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5 poemas de Vasko Popa

Vasile “Vasko” Popa fue un poeta nacido en Grebenac, Serbia, en 1922. Estudió en Belgrado, Bucarest y Viena. Luchó como partisano al lado de Tito durante la Segunda Guerra Mundial y estuvo recluido en el campo de concentración nazi de Bečkerek (hoy Zrenjamin) en territorio yugoslavo. Tras la guerra trabajó como editor en el seno de la editorial Nolit. Definido por Charles Simic como “el último de los grandes innovadores”, ocupa un lugar esencial en la poesía centroeuropea del siglo XX. En 1953 apareció su mayor poemario, Corteza, y en 1972 fue elegido miembro de la Academia Yugoslava de Ciencias y Artes. Compiló la influyente colección de poemas populares, cuentos anónimos, proverbios y adivinanzas serbios titulada La manzana dorada (1958). También antologó la poesía humorística serbia en El hombre que ríe (1960). El libro El cansancio ajeno: poesía completa, editado por Vaso Roto en 2012, recoge la totalidad de la obra poética del autor, compuesta por ocho libros: Corteza (1953), Campo sin sosiego (1965), Cielo secundario (1968), Tierra erguida (1972), Sal lobuna (1975), La casa en medio del camino (1975), Carne viva (1975) y Tajo (1981). Obtuvo distinciones como el Premio del Estado de Austria a la Literatura Europea y el Premio AVNOJ. El surrealismo y el folclore popular son dos de los ejes de su poesía. Murió el 5 de enero de 1991 en Belgrado.

***

Lección de poesía

Nos sentamos en un banco
Frente al busto del poeta Lenau

Nos besamos
Y de paso hablamos
De versos

Hablamos de versos
Y de paso nos besamos

El poeta mira hacia algún lugar
A través de nosotros
A través del banco
A través de las conchillas del sendero

En el parque de la ciudad de Vershats
Yo sin premuras voy aprendiendo
Qué es lo más importante en la poesía

***

El triángulo sabio

Había una vez un triángulo
Tenía tres lados
Escondía el cuarto
En su ardiente centro

De día escalaba sus tres cumbres
Y admiraba su centro
De noche reposaba
En uno de sus tres ángulos

Al alba contemplaba cómo sus tres lados
Convertidos en tres ruedas ardientes
Se perdían en el azul sin retorno

Sacaba su cuarto lado
Lo besaba y quebraba tres veces
Para ocultarlo de nuevo en el viejo lugar

Y otra vez tenía tres lados

Y de nuevo escalaba de día
Sus tres cumbres
Y admiraba su centro
Y de noche reposaba
En uno de sus tres ángulos

***

La casa en mitad del camino

1

Nuestra casa está en mitad del camino
Que une el primer sol con el último

Nuestra negra suerte de doradas manos
Fue nuestro único arquitecto

Imaginó parece un puente celestial
Una balanza de sol quizás
Y resultó una casa

2

Desde entonces surgen espectros en el camino
Y seres peligrosos y altisonantes
Y comerciantes de sol

Desaparecen las casas hermosas
En la lucha entre cielo y tierra
En el rechinar de la oscuridad
En el grito de socorro de la luz
En el pataleo de los cascos sobre el techo

3

Cada tanto el cielo se separa de la tierra
La casa aparece de nuevo en mitad del camino
Aparece hermosa

Sí como un puente celestial
Como una balanza de sol

4

El camino sigue ocupado en sus cosas
Une el primer sol con el último

Sólo los vientos
Que sirven en torno a la casa
Dispersan el hedor de los cuernos ardidos

***

La puerta

¿Por qué abrir la puerta?

Hay que buscar tanto tiempo para encontrarla. A veces está
en una pared, a veces en el techo, a veces debajo del mismo cabezal.

Y es tan difícil abrirla. Te rompes las uñas sólo para entreabrirla
y no te puedes detener en el umbral más de un instante: se te
nubla la mirada, te precipitarías al abismo.

¿Por qué abrir esa puerta que no lleva a ninguna parte? Abres
sus hojas y ante ti se descubre la oscuridad, la hueca oscuridad. Si
por lo menos condujera a otro cuarto, a un jardín o un balcón con
hermosa vista.

Sin embargo, hay que abrirla. A cualquier precio hay que abrir
esa puerta.
Para que haya aire.

***

13

Caen los pilares que sujetan el cielo

Despacio el banco con nosotros
Se hunde en el vacío

¿Nos aburriremos para siempre
En este silencio de piedra?

Por los ojos por la frente
Brotará la semilla de nuestras palabras

Los días se desbandaron

¿Esperaremos para siempre que el sol
brille en nuestras costillas?

Escuchamos cómo laten nuestros corazones
En la garganta de los pilares muertos

De nuestros pechos salimos corriendo

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