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7 grandes poetas chilenos

Este viernes, dentro de la nueva sección No son todos los que están, presentamos la lista de siete grandes poetas chilenos cuya obra bien podría ser considerada como clásica o influyente en las generaciones actuales de poetas de su país. Pasen y lean. Estos son los que están esta semana, y los que no, ya llegarán.

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STELLA DÍAZ VARÍN 

Stella Díaz Varín fue una poeta nacida en La Serena, Chile, en 1926. Legó a los 21 años a Santiago para estudiar medicina y al poco tiempo se integró en la Alianza de Intelectuales de Chile que dirigía Pablo Neruda, y a la rutina bohemia del bar El Bosco, donde fue amiga de Enrique Lihn, Jorge Teillier o José Donoso. Conocida en su época como “la Colorina”, integró la Generación Literaria de 1950. Fue llamada alguna vez “la Bukowsky chilena” por la crudeza de sus relatos y la forma en que encaminó su vida. También se le cuelga el título de “la primera poeta punk de Chile”. Su poesía fue una expresión original, que plasmó su fuerte personalidad creativa y bohemia, con una perspectiva femenina. Aunque fue reconocida tardíamente por una pequeña parte de la crítica especializada, su poesía marcó nuevos rumbos en la creación poética nacional. Algunas de sus obras más destacadas son Razón de mi ser (1949), Sinfonía del hombre fósil (1953), Tiempo, medida imaginaria (1959), Los dones previsibles (1992) o La Arenera (1993). Murió en Santiago en el año 2006.

Datos para un dibujo

Enfrente,

-Hay que considerar mi punto de vista-

A un costado

Como quien

Mira hacia el mar…

Este es un mapa

Construido al desgaire.

Enfrente, -como les decía-

Hay un mausoleo de nichos hormigueantes.

 

En las paredes

Solas de mi casa

-Uno le llama casa

A quien lo contiene-

En esta mi casa,

Desde sus paredes iracundas

Me miran a los ojos

Los parientes cercanos.

 

El tigre desde su marco

Habla a mi pensamiento

Y saca las uñas.

Otro retrato de familia

Es un ombú.

 

De tarde en tarde

Suelo asomarme a la ventana

Para disipar el estío interior

En el reverbero conocido

Quiero explicarme…

 

Ocurre que siempre me gustó

jugar a los jardines

Alguna vez…

 

Alguna planta habrá-coincidimos

Que armonice con nuestro deseo

No advertimos

Que era solo un deseo

Para homenajear a la primavera:

 

Un arbusto de hibiscus,

Una trinchera de maitenes temblorosos

0 verdes agujas cimeras

Entrelazando nidos

Y un prado

De golondrinas transparentes.

 

Los postulados

No siempre se cumplen.

 

Me resigno.

Sin conceder piedad a los recuerdos

Me asomo a esta pequeña ventana

Y entono con los niños

Un canto de aquilegias

 

A un costado de la tarde

Hay un mausoleo

De nichos hormigueantes

A la vista y paciencia

De los vecinos indiferentes.

***

ENRIQUE LIHN

Enrique Lihn fue un poeta nacido en Santiago de Chile, Chile, en 1929. Es una de las voces imprescindibles de la poesía hispanoamericana del siglo XX. Su libro de 1963, La pieza oscura, es considerado una de las obras fundamentales de la poesía chilena. En 1966, Poesía de paso obtuvo el Premio Casa de las Américas de Cuba. Otras obras suyas destacadas son La musiquilla de las pobres esferas (1969) y A partir de Manhattan (1979). En el período de la dictadura militar publicó una de las obras más significativas de la literatura testimonial chilena: El paseo Ahumada (1983). Después de ser diagnosticado con cáncer terminal, se abocó a su último libro: Diario de Muerte, publicado en forma póstuma. Falleció en Santiago el 10 de julio de 1988. 

Monólogo del padre con su hijo de meses

Nada se pierde con vivir, ensaya:
aquí tienes un cuerpo a tu medida
Lo hemos hecho en sombra
por amor a las artes de la carne
pero también en serio, pensando en tu visita
como en un nuevo juego gozoso y doloroso;
por amor a la vida, por temor a la muerte
y a la vida, por amor a la muerte
para ti o para nadie.

Eres tu cuerpo, tómalo, haznos ver que te gusta
como a nosotros este doble regalo
que te hemos hecho y que nos hemos hecho.
Cierto, tan sólo un poco
del vergonzante barro original, la angustia
y el placer en un grito de impotencia.
Ni de lejos un pájaro que se abre en la belleza
del huevo, a plena luz, ligero y jubiloso,
sólo un hombre: la fiera
vieja del nacimiento, vencida por las moscas,
babeante y rebosante.

