Vanna Andreini es una poeta y traductora nacida en Padua, Italia, en 1970. Es licenciada en Letras UBA. Ha publicado Bruciate/quemadas (editorial Siesta, 1998), Furias (Ediciones Belleza y Felicidad, 2003), Monsterinc (Ediciones VOX, 2005, con el subsidio a la creación que le otorgó la Fundación Antorchas), Sirenas en la cama (Gog y Magog, 2008), la traducción Donde está mi patria de Pier Paolo Pasolini (Gog y Magog, 2008), Salud Familliar (El ojo del mármol, 2015, tercera mención en el Concurso “Régimen de fomento a la producción Literaria nacional y Estímulo a la industria Editorial” año 2013 del Fondo Nacional de las Artes), Fatebenefratelli (Barnacle Editora, 2020) y Perro y garza (Mágicas Naranjas, 2022).
***
Qué lejos estábamos de imaginar
qué lejos
qué lejos estamos
de nuestros encuentros
los cuerpos transpirados
tus manos sobre mi boca
qué lejos estábamos
mientras reíamos desnudos
de saber que un gen
nos volvía idénticos
nos hacía portadores
de su fibrosis quística
Qué lejos
qué lejos
mi vientre redondo
su corazón galopando
nuestras lágrimas de amor
¿dónde estabas antes
pequeña imprescindible?
Qué lejos estábamos de imaginarnos
uno de cada lado
sosteniendo su cuerpo
repitiendo sus palabras
buen día
buen día
con las que quiso liberarnos
de la tristeza de perderla
mi dedo pasa
sobre este tatuaje
lee sin ver
buen día Agos.
***
Recuerdo cuando me
explicaste que
a una determinada edad
los ojos lagrimean solos
Recuerdo la palabra
necesariedad a la hora
de justificar esas gotas –
así las llamaste-
Recuerdo que me hablaste
del viento de las mañanas
empujando tus párpados
sobre el mar nuestro de cada día
pero no recuerdo el instante
en que las goteras de tus ojos
se volvieron lluvia
en los míos.
***
22 febbraio 1932
(Casa penale di Turi)
Desde la cárcel
a un hijo
que aprendió
lejos de él
lejos del italiano
le escribe
sobre un erizo
un padre espinoso
subido a una rama
que balancea
con la fuerza de su cuerpo
al ritmo de la marea.
Desde la cárcel
a un hijo
que aprendió
lejos de él
lejos del italiano
le escribe
que las manzanas
de esa rama
caen y se clavan
sobre las púas
de la pequeña compañera
apostada
bajo el árbol.
La luna
abre entonces una nube
y él, erizo-padre, dirige sus pasos
hacía sus pequeños hijos.
Al centelleo de sus ojos
se les reúnen, entonces
se ovilla
y en ese girar ciego
clava sus presas rojas
trasmite vida.
Desde la cárcel
a un hijo
que aprendió
lejos de él
lejos del italiano
le escribe
nella sua lingua
sobre él
sobre unos muchachos
que Salieron de entre la noche
se llevaron a la pequeña familia
se la repartieron.
Desde la cárcel
le escribe
sobre el padre erizo
viviendo
en su jardín
por muchos años.
A un hijo
lejos
le escribe
sobre ese erizo
que se acerca
a él muchacho.
Lejos del italiano
escribe
sobre la desaparición
de un pequeño
erizo padre.
***
Entre mis plantas
en la maceta-balde
recuplast sintético
nació un dedo.
El viento de las últimas semanas
debe haberlo traído.
No sé definir su color
rosa tirando a marrón
amarillo yendo al violeta.
Parece delicado
es un dedo chiquito todavía.
Pensé en separarlo
de las otras plantas
pero no sé qué necesita
sol / sombra.
Confío en que sepa
en que pueda solo
en que mi asistencia
se limite al agua
a unas pocas palabras susurradas
día por medio.
Su presencia
sin embargo
me llena de melancolía,
¿podrá sobrevivir
hasta ser una mano
y abrirse al sol
y sostenerme
para que no me rebalse
en la brea
de las caricias de este patio?
***
Generosamente
el calor del sol
de las baldosas rojas
entra a mi espalda
agradecida
paseo mis ojos
por el azul
de este abril luminoso
vetas blancas
recorren la superficie
que mi boca respira
entonces los veo volar
un zurcido negro
puntadas abigarradas
que reparan el tajo
entre este azul
y el negro profundo
del espacio monstruoso
que imagino envolviéndonos.
***
Un olivo en el mar
podría parecer
una visión religiosa
no
soy yo
soy un olivo añoso
soy un pequeño mar
en calma
bajo sus raíces
no hay palomas
no hay dios
no hay humanidad que salvar
solo una infancia
desplegada en silencio.
***
El sol del mediodía
plomada vertical suspendida
en el vacío que atraviesa
mi cabeza cegada
sobre la arena gris
entre las reverberaciones vítreas
de este mar ondeado
ella espera radiante
la espuma blanca
que llega sin descanso plana y alta
dejando la ola que rompió lejos
la tengo que proteger
y el viento
barre un poco
el ardor di mi piel
nos tenemos que ir
refugiarnos en la sombra
en los murmullos de la siesta
este sol anestesia
gravito hacia el centro de la tierra
enmudecida
nada importa más
sólo esta somnolencia
hipnótica de mi cuerpo
ya aprenderá el peso
del abandono.
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