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7 poemas de Verónica Aranda

Foto: Federico Romero Galán.

Verónica Aranda es una poeta, gestora cultural y traductora nacida en Madrid en 1982. Es Máster en Filología Hispánica y ha recibido los premios de poesía Antonio Oliver Belmás, Miguel Hernández, Ciudad de Salamanca, Luis Feria, Leonor y Ciudad de Pamplona, entre otros. Entre la docena de poemarios que ha publicado, destacan: Tatuaje (Hiperión, 2005), Cortes de luz (Rialp, 2010), Café Hafa (El sastre de Apollinaire, 2015), Épica de raíles (Devenir, 2016), Dibujar una isla (Reino de Cordelia, 2017) y Cobalto Oscuro (Cénlit, 2020). También cultiva el haiku, el microrrelato y la literatura de viajes. Dirige una colección de poesía latinoamericana actual (“Toda la noche se oyeron”) en la editorial Polibea. Algunos de sus poemas han sido traducidos al francés, inglés, galego, portugués, italiano, árabe, rumano y hindi. Presentamos una selección de su obra y un poema inédito.

***

Mapas

Consultaba los mapas
con un bosque lluvioso en la retina
y dejaba su huella
en las contraventanas.
Si fallaban las brújulas,
si en un ardor de cal le cegaba la luz,
ella asumía el riesgo de quedarse atrapada
en una ciudad ajena.

***

Selva (XI)

Bajo el ventilador desvencijado,
en cada imperativo
había incertidumbre,
máscaras esculpidas
entre el fulgor y la aniquilación.

Al nombrar, sin premura,
caléndula, deriva,
luz de granja en silencio,
primer té negro al alba,
labios abstemios demandaban himnos.

***

Laying with the olive trees
(Tracey Emin), 2011

La mujer solitaria
yace entre cinco olivos.
¿Está herida de muerte?
¿Está desnuda?

Es la genealogía coagulada
de los que mueren jóvenes.
Es la siesta sencilla de un solsticio
que baja de la copa a las raíces.

***

Blancanieves jugando con el trofeo del padre
(Paula Rego), 1995

Junto a una cabeza de venado,
se hace presente Blancanieves.
Toma el trofeo y el sillón del padre,
prueba la autoridad, se muestra indócil
con su vestido blanco de satén.
Toma la muerte expuesta, rematada
con dos ojos de vidrio,
sujeta al animal por la pala del cuerno.

Unos segundos antes del disparo,
atravesó un pomar.

***

Arrabales

La ciudad tenía cuatro ríos
y en sus arrabales
de humareda culpable
asaban animales diminutos
que hacían pensar
en los cuadros del Bosco.
En una intimidad
fría como las aguas
de aquellos cuatro ríos
que interrogaban náufragos,
su piel era ribera
o su ribera, piel
en un deseo sitiado.

***

En el daguerrotipo

En el daguerrotipo
te distancias de mí.
Hay sombras de otro siglo.
Y frente al mar,
la hipnosis.
Y bajando hacia el mar,
los motivos florales
y los cuartos a medio construir
donde amanezco hablando de los bosques.

***

Bodegones de Morandi

Los ocres de Morandi,
los beis miel, los azules,
cada jarra acanalada,
la luz cobriza entrando
por el patio de siempre,
nos revelan liturgia,
proporción de silencio
en los objetos.

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