Portada: W. H. Auden.
Este viernes, dentro de la sección No son todos los que están, presentamos la lista de siete grandes poetas de Reino Unido cuya obra bien podría ser considerada como clásica o influyente en las generaciones actuales de poetas de su país. Pasen y lean. Estos son los que están esta semana, y los que no, ya llegarán.
***
W. H. Auden
Wystan Hugh Auden, más conocido como W. H. Auden, nació en la ciudad inglesa de York en 1907. Estudió en el Christ Church College de Oxford, donde coincidió con otros escritores como Stephen Spender, Louis MacNeice o Christopher Isherwood. En 1930, su libro Poems sentó las bases de su prestigio como una de las voces más originales y contundentes de su generación. Durante la década de los años treinta del siglo XX, viajó por Alemania, Islandia, China y España, donde fue testigo de la Guerra Civil Española. En 1939 abandonó Europa y se trasladó a Estados Unidos, país del que adquirió la nacionalidad y en el que conoció a Chester Kallman, su compañero de toda la vida, y cambió de piel ideológica y estilística: del socialismo y el psicoanálisis regresó a las preocupaciones cristianas y teológicas. En 1948 recibió el Premio Pulitzer de poesía y en 1956 ganó el National Book Award. Ese mismo año fue nombrado profesor de poesía en Oxford, ciudad a la que finalmente regresó en 1970. Murió en Viena en 1973. Presentamos dos poemas con traducción de Silvia Camerotto.
Blues del refugiado
Digamos que esta ciudad tiene un millón de almas,
algunas viven en mansiones, otras en agujeros:
pero no hay lugar para nosotros, mi amor, no hay lugar para nosotros.
Una vez tuvimos un país y creímos que era justo,
mira en el atlas y lo encontrarás:
no podemos ir ahí ahora, mi amor, no podemos ir ahí.
En el patio de la parroquia del pueblo hay un tejo añoso,
que vuelve a florecer cada primavera:
los pasaportes viejos no pueden hacer eso, mi amor, no pueden hacer eso.
El cónsul golpeó la mesa y dijo,
‘Si no tienen pasaporte, oficialmente están muertos’:
Pero aún estamos vivos, mi amor, aún estamos vivos.
Fui a un comité; me ofrecieron una silla;
me dijeron gentilmente que volviera al año siguiente:
¿Pero a dónde iremos hoy, mi amor, a dónde iremos hoy?
Fui a un acto público; el orador se paró y dijo:
‘Si los dejamos entrar, nos robarán el pan de cada día’;
Estaba hablando de nosotros, mi amor, hablaba de nosotros.
Creí escuchar un trueno retumbar en el cielo;
era Hitler sobre Europa, diciendo: ‘Ellos deben morir’,
él pensaba en nosotros, mi amor, pensaba en nosotros.
Vi un caniche abrigado con una mantita,
Vi una puerta abierta y entró un gato:
Pero no eran judíos alemanes, mi amor, no eran judíos alemanes.
Fui hasta el puerto y me detuve en el muelle,
vi los peces nadando como si fueran libres:
a solo diez pies, mi amor, a solo a diez pies.
Caminé por un bosque, vi los pájaros en los árboles;
no tenían políticos y cantaban libremente:
no eran hombres, mi amor, no eran hombres.
Soñé que había un edificio de mil pisos,
mil ventanas y mil puertas:
ninguna era nuestra, mi amor, ninguna era nuestra.
Me detuve en una planicie bajo la nevada;
diez mil soldados marchaban de un lado a otro:
buscándonos, mi amor, a ti y a mí.
*
Epitafio sobre un Tirano
Persiguió cierta clase de perfección,
y la poesía que inventaba era fácil de entender;
Conoció la debilidad humana como la palma de su mano,
y estaba muy interesado en ejércitos y armadas;
Cuando reía, senadores respetables estallaban en carcajadas,
y cuando lloraba los niños pequeños morían en las calles.
