El último poemario de Carlos Salem parece haber sido escrito por un muerto lleno de ganas de vivir. Los poemas de Una cicatriz con cremallera discurren entre el amor que se añora y se espera volver a descubrir a la vuelta de cualquier esquina —o a la salida de un bar—, y el odio que se desvanece cuando una simple flor asoma entre dos adoquines. Y es que este libro es un columpio: va del dolor a la ilusión, de la crítica a la esperanza, del principio al fin…
En Zenda reproducimos cinco poemas de Una cicatriz con cremallera (Averso), de Carlos Salem.
***
Café y cenizas
Vuelve si el mundo es una almohada.
Tiene llave de cada casa en que viví.
Ocupa mi lugar. Fuma en la cama.
Se cuela en mis fotos de infancia,
cuando ella aún no había nacido.
Es el deseo que pedí al soplar las velas.
El primer «siempre» que escribí.
El único en el que he creído.
Se queda más del tiempo permitido.
Persuade a los relojes
para que sea noche entre nosotros.
Me imprime sus abrazos. Me lustra el esqueleto.
Se desnuda de memoria.
Me deja sitio y entro.
Cometemos en sueños proezas
de esas que sublevan vecindarios.
Nos hacemos amorosas salvajadas.
Nuestra discreción es el escándalo.
Grita que me equivoco y confundo los tiempos.
Que esta felicidad es un ahora y no un recuerdo.
Y así despierto
exhausto y sonriendo.
Espero que vuelva del baño o de la calle
tejiendo cordilleras de aire con los dedos.
La amnesia feliz dura un momento.
No sé si vino
como tortura
o como premio.
Intento leerlo en las cenizas
que ha dejado en las sábanas,
pero suspiro y las disperso.
Luego sonrío,
por si acaso.
Hago café.
Y empiezo a escribir esto.
***
Lágrima de cíclope
I
Todo era una aventura mitológica,
temblor de continentes, carne de leyenda,
cuando nos perseguíamos,
mutuos minotauros minuciosos,
abriendo en su cuerpo laberintos.
¡Cuánto amaba yo los sinuosos interrogantes
de sus omóplatos!
¡Con qué brutalidad tan delicada
abrazaba mis certezas!
Los recuerdos nos visten de leyenda,
pero toda la ropa nos sobraba.
II
Troya no ardió.
El caballo solo fue una metáfora con ruedas.
Ya no hay ecos ni vecinos en pie de guerra.
Nos volvimos talón,
aburridos de ser tan invencibles.
Ahora las victorias saben como derrotas
y cada uno hace la guerra por su cuenta.
No puedo regresar a Ítaca. Sin ella es una isla
a la que le sobran los turistas.
La culpa no fue de las sirenas.
Mi amazona hoy monta un utilitario con extras de serie.
Penélope se cansó de esperar a los 3 meses.
Hizo bien.
Helena y Paris acuden cada jueves
a un discreto club de swingers.
Donde acaba el amor, comienzan los poemas.
Cuando ya no hay nada que preguntar,
llegan, prosaicas, las respuestas.
Ahí. Dónde. Cómo.
Cuando ya no importan.
Un ciego nos dibuja de memoria.
Un cíclope nos dedica una lágrima sola
y gigantesca.
***
Rema
Hay bestias en el lecho del mar
que se alimentan de los miedos ajenos.
Hay abismos sin fondo en cada charco.
Hay vientos que soplan al mismo tiempo
y en opuestas direcciones,
para que no podamos ir a ningún lado.
Hay puertos de mentira.
Y muelles más afilados
que cualquier arrecife.
Y, a pesar de todo, hay horizonte de sobra.
Aunque te borren
las orillas de los mapas
y te corten las manos,
sigue remando.
***
Envidia de alas
Esta envidia de alas viene de alguna parte
pero lleva a ningún lado.
Recuerdo que confundíamos
saber con hacer algo
y ver volar con haber volado.
Mirábamos al costado con recelo del semejante,
porque nos conocemos.
Mirábamos las pantallas como espejos mejorados.
Mirábamos para arriba hasta que el cuello dolía.
Entonces, nos lo cortaron.
Nunca miramos para adentro.
Nunca miramos para abajo.
Inventamos los globos para pincharlos
y los aviones
para que volar costase muy caro.
Volveremos a intentarlo. En vano.
Donde empieza el hombre,
acaba siempre el pájaro.
***
Un poema
Sueño un poema diminuto,
que te sirva de casa y de paraguas,
de cama para acostarte con quien quieras,
de trampolín para saltar o no,
un poema a prueba de promesas y de trampas.
Ojalá un poema tan cadena de papel
que tus lluvias lo deshagan
y tus vapores lo escriban de nuevo,
con otras palabras que me nombren antes de borrarse.
Por favor, un poema invisible,
para que nadie más que tú lo lea
y nadie más que yo lo olvide.
Un poema como un cuadro
de Picasso, como un coliseo hecho con cerillas,
como un banquete de garbanzos en agosto,
como una ducha de lujo en un barreño.
Un poema sin patillas.
Un poema trapecio,
para saltar sin la derrota anticipada de una red.
Un poema helado de fresa de la infancia,
postal de tu terraza para colgarlo
en cualquier pared del mundo inventando ventanas.
Un poema circular
que te bese la nuca por sorpresa,
o haga muecas detrás de ti a los espejos.
Un poema sin barrotes, ni puertas, ni cerradura;
es decir, un poema que sea
lo contrario de una jaula.
Un poema con el mapa exacto del tesoro,
al que le falte solo ese trocito.
Un poema cuerda para que lo saltes,
un poema que te sepa a cerveza y a mí
(y que te cueste 100 borracheras establecer la diferencia).
Un poema espiritual escrito con cada parte de tu cuerpo.
Un poema con paredes y sin techo.
Un poema sin planos y con alas,
un poemalo que te recuerde momentos buenos,
un poetriste que te haga sonreír,
un poetardo que te estalle blandamente
entre las manos y cause menos daño que nostalgia.
Un poema. Poca cosa.
No necesitas más
para desatar primaveras
en todos los desiertos.
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Autor: Carlos Salem. Título: Una cicatriz con cremallera. Editorial: Averso. Venta: Todostuslibros, Amazon y Casa del Libro.
BIO
Nacido en Buenos Aires (Argentina) en 1959, Carlos Salem reside en España desde 1988. Poeta, novelista, periodista y agitador cultural, ha publicado 49 libros en español desde 2007. Sus textos se han editado en Francia, Suiza, Alemania, Italia, México y Argentina, habiendo recibido reconocimientos como el Premio París Noir de novela negra o el Violeta Negra.
Fue fundador del Bukowski Club de Madrid, bar literario que inició el actual movimiento poético de los micros abiertos. Entre sus libros de poesía destacan Si dios me pide un bloody mary (2008), Orgía de andar por casa (2009), Memorias circulares del hombre peonza (2010), El animal (2013), #Follamantes (2014), El amor es un crimen perfecto (2015), Con un pájaro de menos (2016), Te he pedido amablemente que te mueras (Bilingüe español-francés, 2018), Solamente muero los domingos (2018), La rebelión de los follamantes (2019), Una sirena en la montaña (2021) y Mudanza de cenizas: 25 incendios (2022).
Siempre tan acertadas palabras, Laura.