Hanni Ossott fue una poeta, traductora y ensayista nacida en Caracas en 1946. Profesora de la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela, tradujo a Rainer Maria Rilke, D. H. Lawrence y Emily Dickinson, y escribió ensayos sobre poesía y experiencia poética, reunidos principalmente en Memoria en ausencia de imagen / Memoria del cuerpo (1979) e Imágenes, voces y visiones (Ensayos sobre el habla poética) (1987). Su madre murió cuando tenía tres años y su familia se lo ocultó en un intento de protegerla del sufrimiento. Este hecho traumático marcó el resto de su vida. En su obra aparecen de manera recurrente temas como la casa, el dolor, la muerte, la infancia y la figura de la madre. Algunos de sus libros más destacados son Espacios para decir lo mismo (1974), Formas en el sueño figuran infinitos (Premio Nacional en la II Bienal de Poesía Ramos Sucre, 1976), Espacios en disolución (1976), Espacios de ausencia y luz (1982), Plegarias y penumbras (1986), Casa de agua y de sombras (1992) o El circo roto (1993). En 1988 obtuvo el Premio CONAC de Poesía. Tras varios años de reclusión en una casa de reposo, murió en la noche del 31 de diciembre de 2002 al 1 de enero de 2003. Sus cenizas fueron esparcidas en los jardines de la Facultad de Humanidades y Educación de la UCV.
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La verja, la espera, la cayena
los pistilos, el pétalo surcado.
La gran soledad en mira de todo lo que va
hombres, figuras, seres
vistos desde la altitud de un balcón
como un martes que pasa a un lunes
todo lento
casi sin pasión.
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Retratos, postales, cuadros, libros
una alfombra, una mesa
afuera la luz
bullicio de la fiesta
Y adentro ese no saber entender
Letargos, lejanías, desacuerdos.
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Él le puso nombres
soñó sus seres
inventó una casa, una genealogía
amó, dictó palabras
dibujó un jardín, soñó un río
devolvió para el amor un estanque
y todo se ha perdido
no existen sombras de su nombre
sólo trazos, dibujos incompletos
la frágil memoria
de quien lo sigue extenuado
Él es todos, cada uno, en ese sentir de muerte
La luz silenciosa en cada casa
Nosotros
La vaguedad que nos cierne.
Él no está allí, sino secretamente
al albergue del corazón
en un cuarto ya no propio
desalojado
Él no está allí pero agoniza en mí.
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Este espectáculo
la realidad
ventanas, edificios
la mueca en las caras
esto, lo incomprensible
el estar aquí
la calle húmeda de lluvia
la montaña de cortados grises
Este espectáculo
y no saber por qué
y andar, proferir, asentir
Esta memoria
el recuerdo de los otros
el absurdo, la pena, los descuartizamientos
Esta casa y lo que no sé
el cuarto, las fotografías
la melancolía
envejecimientos
Esta nada, el desprenderse
el no saber ya más.
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Y los muertos
amándonos
desde la memoria
dictando palabra y gesto
Los muertos tan con nosotros
en el alma
estrellas, astros
luz
código, señal
Los muertos
eso que no podemos asimilar
y está allí
hiriendo
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FIESTA
Y todo el mundo
destrozado en la fiesta
mintiendo.
De hachazos.
Sin dioses.
En un parloteo inútil.
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MEMORIA
Es mejor
no tener ya más memoria
para el tiempo pasado
las casas, las filigranas, los helechos
el borde, un tejido…
Es mejor
no tener un rostro
para siempre
que atormente e instigue
Es mejor
no escuchar ya una voz
ni oler perfumes ni cuerpos
Mejor este no saber.
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