***
JOHN DONNE
John Donne fue un poeta nacido en Londres en 1572. Considerado el más importante poeta metafísico inglés de las épocas de la reina Isabel I (1559-1603), el rey Jacobo I (1603-1625) y su hijo Carlos I (1625-1642), nació en el seno de una familia de honda tradición católica. Estudió en las universidades de Oxford y Cambridge, aunque no obtuvo título alguno, pues su condición de católico se lo impedía. Viajó durante algunos años, y en 1598 conoció a sir Thomas Egerton, guardasellos del rey, quien lo nombró su ayudante particular, cargo que desempeñó durante los cinco años siguientes. Su obra incluye poesía amorosa, religiosa, traducciones, epigramas, elegías según la tradición de imitación de los Amores de Ovidio (es decir, en realidad son poemas de amor), canciones y sermones en prosa. Sus poemas circularon en versiones manuscritas entre sus amigos y conocidos, pero no se publicaron en forma de libro hasta después de su muerte en la edición preparada por su hijo John en 1633 bajo el título de Poems.
Nocturno sobre la festividad de Santa Lucía, en el día más breve del año
Ésta es la medianoche del año y la del día,
Santa Lucía, día que apenas siete horas se descubre,
se extingue el sol y ahora sus redomas
envían luces débiles, mas no incesantes rayos;
ya la savia del mundo fue absorbida:
el bálsamo universal hidrópica la tierra ha bebido hasta el término,
donde, como a los pies del lecho, la vida está encogida,
difunta y enterrada; mas todas estas cosas parecen sonreír
comparadas conmigo, pues yo soy su epitafio.
Estudiadme por tanto los que seréis amantes
en el próximo mundo, la primavera próxima,
porque yo soy todas las cosas muertas
y en mí amor urdió una nueva alquimia.
Pues su arte expresó
la quintaesencia misma de la nada;
de enjutas privaciones y vacuidad inane
me redujo a ruinas, y heme aquí reengendrado
de ausencia, sombra, muerte, cosas que nada son.
Los otros, todos, de todo extraen todo lo bueno,
vida, alma, forma, espíritu, y así a su ser acceden;
yo, que en el alambique del amor fui formado, la tumba soy
de todo lo que es nada. Muchas veces han sido
inundación nuestros dos llantos e inundamos así
toda la tierra, muchas veces llegamos
a ser dos caos cuando al mundo exterior
nos acercábamos, muchas veces los éxtasis
arrebataron nuestras almas, reduciendo a cadáveres los cuerpos.
Mas yo soy por su muerte (tal palabra la injuria)
el elixir de la primera nada.
Fuera yo un hombre y, si lo fuera,
sin duda lo sabría; sin duda prefiriera,
de ser alguna bestia,
ciertos fines y medios; pues incluso las plantas y las piedras odian
y aman; todas las cosas, todo de algunas propiedades se reviste;
si una nada ordinaria sólo fuera,
como lo es una sombra, un cuerpo y una luz tendría al menos.
Mas nada de eso soy ni volverá mi sol a levantarse.
Amantes, para quienes el sol menor ahora
gira hacia Capricornio
en busca del deseo con que habrá de encenderos,
gozad de todo vuestro estío;
ella disfruta de su larga noche
dejadme ir hacia ella y dejadme que llame
su vigilia y su víspera a esta hora
que es del día y del año medianoche profunda.
***
JOHN KEATS
John Keats fue un poeta nacido en Londres en 1795. Considerado como uno de los poetas fundamentales del Romanticismo británico, su padre falleció cuando John tenía siete años y desde entonces vivió en casa de su abuela. Recibió una educación exquisita, caracterizada por la lectura de los clásicos. Aunque con el tiempo se graduó en el estudio de la Medicina, ejerció muy poco en esta profesión, abandonándola para dedicarse completamente a la poesía, que era su gran pasión. Durante su juventud se relacionó con algunas de las figuras más relevantes de la literatura anglosajona, tales como Mary Shelley y Charles Brown. Entre sus obras más importantes destacan Poems (1817), Endymion, La víspera de Santa Inés, Lamia, Isabella o Hyperion. Cuando enfermó de tuberculosis, el mismo mal que se llevara a su madre muchos años antes, Keats se mudó a Roma para que el clima favorable le permitiera recuperar su débil salud. Pero ya era demasiado tarde, y murió en esa ciudad italiana en 1821.
