Sandman se estrenó por fin. Una de las adaptaciones más esperadas y, a la vez, temidas, se ha saldado con un notable éxito en la plataforma de streaming, figurando como la número uno al poco de su estreno. Las sospechas de los lectores de Neil Gaiman, autor de la novela gráfica original, van poco a poco desapareciendo una vez se constata el respeto al material y el buen funcionamiento de la historia y las actuaciones. Resumimos en cinco puntos por qué Sandman es la serie de moda de este verano (y por qué se lo merece al cien por cien).
2. Un grupo de actores mayoritariamente británicos (aunque hay de todo, como el americano Boyd Holbrook como Corintio) otorga al conjunto una solidez indudable, desde Tom Sturridge como el personaje titular, cuya caracterización como un ‘emo’ de Crepúsculo asusta (solo para convencer en pocos minutos gracias a la actuación del actor), hasta el breve pero significativo paso de figuras como Charles Dance, Joely Richardson, Stephen Fry, Gwendoline Christie o Jenna Coleman. Mención aparte para Boyd Holbrook y David Thewlis, que tienen más espacio para trabajar y elevan la serie a un nivel francamente superior.
3. Sandman proviene de una novela gráfica de fantasía, y por tanto su apuesta visual debe ser ambiciosa. Y, en efecto, todo el presupuesto de la serie —abundante— ha ido a los lugares adecuados. Pese a ciertos fondos mal iluminados y algún personaje digital indigno del resto, el resto de las estampas visuales de Sandman resulta fascinante y a la altura de cualquier otra producción hollywoodiense de cines. Incluso en sus momentos flojos, que los hay, la historia de Neil Gaiman sale al rescate e impide que el espectador cautivo se distraiga.
4. El episodio del Diner, que representa a la perfección las bondades narrativas de una serie que, en esta segunda temporada (y particularmente en su primera mitad) sabe alternar y confrontar el arco dramático con tramas independientes y episódicas que, no obstante, de alguna manera repercuten en el desarrollo de los personajes y los conducen a la siguiente prueba. El episodio del restaurante protagonizado por John Dee (David Thewlis, adueñándose de la serie los capítulos que está en pantalla) es una película de terror en sí misma, pero una capaz de mezclar serie B con terror elevado, suspense con carnaza, humor con tragedia.
5. La serie resulta emocional… pero no cursi. Es más, su mezcla de terror y drama en clave surrealista resulta tremendamente entretenida y razonablemente sorprendente. Hay algo en la serie, que mezcla episodios crueles de puro género de horror con sentidas reflexiones sobre la condición humana, que crea un contraste en el espectador sin alejarse de las raíces de puro cómic, aunque sea cómic de categoría.
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