Pero vive y verás
el monstruo que eres con benevolencia
abrir un ojo y otro así de grandes,
encasquetarse el cielo,
mirarlo todo como por adentro,
preguntarle a las cosas por sus nombres
reír con lo que ríe, llorar con lo que llora,
tiranizar a gatos y conejos.

Nada se pierde con vivir, tenemos
todo el tiempo del tiempo por delante
para ser el vacío que somos en el fondo.
Y la niñez, escucha:
no hay loco más feliz que un niño cuerdo
ni acierta el sabio como un niño loco.
Todo lo que vivimos lo vivimos
ya a los diez años más intensamente;
los deseos entonces
se dormían los unos en los otros.
Venía el sueño a cada instante, el sueño
que restablece en todo el perfecto desorden
a rescatarte de tu cuerpo y tu alma;
allí en ese castillo movedizo
eras el rey, la reina, tus secuaces,
el bufón que se ríe de sí mismo,
los pájaros, las fieras melodiosos.
Para hacer el amor allí estaba tu madre
y el amor era el beso de otro mundo en la frente,
con que se reanima a los enfermos,
una lectura a media voz, la nostalgia
de nadie y nada que nos da la música.

Pero pasan los años por los años
y he aquí que eres ya un adolescente.
Bajas del monte como Zaratustra
a luchar por el hombre contra el hombre:
grave misión que nadie te encomienda;
en tu familia inspiras desconfianza,
hablas de Dios en un tono sarcástico,
llegas a casa al otro día, muerto.
Se dice que enamoras a una vieja,
te han visto dando saltos en el aire,
prolongas tus estudios con estudios
de los que se resiente tu cabeza.
No hay alegría que te alegre tanto
como caer de golpe en la tristeza
ni dolor que te duela tan a fondo
como el placer de vivir sin objeto.
Grave edad, hay algunos que se matan
porque no pueden soportar la muerte,
quienes se entregan a una causa injusta
en su sed sanguinaria de justicia.
Los que más bajo caen son los grandes,
a los pequeños les perdemos el rumbo.
En el amor se traicionan todos,
el amor es el padre de sus vicios.
Si una mujer se enternece contigo
le exigirás te siga hasta la tumba,
que abandone en el acto a sus parientes,
que instale en otra parte su negocio.

Pero llega el momento fatalmente
en que tu juventud te da la espalda
y por primera vez su rostro inolvidable en tanto huye de ti
que la persigues
a salto de ojo, inmóvil, en una silla negra.
Ha llegado el momento de hacer algo
parece que te dice todo el mundo
y tu dices que sí, con la cabeza.
En plena decadencia metafísica
caminas ahora con una libretita de direcciones en la mano,
impecablemente vestido, con la modestia de un hombre
joven que se abre paso en la vida,
dispuesto a todo.
El esquema que te hiciste de las cosas hace aire y se hunde
en el cielo dejándolas a todas en su sitio.
De un tiempo a esta parte te mueves entre ellas como un
pez en el agua.
Vives de lo que ganas, ganas lo que mereces, mereces lo que
vives;
has entrado en vereda con tu cruz a la espalda.
Hay que felicitarte:
eres, por fin, un hombre entre los hombres.

Y así llegas a viejo
como quien vuelve a su país de origen
después de un viaje interminable
corto de revivir, largo de relatar,
te espera en tí la muerte, tu esqueleto
con los brazos abiertos, pero tú la rechazas
por un instante, quieres
mirarte larga y sucesivamente
en el espejo que se pone opaco.
Apoyado en lejanos transeúntes
vas y vienes de negro, al trote, conversando
contigo mismo a gritos, como un pájaro.
No hay tiempo que perder, eres el último
de tu generación en apagar el sol
y convertirte en polvo.

No hay tiempo que perder en este mundo
embellecido por su fin tan próximo.
Se te ve en todas partes dando vueltas
en torno a cualquier cosa como en éxtasis.
De tus salidas a la calle vuelves
con los bolsillos llenos de tesoros absurdos:
guijarros, florecillas.
Hasta que un día ya no puedes luchar
a muerte con la muerte y te entregas a ella,
a un sueño sin salida, más blanco cada vez,
sonriendo, sollozando como un niño de pecho.