Oda a un ruiseñor
Me duele el corazón y aqueja un soñoliento
torpor a mis sentidos, cual si hubiera bebido
cicuta o apurado algún fuerte narcótico
ahora mismo, y me hundiese en el Leteo:
no porque sienta envidia de tu sino feliz,
sino por excesiva ventura en tu ventura,
tú que, Dríada alada de los árboles,
en alguna maraña melodiosa
de los verdes hayales y las sombras sin cuento,
a plena voz le cantas al estío.
¡Oh! ¡Quién me diera un sorbo de vino, largo tiempo
refrescado en la tierra profunda,
sabiendo a Flora y a los campos verdes,
a danza y canción provenzal y a soleada alegría!
¡Quién un vaso me diera del Sur cálido,
colmado de hipocrás rosado y verdadero,
con bullir en su borde de enlazadas burbujas
y mi boca de púrpura teñida;
beber y, sin ser visto, abandonar el mundo
y perderme contigo en las sombras del bosque!
A lo lejos perderme, disiparme, olvidar
lo que entre ramas no supiste nunca:
la fatiga, la fiebre y el enojo de donde,
uno a otro, los hombres, en su gemir, se escuchan,
y sacude el temblor postreras canas tristes;
donde la juventud, flaca y pálida, muere;
donde, sólo al pensar, nos llenan la tristeza
y esas desesperanzas con párpados de plomo;
donde sus ojos claros no guardan la hermosura
sin que, ya al otro día, los nuble un amor nuevo.
¡Perderme lejos, lejos! Pues volaré contigo,
no en el carro de Baco y con sus leopardos,
sino en las invisibles alas de la Poesía,
aunque la mente obtusa vacile y se detenga.
¡Contigo ya! Tierna es la noche
y tal vez en su trono esté la Luna Reina
y, en torno, aquel enjambre de estrellas, de sus Hadas;
pero aquí no hay más luces
que las que exhala el cielo con sus brisas, por ramas
sombrías y senderos serpenteantes, musgosos.
Entre sombras escucho; y si yo tantas veces
casi me enamoré de la apacible Muerte
y le di dulces nombres en versos pensativos,
para que se llevara por los aires mi aliento
tranquilo; más que nunca morir parece amable,
extinguirse sin pena, a medianoche,
en tanto tú derramas toda el alma
en ese arrobamiento.
Cantarías aún, mas ya no te oiría:
para tu canto fúnebre sería tierra y hierba.
Pero tú no naciste para la muerte, ¡oh, pájaro inmortal!
No habrá gentes hambrientas que te humillen;
la voz que oigo esta noche pasajera, fue oída
por el emperador, antaño, y por el rústico;
tal vez el mismo canto llegó al corazón triste
de Ruth, cuando, sintiendo nostalgia de su tierra,
por las extrañas mieses se detuvo, llorando;
el mismo que hechizara a menudo los mágicos
ventanales, abiertos sobre espumas de mares
azarosos, en tierras de hadas y de olvido.
¡De olvido! Esa palabra, como campana, dobla
y me aleja de ti, hacia mis soledades.
¡Adiós! La fantasía no alucina tan bien
como la fama reza, elfo de engaño.
¡Adiós, adiós! Doliente, ya tu himno se apaga
más allá de esos prados, sobre el callado arroyo,
por encima del monte, y luego se sepulta
entre avenidas del vecino valle.
¿Era visión o sueño?
Se fue ya aquella música. ¿Despierto? ¿Estoy dormido?
Seamus Heaney.
SEAMUS HEANEY
Seamus Heaney fue un escritor y profesor nació en Castledawson, Irlanda del Norte, en 1939 y pasó su infancia y su adolescencia en una zona rural que le suministró una buena cantera de temas para sus poemas. Tras media vida viviendo en Belfast, la creciente violencia entre católicos y protestantes que sacudía el Ulster le llevó a trasladarse a Dublín. Aunque impartió clases de literatura en la Queen University y en el Carysfort College, el nombre de Heaney es todavía célebre por su extraordinaria aportación a la poesía inglesa. Desde Muerte de un naturalista (1966) hasta Luz eléctrica (2001), pasando por libros emblemáticos como Trabajo de campo (1975) o El nivel espiritual (1996), fue convenciendo a críticos y lectores, obteniendo en dos ocasiones el Premio Whitbread, y en 1995 el Premio Nobel de Literatura. Heaney es también autor de dos penetrantes libros de ensayos, Preocupaciones (1980) y El gobierno de la lengua (1995), así como de traducciones libres de los clásicos griegos. Su edición del poema épico anglosajón por excelencia, Beowulf, se considera la versión canónica en inglés moderno, y constituyó un extraordinario éxito de ventas. Murió el 30 de agosto de 2013 en Dublín. Presentamos un poema con traducción de Marisol Bohórquez.
