Feng Zhi (1905-1993) es uno de los poetas chinos más importantes de la poesía del siglo XX y ha sido considerado como el mejor sonetista de su país. No fue el único que cultivó esta composición poética en China, pero, sin duda alguna, fue el que consiguió la mayor perfección, especialmente con su libro Sonetos (1942), que presentamos con esta traducción por primera vez en castellano. Feng Zhi se formó como germanista en la Universidad de Beijing, siendo notables sus traducciones de literatura alemana, especialmente de poesía (Schiller, Heine, Goethe…), que influyeron fuertemente entre los autores chinos. Eran los años del «Movimiento de la Nueva Cultura» y Feng Zhi escribió y publicó entonces muchos de sus mejores poemas, recogidos en 1927 en su libro La canción de ayer. Dos años más tarde publicó Viaje al norte y otros, influido por La tierra baldía de T. S. Eliot. En 1930 viajó a Alemania, formándose en las universidades de Berlín y Heidelberg, donde fue alumno de Karl Jaspers y se doctoró en 1935 con una tesis sobre Novalis. Al volver a China obtuvo un puesto en la Universidad Tongji de Shanghai, pero la Segunda Guerra Sino-japonesa y la Mundial, le hicieron ejercer la docencia en Kunming, donde tradujo a Rilke, cuyos Sonetos a Orfeo le llevaron a escribir sus propios Sonetos, publicados en 1942. Vuelto a Beijing y a su Universidad tras la guerra, le tocó vivir la fundación de la República Popular China (1949) y fue nombrado director del Instituto de la Literatura Extranjera en la Academia China de Ciencias Sociales. En 1952 publicó su fundamental Biografía de Du Fu, en la que llevaba años trabajando. En la década 1966-1976 la «Gran Revolución Cultural» le impidió, como a tantos intelectuales, continuar con su actividad de docente y poeta, que recuperó, ya con más de 70 años, con la apertura cultural que vino a continuación, cuando pudo recobrar su prestigio como poeta y traductor, que se mantuvo vigente hasta su muerte en 1993 y se mantiene igualmente en la actualidad.
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ESTAMOS PREPARADOS
Estamos preparados para recibir profundamente
esos prodigios inesperados.
Tras innumerables años, de repente,
aparece un cometa y sopla un fuerte viento.
Nuestra vida, en este instante,
es como si fuera el primer abrazo
cuando, de súbito, las dichas y desdichas del pasado
se congelan ante nosotros en cuerpos inalterables.
Ensalzamos a esos pequeños insectos
que experimentaron una cópula
o resistieron un peligro
para finalizar su maravillosa vida.
Toda nuestra existencia está soportando
el fuerte viento que sopla y la visión del cometa.
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TODO LO QUE SE NOS PUEDE CAER DEL CUERPO
Todo lo que se nos puede caer del cuerpo
lo dejamos transformarse en polvo:
en estos tiempos nos disponemos
como árboles en otoño, que uno a uno
entregan las hojas y algunas flores tardías
al viento otoñal estirando sus cuerpos
en el duro invierno. Nos disponemos a estar
en la naturaleza como la muda de la ninfa de la cigarra
que deja el caparazón dentro de la tierra.
Nos preparamos a nosotros mismos
para esa muerte futura, como un fragmento de canción
que va cayendo del cuerpo de la música
y, al final, la música que queda,
se convierte en una silenciosa colina verde.
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(5) VENECIA
Nunca podré olvidar
aquella ciudad de agua de Occidente,
un símbolo del mundo,
de una infinidad de soledades colectivas.
Una soledad es una isla
y todas las islas se hacen amigas.
Cuando me tomas de la mano,
es como un puente sobre el agua.
Cuando me sonríes,
es como si en la isla de enfrente
se hubiera abierto, de pronto, una ventana.
En medio de la tranquilidad de la noche,
sólo se ven las ventanas cerradas
y la gente apostada sobre los puentes.
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(12) DU FU
En la aldea desierta sobrellevas el hambre,
a menudo piensas en la muerte que inunda los barrancos,
pero, sin embargo, no cesas de entonar cantos fúnebres
por el gran hundimiento del mundo:
en el campo de batalla hay bajas de combatientes,
hay estrellas cayendo del cielo,
diez mil caballos se desvanecen con las nubes flotantes…
tu existencia se la debes a sus sacrificios.
Tu pobreza resplandece y luce
como la ropa gastada de un santo,
incluso un solo hilo en la tierra
del poder de un dios es inagotable.
Todo se cubre frente a su luz
y sólo se revela una imagen deplorable.
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(14) EL PINTOR VAN GOGH
Tu entusiasmo arde por todas partes.
Arde un ramo de flores amarillas
que pones al sol, arde
el fornido ciprés y la gente que camina
bajo un sol abrasador, que son llamas
que claman desde las alturas.
Pero, a principio de la primavera, un solitario
arbolito, un pequeño patio de la cárcel
y, en una oscura habitación, con la cabeza gacha,
una persona pelando patatas: todos son
como cubitos de hielo que no desaparecen del puerto.
Dibujas un puente colgante en medio
y un ligero y hermoso barco: ¿Es que quieres
acoger a todos esos desafortunados?
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Autor: Feng Zhi. Traductor: Javier Martín Ríos. Título: Sonetos. Editorial: Hiperión. Venta: Todos tus libros.
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