Nada se pierde con vivir, ensaya:
aquí tienes un cuerpo a tu medida,
lo hemos hecho en la sombra
por amor a las artes de la carne
pero también en serio, pensando en tu visita
para ti o para nadie

***

GONZALO MILLÁN

Gonzalo Millán Arrate fue un poeta nacido en Santiago de Chile en 1947. Fue una de las figuras más destacadas de la denominada generación del sesenta, de la que fue su representante más joven. Tras el golpe militar se fue al exilio. Terminará asentándose en Canadá, país en el que obtendrá un Máster en Literatura Hispanoamericana por la Universidad de New Brunswick y fundará, junto con otros chilenos, la editorial Cordillera. Vuelve definitivamente en 1997. Algunas de sus obras más destacadas son Relación personal (Premio Pedro de Oña, 1968), La ciudad (1979, 1994, 2007),
Virus (1987), Strange houses (1991), Trece lunas (1997), Claroscuro (2002), Veneno de escorpión azul. Diario de vida y de muerte (2007), La poesía no es personal (libro armado con respuestas que dio Millán en diversas entrevistas) (Alquimia Ediciones, 2012). Obtuvo premios como el Premio Pablo Neruda en 1987Premio Altazor de Poesía 2006. Murió en Santiago de Chile, el 14 de octubre de 2006.

Lata

Ya no te bastan mis ojos

para corroborar tu belleza.

Buscas en las calles

ajenos espejos, otros ojos,

la cabeza de un clavo

es una luna diminuta.

Contemplas una lata

de sardinas con agua de lluvia.

* 

Nido

No me alabo. Hago por ti
lo que por su hembra
un pájaro carpintero:
el nido en un árbol podrido.

***

GABRIELA MISTRAL 

Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga, Gabriela Mistral, nació en Vicuña, Chile en 1889. Su infancia transcurrió entre las aldeas de La Unión y Montegrande. El filósofo José Vasconcelos la invitó a México con el fin de colaborar en la reforma educativa y desde ese momento inició una existencia itinerante que la llevó a Estados Unidos y luego a Europa. Intentó volver volvió a Chile, donde la situación política era tan tensa que se vio obligada a partir de nuevo, esta vez para servir en Europa como representante ante la Liga de Naciones. En 1945 recibió el Premio Nobel de literatura. Vivió hacia 1940 en Brasil, donde ocupaba el cargo de cónsul, primero en Niteroi y más tarde en Petrópolis. Trabó gran amistad con Estefan Zweig y su esposa, quienes también vivían también en Brasil. Algunos de sus libros más destacados son Sonetos de la Muerte (1914), Desolación (1922), Lecturas para mujeres (1923), Ternura (1924), Nubes blancas y breve descripción de Chile (1934) o Tala (1938). Publicó su libro Desolación primero en Nueva York, donde residió lo últimos años de su vida. Falleció víctima de cáncer, el 10 de enero de 1957, a la edad de 67 años.

Beber

Al doctor Pedro de Alba

Recuerdo gestos de criaturas
y son gestos de darme el agua
.

En el valle de Río Blanco,
en donde nace el Aconcagua,
llegué a beber, salté a beber
en el fuete de una cascada,
que caía crinada y dura
y se rompía yerta y blanca.
Pegué mi boca al hervidero,
y me quemaba el agua santa,
y tres días sangró mi boca
de aquel sorbo del Aconcagua.

En el campo de Mitla, un día
de cigarras, de sol, de marcha,
me doblé a un pozo y vino un indio
a sostenerme sobre el agua,
y mi cabeza, como un fruto,
estaba dentro de sus palmas.
Bebía yo lo que bebía,
que era su cara con mi cara,
y en un relámpago yo supe
carne de Mitla ser mi casta.

En la Isla de Puerto Rico,
a la siesta de azul colmada,
mi cuerpo quieto, las olas locas,
y como cien madres las palmas,
rompió una niña por donaire
junto a mi boca un coco de agua,
y yo bebí, como una hija,
agua de madre, agua de palma.
Y más dulzura no he bebido
con el cuerpo ni con el alma.

A la casa de mis niñeces
mi madre me llevaba el agua.
Entre un sorbo y el otro sorbo
la veía sobre la jarra.
La cabeza más se subía
y la jarra más se abajaba.
Todavía yo tengo el valle,
tengo mi sed y su mirada.
Será esto la eternidad
que aún estamos como estábamos.

Recuerdo gestos de criaturas
y son gestos de darme el agua.