Cavando
Entre el índice y el pulgar
reposa la pluma; cómoda como una pistola.
Bajo la ventana, el claro sonido rastrillante
de la pala que se hunde en el terreno pedregoso:
mi padre, que cava. Miro hacia abajo
hasta que su grupa tensa se agacha
entre los parterres, se endereza como hace veinte años
curvándose rítmicamente entre los surcos de la papa
donde estaba cavando.
La bota burda encajada en la lámina, el mango
contra la parte interior de la rodilla apalancaba con firmeza.
Arrancó las capas superiores, enterró el borde brillante profundamente
para esparcir papas nuevas que recogimos,
amando su fresca dureza en nuestras manos.
Por Dios, el anciano sabía manejar la pala,
justo como su viejo.
Mi abuelo en un día cortó más turba
que nadie en el pantano de Toner.
Una vez le traje leche en una botella
con una tapa improvisada de papel. Se enderezó
para beber, luego se inclinó inmediatamente
mellando y cortando cuidadosamente, lanzando terrones
por encima de los hombros, ahondando cada vez más
hacia una buena turba. Cavando.
El frío olor de la tierra de la papa, el golpeteo
de turba empapada, el corte limpio de un extremo
a través de vivas raíces se despiertan en mi mente.
Pero no tengo una pala para seguir a esos hombres.
Entre el índice y el pulgar
reposa la pluma.
Cavaré con ella.
***
TED HUGHES
Edward James Hughes, más conocido como Ted Hughes, fue un poeta y escritor de libros infantiles nacido en el West Riding de Yorkshire, en 1930. Considerado por la crítica como uno de los mejores poetas de su generación, fue nombrado poeta laureado en el Reino Unido, el poeta oficial de la reina, título que obtuvo en 1984 y que conservó hasta su muerte. También es muy conocido por su matrimonio con la poeta estadounidense Sylvia Plath, que se suicidó en 1963. De esa relación surgió uno de sus libros más celebrados, Cartas de cumpleaños (1998). Otras obras suyas que cabe destacar son The Hawk in the Rain (1957) y Tales from Ovid (1997). Murió en Londres en 1998. Presentamos un poema, “Canción de amor”, con traducción de Eva Cruz Yáñez, un texto que pertenece al poemario Crow (1970, 1972) y que fue escrito entre 1966 y 1969, después de las muertes de Sylvia Plath, de Assia Wevill y de su hija Shura.
