Victoria Ramírez es una poeta nacida en Santiago, Chile, en 1991. Ha publicado Magnolios (Overol, Salta el Pez) y Teoría del polen (Provincianos, Salta el Pez). Obtuvo el Premio Roberto Bolaño en 2016 y en 2019 fue becaria de la residencia Macdowell en Estados Unidos. En 2019 y 2020 obtuvo el Premio Mejores Obras Literarias en la categoría de poesía inédita que entrega el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio en Chile. Ha sido parte de antologías en España, Francia, México, Argentina y Chile. Ha sido becaria de la Fundación Pablo Neruda en Chile y parte del colectivo de poesía y traducción Frank Ocean.
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De todas las razones para rebelarse las plantas escogen la lengua. Al echar raíces desmantelan sus dialectos. Ese hábito subterráneo causa extrañeza en los humanos. Sus nombres en latín pierden sentido. El verdadero lenguaje es la omisión. Una planta no miente si guarda silencio.
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aún es posible ver aún es posible ver
sándalos de Juan Fernández silenes tormentosas
palmas de Rapa Nui flores de chocolate
árboles de Franklin pinos Wollemi
olivos de Santa Elena cycas espinosas
árboles de escamas palos rosa de Madagascar
acacias de Australia araucarias volcánicas
sigilarias normanias
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Bajo la mirada aristotélica las plantas fueron casi objetos, estantes o cuadros salpicados de alma vegetativa. Pero al adentrarse en las semillas de rosas, tulipanes y hortensias fue posible ver los efectos en la fibra humana y la manera en que la carne blanda de la planta se volvió diente y quijada. Entonces fue difícil olvidar la firmeza de un ciprés y la eficacia con que robles, olmos, cedros y nogales resistieron cien frutos colgando. Como si el alma fuera eso: un aroma prensado y endurecido por el tiempo.
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no es no es no encajar
posible posible una pieza
pintar capturar el limpia
la quietud apareamiento de engranaje
en el liquen de una orquídea el amor
ambos órganos no puede
mezclados
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hay criterios hay causas
áreas de distribución demanda de leña
tamaño de las poblaciones expansiones agrícolas
reducciones en el tiempo plantaciones comerciales
grados de fragmentación pino y eucaliptus
incendios clase A
monocultivos
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aún es posible ver montañas
nubes sobre cumbres punzantes
es posible ver veleros amarillos
adolescentes a la rastra en trajes de baño
por un motor que deja migajas sobre las olas
niños que juegan pulcros sobre la arena
que construyen canales para que pase el mar
hombres que venden y hombres que compran
masas dulces y fritas a mil pesos
aún es posible pasear perros por dinero
ver volantines que caen en picada
hasta ensartarse en una rama de aromo
el mundo se puede acabar y aun así
podemos sentir que el cielo es una lengua
abierta como una excavación
o un agujero de luz egoísta
que nos lastima la cara
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aún es posible ver parques nacionales
zonas de protección y reservas
ranitas de Darwin que se inflan
bajo la luz desigual de una linterna
es posible tararear una canción
por el miedo de caminar a oscuras
ver gatos nacidos de madre güiña
que escalan rápido la cordillera
carneros que niegan una estirpe
que bajan enfermos hacia el río
el mundo se puede acabar y aun así
podemos sentir el aire de alga marina
la mezcla de sal roja que inunda
archipiélagos o ciénagas o ensenadas
mientras crecen allí nuevos vertebrados
mamíferos fuertes como ornitorrincos
que gestan huevos y cruzan millas
con hijos encaramados en la espalda
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Aún es posible leer buena poesía,
leer palabras que nos despiertan,
las ganas de naturaleza,
aún es posible escuchar frases
entendibles y bellas
que hablen de la vida.
Excelente artículo.
Estas tipografías, tan en boga hoy día, me dificultan el acceso al poema. Soy un viejuno, qué se le va a hacer.
La poesía que no conmueve son sólo palabras huecas,
cáscaras de ideas inconexas,
principios de,
que no terminan,
que antes que empiezan acaban.
Naderias muertas que se exhalan,
humo de conjeturas ardiendo en el ara de la nada.