Inicio > Poesía > 5 poemas de Derek Walcott

5 poemas de Derek Walcott

5 poemas de Derek Walcott

Fue el máximo representante de la literatura del Caribe anglófono. Su obra poética es extensa y ha sido reconocida con numerosos premios. A continuación puedes leer 5 poemas de Derek Walcott. 

El amor después del amor

El tiempo vendrá
cuando, con gran alegría,
tú saludarás al tú mismo que llega
a tu puerta, en tu espejo,
y cada uno sonreirá a la bienvenida del otro,
y dirá, siéntate aquí. Come.
Seguirás amando al extraño que fue tú mismo.
Ofrece vino. Ofrece pan. Devuelve tu amor
a ti mismo, al extraño que te amó
toda tu vida, a quien no has conocido
para conocer a otro corazón,
que te conoce de memoria.
Recoge las cartas del escritorio,
las fotografías, las desesperadas líneas,
despega tu imagen del espejo.
Siéntate. Celebra tu vida.

En los otros ochenta, cien veranos que marcharon

En los otros ochenta, cien veranos que marcharon
como la luz de un paraíso doméstico, la idea del cielo
de un hedonista era el aparador de una cocina francesa,
manzanas y garrafas de arcilla de Chardin a los Impresionistas,
el arte era une tranche de vie, queso o pan horneado en casa-
la luz, en su opinión, era lo mejor que el tiempo ofrecía.
El ojo era la única verdad, y aquello que atraviesa
la retina se desvanece al amanecer; la profundidad de nature morte
era que la propia muerte es sólo otra superficie
como el lienzo, pues pintar no puede capturar el pensamiento.
Cien veranos que se fueron, con el acordeón que hace olas,
faldas almohadilladas, grupos en botes, golpes blancos como zinc en el agua,
muchachas cuyas mejillas ruborizadas no sobrevivieron a sus rosas.
Entonces, como tubos desecados, los soldados retorcidos
se amontonaron en el Somme y Verdun. Y los muertos
menos reales que una explosión fatal de crisantemos,
idéntico carmesí para la naturaleza muerta y la matanza
de jóvenes. Tenían razón -todo le vale
al pintor con su caballete puesto como un fusil en los hombros.

Fama

Esto es la fama: domingos,
una sensación de vacío
como en Balthus,

callejuelas empedradas,
iluminadas por el sol, resplandecientes,
una pared, una torre marrón

al final de una calle,
un azul sin campanas,
como un lienzo muerto

en su blanco
marco, y flores:
gladiolos, gladiolos

marchitos, pétalos de piedra
en un jarrón. Las alabanzas elevadas
al cielo por el coro

interrumpidas. Un libro
de grabados que pasa él mismo
las hojas. El repiqueteo

de tacones altos en una acera.
Un reloj que arrastra las horas.
Un ansia de trabajo.

Las gaviotas discuten con el rocío de las olas

Las gaviotas discuten con el rocío de las olas, mientras los rabihorcados
hacen círculos durante horas, en un batir de alas, alrededor del arrecife
donde un pontón se oxida. Un año ha finalizado sus tormentas, y los hombres
llenos de miedo han escudado las vidas como faroles de sus ventoleras,
o caído juntos en hogueras. Pero ahora se abren espacios azules como
hendiduras en el humo, los pájaros se pliegan en grietas de rocas
cuya arena ha sido rastrillada de huellas. La mar,
que se precia de que ningún hombre la marque,
aún ofrece tales lugares para la pluma egoísta,
y la isla de coral del cerebro tiene lugares donde la república
del pólipo fue construida para nosotros -cuevas hipnotizadas
que se agitan con la luz de la ola, jaras que blanquean
con indiferencia creciente madera flotante o barcos que se fueron a pique.
Tras un año podrías llamar guerra a la conmoción
de los bancos de arena cañoneados por las olas,
y los robos a pico armado que las gaviotas practican entre sí
porque todo es en honor del dios gaviota. Pero hay islotes donde nuestra
sombra es anónima, con pececillos cuya similitud se nos
escapa mientras la cadena del ancla matraquea desde la proa.

