Eduardo Milán es un poeta, ensayista y crítico literario nacido en Rivera, Uruguay, en 1952. Está considerado como una de las voces latinoamericanas actuales más influyentes. Su vida ha estado marcada por varios acontecimientos trágicos, como la muerte de su madre cuando él tenía tan solo un año o el encarcelamiento en 1979 de su padre a raíz de la dictadura militar en su país, por lo que decidió exiliarse en México, país en el que reside desde entonces. Colaboró en varios medios, entre ellos la revista Vuelta, dirigida por Octavio Paz, donde fue columnista regular entre 1987. En 1997 recibió el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes por su libro Alegrial. Su obra poética ha sido recogida en libros como Manto [poesía completa 1975-1997] (Fondo de Cultura Económica México, 1999), Querencia, gracias y otros poemas (Galaxia Gutenberg, 2003), De este modo se llena un vacío (Universidad Autónoma de la Ciudad de México, 2006) o Habrá tenido lugar. Antología 1975 – 2008 (Biblioteca Nacional de Montevideo, 2008). En ensayo ha publicado libros como Justificación material. Ensayos sobre poesía latinoamericana (Universidad de la Ciudad de México, 2004), Crítica de un extranjero en defensa de un sueño (Huerga & Fierro, 2006) o Extremo de escritura. Ensayos poéticos y políticos (Espacio Hudson, 2010). A esto hay que añadir dos importantes recopilaciones de ensayos publicadas en México: Una cierta mirada (1998) y Trata de no ser constructor de ruinas (2003). Presentamos una selección de su obra y un poema inédito.
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DECIR AHÍ ES UNA FLOR DIFÍCIL
decir ahí es pintar todo de pájaro
decir ahí es estar atraído
por la palabra áspera
cardo
y por el cardenal cardenal
decir ahí es decir todo de nuevo
y empezar por el caballo:
el caballo está solo
ahora está solo
no hay ahora oscuro
no hay ahora de silencio
no hay ahora de palabra
no hay ahora de silencio contra la pared:
el caballo está solo es decir está negro
saltó por encima de la blanca
purísima realidad
el caballo está ahí
fuga
por las hendiduras del día
florescencia
como la luna fluye
el caballo salta por encima de su sombra
salta por encima de su silencio
salta por encima de la realidad
salta por encima
de un universo todavía negro
antes de la suma
antes de la cima
de los colores:
montaña verde sobre cielo azul
la silueta del caballo es colorada
colorada de sol cuando se oculta
ahora se oculta
ahora se hunde en el caballo
moneda de sol
no hay ahora de silencio
no hay ahora de palabra
no hay ahora de caballo
***
Excelente lenguaje, excelente.
Puro, blanquísimo, una flor: azucena.
Los pájaros cantan en pájaro. Los castores
comen en castor. Los humanos
hablan en humano, mano a mano, tocan
su voces en la conversación. ¿Brillante?
Se dice brillante. New York se dice New York.
Lenguaje de plata se dice lenguaje de plata. Para
un siglo de oro se dice para un siglo de oro. Góngora,
Góngora, Ya era hora, cordobés, ya era hora, cordobés.
Llaga se dice fácilmente.
***
No consigo estar de acuerdo conmigo:
Dudo, titubeo. ¿Qué debo decir que esté conmigo
De corazón, no tanto de lenguaje?
Es que el lenguaje es tanto. Y mientras
Al costado mi hijo espera,
Al costado mi hijo espera,
Al costado mi hija espera,
Pacientemente al costado mi mujer espera:
Son tres hijos y mi mujer al costado del poema,
Al costado de mi desacuerdo conmigo.
¿Qué es esta justificación tentativa de una tiniebla
como si no tuviera derecho? La izquierda
no me lo quita sea lo que sea ese derecho no civil,
estar a una doble sombra, la de la.
Árboles referí que estaban al costado, esa paisajística
Ingenua: yo y al costado árboles en prolongación, voy con ellos,
Rasgos de una querencia con un yo central, pampa
En el dibujo, charreteras de mi camisa, hombros de mi cabeza.
