
para arrancar las vísceras internas
y vaciarse, retorciendo las piernas,
aullando dolor, evitando impías

licencias poéticas que mancillan
el buen hacer. Desprovisto de sí,
el poeta no-es, canta frenesí
sin ser cantor. Los versos brotan, brillan

en los negros y recónditos páramos,
llamean vivos bajo una intuición
de naturaleza desconocida.

Susúrrame al oído tus reclamos,
excarcela en mi pecho tu canción,
ave que vuela sanando mi herida.

***

LA ADELFA

Que brote la adelfa de este florecer
con la eterna intensidad de las llamas
y que como espadas nazcan sus ramas
tendiendo al cielo celeste su crecer.

A contraluz sus hojas brillan vivas,
sus flores de colores lucen blancas;
señalan, como pentalfas, estancas
sus puntas de corolas primitivas.

Véase la belleza en el veneno
y el veneno en la efímera belleza,
expuesta hasta que perece marchita.

La muerte se hace parte del terreno,
se hace germen de la naturaleza,
su negra raíz se anuncia bendita.

***

O

En el arte de Dios existe el punto,
nada más que él y un lienzo introvertido.
Centro y ser en sí, un aleph contenido
en un espacio de todo-difunto.

La mirada suprematista pide
forma pura, ¿acaso no es, poesía?
Los cuadrados y las cruces de iglesia
son esencia, trascendencia… ¡Divide!

Observa la piedra de techo y túmulo:
la muerte es forma, punto, cántico, arte.
¡Cubre mi féretro con una rosa

y niega su palabra con un círculo!
Fragmenta, toma del todo la parte.
Manifiesta el cero, el nicho, la losa.

***

LA RESURRECCIÓN DE LA VOZ 

Durante el primer canto, al amanecer,
creí haber escuchado a tu creador
dirigirse a mí desde el hondo interior
de la llama alegre y consciente del ser.

Su muerte es —hoy— capítulo lejano,
no pudiendo ser quien creí haber sido;
siendo, de hecho, un sonido mantenido,
rescoldo del significado humano.

Ahora entiendo, hijo, lo que dicen
tus luceros ojos cuando te miro
y de tus versos me siento cautivo.

Que, pese a que a muchos atemoricen,
la flecha del tiempo oculta un respiro:
saber que, en tu nombre, resido vivo.

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Autor: Juan Alberto Vich Álvarez. Título: Sonetos del parto. Editorial: Loto Azul. Venta: Todos tus libros.

BIO

Juan Alberto Vich Álvarez (Donostia – San Sebastián, 1992). Escritor, graduado en Ciencias Químicas y en Filosofía. Realizó un máster en Filosofía, Ciencia y Valores en la Universidad del País Vasco. En la actualidad es doctorando en Filosofía del Arte en la Universidad de Deusto. Trabaja como gestor cultural y colabora en diferentes revistas y medios digitales. Fundó y dirige la revista cultural Trépanos, una publicación interdisciplinar de corte artístico, científico y literario. Ha publicado la novela La siega, Círculo Rojo (2017), el ensayo Los problemas de tener un hijo suicida. Manual de educación, Tabula Rasa (2020), y el poemario Sonetos del parto, Olé Libros (2023).

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Adilberto mora
7 meses hace

Hermosos poemas. Bendiciones

Francisco
Francisco
7 meses hace

Formalmente los sonetos dejan mucho que desear. Circularía mucho mejor la idea, que no es mala, si anduviera menos constreñida y encorsetada en verso libre o en silva en verso blanco.