Puedo sentirla viniendo de lejos

Puedo sentirla viniendo de lejos, también, Mamá, la marea
desde el día ha pasado su vez, pero aún noto
que como una gaviota blanca relampaguea sobre el mar, su lado inferior
atrapa el verde, y yo prometo usarlo después.
La imaginación ya no se aleja con el horizonte,
mas no hace sino volver. En el borde del agua
devuelve cosas limpias y fregadas que el mar, a modo
de basura, ha blanqueado, casto. Escenas dispares.
Las casas de los esclavos, azul y rosa, en las Vírgenes
bajo los vientos alisios. Mi nombre atrapado en
la almendra de la garganta de la abuela.
Un patio, un viejo bronceado con bigote
como el de un general, un chico dibujando hojas de aceite de castor
con mucho detalle, esperando ser otro Alberto Durero.
Los he mimado más que a la coherencia
mientras la misma marea para los dos, Mamá, se aproxima –
las hojas de parra poniendo medallas a una vieja cerca de alambre
y, en el patio pecoso de sombras, un anciano como un coronel
bajo las verdes balas de cañón de la calabaza.

4.5/5 (39 Puntuaciones. Valora este artículo, por favor)
Notificar por email
Notificar de
guest

1 Comentario
Antiguos
Recientes Más votados
Feedbacks en línea
Ver todos los comentarios
Amparo
Amparo
11 meses hace

Precioso

reCaptcha Error: grecaptcha is not defined
  • Alejandro Zambra: “En la literatura, el único método infalible es el ensayo y el error”

    /
    abril 01, 2025
    /

    “En la escritura el método infalible es el ensayo y error. Si uno se empantana mucho en un método va mal. Quizá está la virtud del hábito, para no sentirse estancado, pero cada libro responde a un procedimiento distinto, y solo se ve en retrospectiva“, señaló Zambra (Santiago, Chile, 1975) en un encuentro con lectores en Santiago de Compostela. Lo que en un principio debían ser preguntas y respuestas terminó por convertirse en una charla a modo reflexivo, en la que Zambra expresó sus inquietudes literarias y creativas desde que publicó en 2006 Bonsái hasta su último libro, Literatura infantil….

    Leer más

  • Guillermo Saccomanno: «Nadie es inocente»

    /
    abril 01, 2025
    /

    Guillermo Saccomanno declina hablar de Milei. No lo hace por carecer de una opinión, sino porque evita mencionar malas palabras, las de mayor bajeza. Prefiere hablar de literatura, de cómo se construyen los territorios propios de la novela y que intentar huir del pensamiento adocenado, trillado por la repetición de lugares comunes.

  • Neutralidades que matan, por el conde de Romanones

    /
    abril 01, 2025
    /

    Este artículo apareció firmado con una X. Tal era el ambiente convulso que reinaba en España solo un mes después de que estallara la Primera Guerra Mundial. El director del diario publicó una nota aclarando que no había sido escrito por ninguno de sus redactores, quienes en absoluto compartían su contenido. El artículo levantó tanta polvareda que pronto fue identificado el conde como su autor. El momento actual de Europa otorga una gran actualidad al texto del editor y político del Partido Liberal. Sección coordinada por Juan Carlos Laviana. *** La contestación fue precisa y terminante, y con ella y con la declaración…

    Leer más

  • A ninguna parte

    /
    abril 01, 2025
    /

    De la necesidad El griego que inventó Toledo Cuando llegó a Toledo, Doménikos Theotokópoulos era un hombre maduro y quizá no confiaba mucho en que la vida le brindara oportunidades muy distintas de las que habían quedado a sus espaldas. Había adquirido algo de fama en su tierra natal mientras se entregaba en Creta a la pintura de iconos de posbizantinos y venía de pasar diez años en Italia, estudiando primero en Venecia los estilos de Tiziano y Tintoretto y más tarde el de Miguel Ángel en Roma. Al pisar por vez primera la plaza de Zocodover contaba treinta y…

    Leer más