Es que no consigo estar de acuerdo yo profundo
Con yo profundo, va uno por su lado y otro por su lado
Ladeados reconociendo lados de los que dudo, soldados
No israelíes tipificados en su tipo ni soldados por soplete
A mi yo –mijo incaico de rodillas ante lo que cae- sino
Soldados por el sol dados a la infancia del cubilete.
***
por la dignidad el mendigo despega, uruguayo
derechos humanos son desde que nace
toda la vida durante el paso por el lomo de la ballena
figura de fuente de la abundancia
surte
se enseña en la escuela sin loro
sobre el pupitre sin loro
niño, ser sin loro
ni flor de loto
debajo de un cielo de espaldas al pasto
la dignidad por la que el mendigo despega
de la mano que le deja caer
de las caídas de la mano
una indigencia que no se reduce
sino en necesidad, no en esencia
una casa que embriaga la sobriedad
escancia el éxtasis
eso en el mundo en que hay todo escasea
***
estaba un enero a los 14 años en la estancia de mi padre en Tres Cruces
tierra límite entre Tacuarembó y Salto
tenía un garrafón de agua, una guadaña para cortar la yerba mala extendida
un perro, un caballo, todo el sol de la mañana a pique, soñaba
ahora que no estoy allí recuerdo la estancia de mi padre
el garrafón de agua, la guadaña, la extendida yerba mala
el perro, el caballo, todo el sol de la mañana, ya no sueño
sueño con soñar lo que soñaba -todo junto-
ese enero en el campo con el sol a pique
que So-shu soñó
salvo en mí
no está mi padre
***
a William Rowe
la leyenda del poema que no es desde hace mucho
la leyenda del poema que no es sino yendo
esas serían las nuevas incrustaciones
las grietas en la roca, las hendiduras, ahí
ningún metal, oro menos, amalgama
huevos en la grieta mientras vuelve a la caza
lo que viene del fondo del tiempo aparece, cotidiano
el día cierto, no se puede mentir, se experimenta entre
común, no común, viven mojarras, saltan pulgas
la mirada técnica, incisiva, técnica, distante
ojos apretados hasta un filo de lámina, esa, exacta en el corte
la mirada de la pregunta, la que quiere saber qué hay
dentro de un topo, qué más que órganos, vísceras, sangre
la mirada del vecino, la mirada del anciano, la mirada del niño, no
un niño abre los ojos, suelta sus labios
corazón comunica corazón
Comuna con Comuna, en una tea el cruce de aldea a ciudad
pigmentos del fuego, incisiones negras en el rojo amarillo
lo que se derrite, lo que chispea desparrama, llamas voladas por el viento
y una idea encendida que va de tea en tea, idea de día, de noche antorcha
todo un espacio para sí mismas
antorchas
la leyenda del poema que no es sino yendo pasa por París, 1871
La Comuna, ahí ve si se queda, si sigue, se diluye
está muy cerca de lo que hablo
amor jugado, amor cumplido
***
reserva de vulnerabilidad
la palabra es larga, el lugar no es otro
poeta no es más ni menos que otro sin lugar
el que se hace un lugar entre palabras
difícil que se haga un lugar entre silencios
uno entre millones sin más ni menos humildad
los que vienen subiendo por la Bicentenario
habían salido de Honduras “porque tenemos miedo”
los que se hundieron en el tránsito Venezuela-
Trinidad Tobago por lancha en tres horas
tardó en arder, ahora arde la mujer en México
matan diez mujeres al día en México
arde de una ira tan antigua que atraviesa
el musgo de las piedras de Tenochtitlán
a esto lo cambian las mujeres y el clima
el calor y el calor, uno de mujer
otro de polo que se derrite y ola que se levanta
el mar que vuelve se retira para volver
y envuelve a la Madre Naturaleza, esa metáfora
de lesa humanidad -algo lo tenía que hacer
Comuna de París, Cabaret Voltaire, los tres primeros
años de la Revolución Rusa y mayo del 68
Internacional Situacionista, Woodstock
yippies contra la producción
momentos impensables, vislumbres de un abismo
que salva -porque nada salva ni la hondonada a donde van a dar
los cantos muy cantados en la reina red
o los aún inéditos en ensayo nocturno
-la Gran Nada de los Maestros de la Nada
-si el frío regresa
no vendrá a pedirme a mí cobijo
él tiene su casa
soy de los fuegos de invierno
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