Su vida política y su posicionamiento ideológico eclipsó en muchas ocasiones su faceta literaria. A continuación os ofrecemos 5 poemas de Dionisio Ridruejo.
Asalto
Suave y firme tu mano.
No tembló tu corazón; era un instante
de calma y superficie
en tu voz como plata con arena
y en la húmeda pizarra de tus ojos.
Ha sido ahora, ausente,
cuando el tacto recuerda una caricia
y sangre adentro va tu aroma alzando
el oleaje y quema tu piel de oro.
Sufro extrañado en esta mano nueva
con su emoción de almendro,
que late y crea al recordar. La paso
por los objetos de costumbre: el hierro,
la madera, el cristal, la lana -tuyos-
y una descarga eléctrica de rosas
los hace carne viva.
Cómo mana tu savia ardiente
Nos junta el resplandor en esta hoguera
que tu alabastro transparenta y dora,
y en lenguas alegrísimas devora
una viña de muerta primavera.
Astros de velocísima carrera
resbalan en tus ojos, y me explora
todo tu ser en ascua tentadora,
el corazón que consumido espera.
Amada sin secreto, tan cercana,
veo íntima y abierta, en un ocaso
que hace el sol en ti misma, cómo mana
tu savia ardiente bajo limpio raso;
y hago sarmiento de mi amor, que gana
oro para la sed en que me abraso.
El amor desierto
Quien le dé un corazón a este minuto
yerto, a este fluir sin armonía,
a esta mi sangre dolorosa y fría,
a este seco dolor sin voz ni luto.
Quien pula aristas al diamante bruto,
quien vuelva al ave su perdida guía,
quien haga soledad y compañía,
voz y silencio al cántico absoluto.
Quien me devuelva todos mis paisajes
y vea, en mis quietudes recogida,
costa anhelada y velo de mis viajes;
Quien la salud me torne con su herida,
quien a mis sueños vista con sus trajes,
¡ansia sin forma! cumplirá mi vida.
Epitafio de la amada en la voz del amante
No es, enterrada bajo sauce mudo,
piedra y silencio su presencia pura,
la encuentro en alas de tu voz segura
de vida y muerte en amoroso nudo.
Su luz erige tu clamor agudo
y en él anida su feliz ternura,
puebla del gozo la florida altura
y de los llantos el vergel desnudo.
Todo tu verbo de su pulso nace,
toda tu tierra se estremece y vive
de ser la tierra en que su forma yace.
Tu ser cumplido de su ayer recibe
este balido que en sus labios pace
hierba presente que el mañana escribe.
Nostalgia del primer amor
Tu soledad de nieve reclinada,
virginal y sencilla, en mi memoria,
como agua fiel de fatigada noria
viene a regar mi voz enamorada.
¡Cómo recrea el alma sosegada
la penumbra y dulzor de aquella historia
con resplandores de tardía gloria
entre abejas y frutos constelada!
¡Oh, delicada llama, ardor primero
velado en llanto y celestial mirada,
par del trino, la fuente y la azucena!
Mírame combatido y prisionero
volver a tu ilusión breve y tronchada
como un temblor en la desierta arena.
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