Canción de amor
Él la amó y ella lo amó
Sus besos absorbieron todo el pasado y el futuro de ella, o lo intentaron
No tenía ningún otro apetito
Ella lo mordía lo roía lo chupaba
Lo quería completo dentro de ella
a salvo y seguro por siempre
Los chillidos de ambos aleteaban hasta las cortinas
Los ojos de ella no querían que nada se escapara
Sus miradas le clavaron las manos las muñecas los codos
Él la apretó con fuerza para que la vida
no la arrancara de ese momento
Él quería que todo el futuro cesara
Quería volcarse rodeándola con los brazos
desde el borde de ese momento hacia la nada
o la eternidad o lo que hubiera
El abrazo de ella era una enorme prensa
que lo imprimía en sus huesos
Las sonrisas de él eran los desvanes de un palacio de ensueño
a donde el mundo real nunca llegaría
Las sonrisas de ella eran picadura de araña
que lo inmovilizaban hasta que sentía hambre
Las palabras de él eran ejércitos de ocupación
Las risas de ella eran intentos de asesinato
Las miradas de él eran balas dagas de venganza
Las de ella eran fantasmas en el rincón con horribles secretos
Los susurros de él eran látigos y botas militares
Los besos de ella eran abogados que escribían diligentes
Las caricias de él eran los últimos anzuelos de un náufrago
los ardides amorosos de ella eran rechinar de cerrojos
y los hondos gritos de ambos se arrastraban por el piso
como animal que arrastra enorme trampa
Las promesas de él eran la máscara del cirujano
Las promesas de ella le quitaron la tapa del cráneo
para hacerse un prendedor
Los votos de él le arrancaron todos los tendones
Le mostró cómo hacer un lazo de amor
Los votos de ella guardaron sus ojos en formol
hasta el fondo de su cajón secreto
Los aullidos de ambos se clavaban en la pared
Sus cabezas se apartaron en el sueño como las dos mitades
de un melón partido, pero es difícil detener al amor
En su sueño entrelazado intercambiaron brazos y piernas
En sus sueños el cerebro de uno tomó al otro de rehén
En la mañana cada uno llevaba el rostro del otro
***
PHILIP LARKIN
Philip Larkin fue un poeta, bibliotecario, narrador y crítico de jazz nacido en Coventry, Inglaterra, en 1922. Fue uno de los poetas más radicalmente británicos del siglo XX. Apenas salió de Inglaterra y vivió casi toda su vida en Hull, donde trabajó como bibliotecario de la universidad. En poesía, se afilió a una tradición que iba de Thomas Hardy a Edward Thomas. Entre sus libros de poemas destacan Las bodas de Pentecostés y Ventanas altas, que tuvieron un notable éxito comercial. En 2014 la editorial Lumen publicó su poesía reunida. También es autor del libro All What Jazz: Escritos sobre jazz (Paidós, 2004) y de novelas como Jill, (Impedimenta, 2007) o Una chica en invierno (Impedimenta, 2015). Murió en Hull el 2 de diciembre de 1985 con 63 años.
Qué triste el hogar
Qué triste el hogar. Está como lo dejaron,
adaptado a la comodidad de los últimos que se fueron
como para incitarlos a volver. No obstante,
privado de nadie a quien agradar, se marchita,
sin ánimo para superar esa ausencia
e intentar un nuevo comienzo,
cuando apuntó dichoso a cómo deberían ser las cosas
y falló estrepitosamente. Ya ves lo que fue:
mira las fotos, y la cubertería.
Las partituras en el taburete del piano. Ese jarrón.
*
XXVI
Esto es lo primero
que yo aprendí:
el tiempo es el eco de un hacha
adentro de un bosque.
Denise Levertov.
DENISE LEVERTOV
Denise Levertov fue una poeta nacida en Essex, Inglaterra, en 1923. Llegó a EEUU en 1948 tras casarse con el escritor Mitchell Goodman y pasó la mayor parte de su vida en este país, adoptando la nacionalidad estadounidense en 1956. Entre sus influencias podemos mencionar a Emerson, Thoreau, Pound y William Carlos Williams, así como a los poetas del grupo Black Mountain, aunque Levertov siempre aclaró que no se sentía parte de ninguna corriente artística. Fue su segundo libro de poesía, Aquí y ahora (1957), el que la situó en el movimiento Beat. Durante esos años se compromete activamente en el movimiento pacifista contra la guerra de Vietnam. En 1967 escribió La danza de la tristeza, donde expone sus sentimientos de dolor ante la guerra. Trabajó como editora de poesía en The Nation, lo que le permitió apoyar y publicar obras de poetas feministas y activistas de izquierda. Publicó más de veinte libros de poesía, entre los que destacan A las islas por tierra (1958), Gustar y ver (1964), La respiración del agua (1987) o Tren de la tarde (1992). En España, la editorial Hiperión publicó su Antología poética (2013). También destaca su libro Ensayos nuevos y escogidos (1992). En 2017 la editorial Vaso Roto publicó Pausa versal: Ensayos escogidos, libro que recoge 25 ensayos de la autora. Recibió la Beca Guggenheim y fue distinguida con el Shelley Memorial Award en 1984 y la Robert Frost Medal en 1990, ambos de la Poetry Society of America. Falleció a los 74 años, el 20 de diciembre de 1997. Presentamos dos poemas con traducciones de Cristina Gámez Fernández, Ezequiel Zaidenwerg y Alejandro Crotto.
