Aunque dicen que Tino Barriuso murió un 26 de mayo de 2017, cuando paseas por Burgos te entran las dudas. Su vida, su poesía y su sonrisa siguen vivas en la Plaza de España, para todo aquel que se anime a pasear por ese lugar, antes triste y anodino, y ahora vivo y luminoso gracias a sus versos. A continuación reproduzco 5 poemas de Tino Barriuso.
MILONGA DE ANDAR MUERTO
Soy como lluvia: el descenso
de una nube desplomada.
Soy una risa gastada
y sollozo cuando pienso.
Soy un castillo indefenso,
soy una inútil certeza:
se arruinó la fortaleza
cuando murió el verbo amar.
Y nunca supe gritar:
perdonadme la tristeza.
CRUCERO DE SAN JULIÁN
Asimétrica querencia
del barrio hilado a voleo:
la niñez de Promoteo
y el redoble de conciencia
para defender la vida
—la pedrada, la caída,
la cintura y el bolero—:
agua manantial, Crucero,
de lo que tu pueblo olvida
RENUNCIO A MORIR
(cuarto menguante)
Alguna vez se había preguntado
qué arrebato, qué bárbara osadía
condujera
aquella mano joven
a tanta desmesura,
a renuncia tan ciega, tan fuera de su sitio,
tan desalmadamente llena
de varón:
el no podría
renunciar a morir
después de haber amado tanto.
Ahora,
bajo la luz severa del verano,
en la ciénaga de oro
os anuncio mi muerte
—tardará, porque debo
hacer algunas cosas prescindibles
que prometí hace tiempo—.
Y os juro por sus ojos
que sigue siendo de oro
la hoja de aquel árbol.
LA NIÑA
(Sonatina para Elisa)
Alondra de mocedad,
lo que la eleva del suelo
—las alas libres del vuelo—
no es fruto de la edad:
son plumas de libertad,
suyas desde el primer día.
Eternidad sin consciencia,
¡ay, Elisa, vida mía!,
que unos llaman alegría
y que se llama inocencia.
MIRADA ÚLTIMA
(desde la orilla de un mar llamado Antonio)
Corazón que fuera ayer
un arpegio del piano
y una herida de mujer.
Con desangelada mano
borró el tiempo aquellas horas,
las hojas de aquel verano.
De tu soledad sonora
se fue el vuelo del halcón,
el agua oculta que llora
y el oro de tu canción:
tu pretérito imperfecto
ya es silencio, corazón…
(Por exceso, por defecto
quiere cantar la cabeza,
mas no canta el intelecto)
Tu silenciosa certeza,
espina que se desclava…
que es amor y que es tristeza.
Estos 5 poemas de Tino Barriuso pertenecen a su libro Que asedia el mar (Hiperión).
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