***

PABLO NERUDA

Pablo Neruda nació en Parral, Chile, en 1904. En 1924 publicó Veinte poemas de amor y una canción desesperada. La Guerra Civil española estalló en 1936 y conmovido por ella y por el asesinato de su amigo García Lorca,​ Neruda se comprometió con el movimiento de la Segunda República y escribió España en el corazón (1937). En 1935 Manuel Altolaguirre le entregó a Neruda la dirección de la revista Caballo verde para la poesía, donde fue compañero de los poetas de la Generación del 27. Ese mismo año apareció la edición madrileña de Residencia en la tierra. En 1939 fue nombrado Cónsul para la emigración española, con sede en París. Como parte de sus funciones, concretó la llegada de refugiados españoles a Chile a bordo del Winnipeg. Fue elegido Senador de la República en 1945, posteriormente tuvo que pasar a la clandestinidad y permaneció oculto en Chile, escribiendo el Canto General y participando en la política de oposición. En febrero de 1949 salió de Chile cruzando la Cordillera de los Andes. En octubre de 1971 recibió el Premio Nobel de Literatura. Murió, envenenado por la dictadura según las últimas investigaciones, el 23 de septiembre de 1973 en Santiago.


Walking around

Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
navegando en un agua de origen y ceniza.

El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.

Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.

Sin embargo sería delicioso
asustar a  un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío.

No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tripas mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.

No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos
ateridos, muriéndome de pena.

Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.

Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.

Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.

Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias.

***

NICANOR PARRA

Nicanor Parra fue un poeta, matemático y físico chileno nacido en San Fabián de Alico, Chile en 1914. Hermano de la cantautora y folklorista chilena Violeta Parra (1917-1967), procedían de una familia de clase media de provincias. Figura clave de la literatura latinoamericana contemporánea, fue un renovador constante del lenguaje de la poesía. Es conocido por ser el creador de la Antipoesía, una poesía rupturista, deudora del dadaísmo, el pop art y conectada con el movimiento beatnik. Entre sus libros destacan algunos como Canciones rusas (1967), Emergency Poems (1972), Sermones y prédicas del Cristo de Elqui (1977), Ecopoemas (1982), Chistes parra desorientar a la policía poesía (1983), Coplas de Navidad (antivillancico) (1983) o Discursos de sobremesa (2006). Postulado en numerosas ocasiones al Premio Nobel de Literatura, Nicanor Parra recibió el Premio Nacional de Literatura en 1969 y el prestigioso Premio Miguel de Cervantes, en 2011. Su obra ha sido traducida a numerosos idiomas. Murió en Las Cruces, Chile, en 2018.

XII

Que mi salud es débil,
Que no resisto los rigores del trabajo intelectual,
Que mi pensamiento es inestable y que a menudo me
equivoco en mis apreciaciones sobre la verdad de las
ciencias y las magias del arte,
Que soy descuidado para con mi persona,
Que no me baño con regularidad
Y que mis cabellos y mis uñas crecen sin control,
Que he derrochado mi hacienda en beneficio de los pobres
de espíritu,
Que he favorecido más de lo justo y necesario a los
enfermos,
Que he permanecido largas horas en los cementerios
Disfrutando paganamente de la soledad y del silencio
consagrado a los muertos,
Que en momentos de desesperación y orgullo he escupido
el rostro de los ídolos,
Que he vuelto ebrio al templo y caído dormido en los
bancos de las plazas y en los tranvías,
Y que gasté mi juventud en viajes inútiles y estudios
innecesarios.

***

JORGE TEILLIER

Jorge Teillier fue un poeta nacido en Lautaro, Chile, en 1935. Perteneció a la conocida como generación literaria de 1950 y comenzó a escribir poemas a los doce años. Formó parte del grupo Trilce y fue continuador de la herencia poética chilena representada por autores como Vicente Huidobro o Gabriela Mistral, a los que admiraba profundamente. Sentía predilección por los escenarios narrativos fantásticos y de aventuras. El asesinato de Salvador Allende y la caída del gobierno de la Unidad Popular provocaron en el autor un profundo desasosiego y marcaron una relación de profundo amor odio con su país. Fue galardonado con importantes premios como el Premio Gabriela Mistral y el Premio Alerce. Algunos de sus libros más destacados son Para ángeles y gorriones (1956), El árbol de la memoria (1961), Poemas del País de Nunca Jamás (1963), Muertes y maravillas (1971) o Para un pueblo fantasma (1978). Murió en Viña del Mar el 22 de abril de 1996. 

BLUE

Veré nuevos rostros
Veré nuevos días
Seré olvidado
Tendré recuerdos
Veré salir el sol cuando sale el sol
Veré caer la lluvia cuando llueve
Me pasearé sin asunto
De un lado a otro
Aburriré a medio mundo
Contando la misma historia
Me sentaré a escribir una carta
Que no me interesa enviar
O a mirar a los niños
En los parques de juego.

Siempre llegaré al mismo puente
A mirar el mismo río
Iré a ver películas tontas
Abriré los brazos para abrazar el vacío
Tomaré vino si me ofrecen vino
Tomaré agua si me ofrecen agua
Y me engañaré diciendo:
«Vendrán nuevos rostros
Vendrán nuevos días».

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