Hablándole al dolor
Ah, dolor, no debería tratarte
como a un perro sin dueño
que viene hasta mi puerta por si consigue
un trozo de pan duro, un hueso pelado.
Debería confiar en ti.
Debería convencerte
de que entres en mi casa y darte
tu propio rincón,
una alfombra vieja donde echarte
y tu propio plato de agua.
Piensas que no sé que has estado viviendo
bajo mi portal.
Quieres que tu lugar definitivo esté listo
antes que llegue el invierno. Necesitas
tu nombre, tu collar y medalla. Necesitas
el derecho de espantar a los intrusos,
a quedarte en mi casa
y considerarla como propia,
a mí como algo tuyo
y a ti mismo
como mi perro.
*
Vivir
Es el fuego en las hojas y en el pasto
tan verde que parece
cada verano el último verano.
Sopla el viento, las hojas
se estremecen al sol,
todos los días el último día.
Hay una salamandra
roja, muy fría
y fácil de atrapar,
que mueve, como en sueños,
sus delicadas patas y su larga cola.
Dejo la mano abierta para que pueda irse.
Cada minuto el último minuto.
-
Relaciones abiertas en ciudad-kermés
/abril 02, 2025/La próxima vez que te vea, te mato (Anagrama, 2025) es la última obra de Paulina Flores, y que mucho tiene que ver con el encuentro y vida en Barcelona a partir del referido máster. La novela, con sus veintiún capítulos —cada uno con su título— tiene una estructura circular: empieza y termina con la misma escena en el metro de Barcelona: Javiera debe consolar a un afligido hombre mayor que llora. Antonio se ha quedado solo: “Que alguien llorara con tal congoja y delante de tanta gente desahogó un poquito el vertedero cínico de mi corazón”. Ella, en ese…
-
El lugar de un hombre, de Ramón J. Sender
/abril 02, 2025/En 1939, Ramón J. Sender publicó en México una novela inspirada en el conocido como “crimen de Cuenca”. Veinte años después, sacó una nueva versión, llena de modificaciones, que ha servido de base para esta nueva edición de Contraseña. En Zenda ofrecemos las primeras páginas de El lugar de un hombre (Contraseña), de Ramón J. Sender. *** CAPÍTULO PRIMERO LA CASUALIDAD DORMIDA. EL “SASO” «cu-cut», «cu-cut» el dos de mayo Santa Cruz. En esa fecha eran las fiestas. Mi pueblo tenía cinco mil habitantes. En el centro, donde vivíamos nosotros, había edificios de dos y hasta de tres plantas. A…
-
Zenda recomienda: Lugares, de Georges Perec
/abril 02, 2025/La propia editorial apunta, acerca de la obra: “Un reto. Una exploración. Un juego. Una locura. Una pirueta sin red. Perec en estado puro. El 7 de julio de 1969, Perec le escribió una carta a Maurice Nadeau para ponerle al día de sus proyectos y le explicó un plan tan bello como ambicioso, en el que preveía «un vasto conjunto autobiográfico que se articula en cuatro libros, y cuya realización me exigirá al menos doce años; no doy esta cifra al azar: se corresponde con el tiempo necesario para la redacción del último de esos cuatro libros, que delimita…
-
4 poemas de William Carlos Williams
/abril 02, 2025/*** Poema de Jersey paisaje de árboles de invierno y delante un árbol en primer plano donde junto a la nieve recién caída yacen seis troncos listos para el fuego *** Solo para decir Que me comí las ciruelas que estaban en la nevera y que tal vez guardabas para el desayuno Perdóname estaban deliciosas tan dulces y tan frías *** Retrato proletario Una mujer joven alta sin sombrero y en delantal Detenida en la calle con el pelo hacia atrás La punta del pie enfundada en su media rozando la acera Y el zapato en la mano. Examina atenta…
Muchas gracias por la excelente compilación – es hermoso leer poemas británicas tan famosas en español. Una cosa para comentar es que el norirlandés Heaney siempre se identificaba como un poeta irlandés y no británico (mi pasaporte es verde, dijo, cuando lo incluyeron en una antología de poesía británica). Muchas gracias por todo que hacéis en Zenda para la bella causa de la poesía…