Daniela Catrileo es una escritora y profesora de filosofía nacida en Santiago, Chile, en 1987. Forma parte del Colectivo Rangiñtulewfü y de Yene Revista. Ha publicado los libros Río herido (2016), Guerra florida (2018), Piñen (2019; 2022), Las aguas dejaron de unirse a otras aguas (2021) y El territorio del viaje (2022). Ha recibido el Premio Municipal de Literatura de Santiago, mención poesía (2019), el Premio Mejores obras literarias del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de Chile, mención cuento (2020) y el primer lugar del concurso Ax: Encuentro de las Culturas Indígenas y Afrodescendiente por su obra audiovisual Llekümün (2020) del Servicio Nacional del Patrimonio Cultural.
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El secreto en la rotura
de la lengua
como quien se apuñala
a sí mismo
para salvarse.
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Mis muertos
no son la historia.
Caminan sin lengua aúllan
como réplicas del signo.
¿De qué sirve escribirte, si desapareces
en la hoja
en el cauce?
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El eco que resuena al decir:
es que estamos rotos
como espiral
de caracola al final del océano.
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Quise adentrarme en el bosque
comer algunas moras
estirar las piernas en soledad
Saco algunas fotografías:
un escarabajo intenta subir una hoja
al nido de un ave
un zorro contempla el vuelo
de unas libélulas
la huella de un perdigón
incrustada en el tronco
de un roble.
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Mi hermano fotografía
una bandada de aves que abaten su vuelo
ellas al graznar parecen decir: nací aquí.
Sus plumas frondosas
hunden su materia en el Budi
sumergen sus pequeñas cabezas
hasta encontrar profundidad.
Mi hermano fotografía
una bandada de aves pero en esa imagen
no se muestra el aroma a madrugada
ni su respuesta
su: yo no nací aquí,
pero he vuelto.
El sol recién se levanta
para nosotros.
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Me acostumbré a dormir con los ojos abiertos
como los peces o las víboras
Aunque las pesadillas me confunden
con el recuerdo de verte al amanecer
cuando atraviesa la primera bomba
sobre los campos que fueron tus días
Pienso en E l l a antes de encontrar la muerte
—es como si te dijera mis temores en voz alta—
Imagino el calor de su piel
como una mantis aferrada a un trocito de ortiga
su cabeza apoyada en mis piernas
mis manos enterradas en su pelo
de fondo una explosión
calcinando la última morada
Apoyo mi oído en el retumbar de la tierra
pero la memoria evoca
el palpitar de su corazón
—estallido que aflora—
Sus ojos entrecerrándose
y E l l a
E l l a sonriendo
***
Miro el espejo
miro a las indias
miro al colono
me abro de piernas
meto
flores
cactus
animal
dios
el cosmos dentro de mí
Le explico al dios
con rostro de pájara
que no tengo nada adentro
que es fantasía de creadora
que en mí no puede nacer nadie
porque nada sobrevive
Espejo de la abstracción
Sí… nadie sobrevive