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7 poetas contemporáneos venezolanos

Este viernes, dentro de la nueva sección No son todos los que están, presentamos la lista de siete poetas contemporáneos de Venezuela que complementa a la publicada hace unas semanas de siete grandes poetas del mismo país. Pasen y lean. Estos son los que están esta semana, y los que no, ya llegarán.

******

MARÍA AUXILIADORA ÁLVAREZ

María Auxiliadora Álvarez es una poeta y investigadora nacida en Caracas, Venezuela, en 1956. Ha publicado los libros de poesía como Un día más de lo invisible (2019), El silencio El lugar (2018), Páramo solo y Las regiones del frío (2018) Piedra en:U:, (2016), Paréntesis del estupor (2011), El eterno aprendiz y Resplandor (2006) o Mis pies en el origen (1978). En ensayo ha publicado los libros Experiencia y expresión de lo inefable. La poesía de San Juan de la Cruz (2013) y Fino animal de sombra. De la antigua mística a la escritura urbana (2017). Cursó la maestría y el doctorado en literatura transatlántica en la University of Illinois at Urbana-Champaign y actualmente es profesora en Miami University, Oxford, Ohio. 

Adorno

una niña adorna con su cabeza

la pequeña flor muerta

*

Aún

Hacer
poesía
es
más
o menos
comparable
a necesitar a Dios:

esa respiración
que
nos falta
en
el instante
en
que
habiendo
exhalado
el
ultimo
aire

El
Nuevo
aire
no
ha
entrado

Aún 

***

IGOR BARRETO 

Igor Barreto es un poeta, escritor y editor nacido en San Fernando de Apure, Venezuela, en 1952. Cofundador, en 1981, del grupo Tráfico. Barreto es una de las voces más importantes de la poesía venezolana contemporánea. Ha ganado el Premio Municipal de Literatura, mención Poesía, en 1986, y el Premio Universidad Central de Venezuela, mención Poesía, en 1993. Obtuvo la beca Guggenheim, en 2008. Además, fundó en la década de los ochenta la editorial Sociedad de Amigos del Santo Sepulcro. Algunos de sus libros de poemas son ¿Y si el amor no llega? (1983), Soy el muchacho más hermoso de esta ciudad (1986), Crónicas llanas (1989), Tierranegra (1993), Soul of Apure (2006), El llano ciego (2006), El duelo (2010), Carreteras nocturnas (2010), El campo/el ascensor. Poesía reunida (1983-2013) (2014), El muro de Mandelshtam (2017) o La sombra del apostador. El Gallo Combatiente y su ritual analfabeto (2021).

Carreteras nocturnas

Al cumplir los 35 años
me entregué con pasión
a las carreteras nocturnas, en ese tiempo viajaba
por el país imaginario
que todos construimos,
un país que me seguía como la única camisa azul
o el pañuelo
en el bolsillo izquierdo. Solía entonces
asomarme
a la ventanilla del autobús
y mirar en trance
la línea que segmenta
la mitad de la carretera, aquella línea
atravesada audazmente
por la pelambre de un zorro
o la sombra de una lechuza
escapada a la fijeza
de potentes faros,
o simplemente
el celaje
de una silueta
humana
huyendo de la fatalidad
y el arrollamiento.

El pasillo interno del autobús
era otro camino
de cuerpos contraídos
en posición fetal.
El ayudante del chofer
recorría aquel pasadizo
apoyándose en el espaldar
de los asientos
y mirando
al interior del sueño
de los viajantes.
Había silencio
y algún susurro de voces
era el esporádico acompañamiento
de aquellas horas.
El sueño que se vive
durante un viaje en autobús
produce fatiga de los sentidos:
debilidad nerviosa, psicastenia.

A los 35 años
ya era un viajero
por lugares de crápula y peligro,
y había descubierto algo
tan importante
como el destino familiar
esperado al término de la ruta.
Finalmente
atinaba con aquello
que parecía
una metáfora del país.

El novelista Enrique Bernardo Núñez
en Una ojeada al mapa de Venezuela
escribió esta frase:

Ante todo la tierra que tenemos delante reclama de nosotros una interpretación.

Deben ser como las 2 a.m.
y la proa del bus-cama
reduce la velocidad
estacionándose bajo el antetecho
de un restaurante de carretera.
Al abrirse las puertas del bus
nos desplegamos aturdidos
a la soledad de los urinarios,
al tragamonedas,
al pan y al café.
La luz del recinto
era blanca
como una niebla
que rozara la cabeza de los viajantes.

En la oscuridad
la carretera permanecía
–inmóvil–.

Sé que hay una ciudad cercana,
un bosque cercano
pero cómo relacionarlos
y armar con ellos
un universo.
El mapa del país
resulta inútil.

A pesar
de la certeza de la noche
si alguien preguntara:
¿qué día es,
de qué año y qué fecha?,
no sabría responderle.

Entonces, aquel momento estancado
en un presente continuo
me pareció tan semejante al país:
quiero decir que el país
es como los restaurantes nocturnos
de carretera.
Estas imágenes han resonado
durante años
como una onda que se expande
y no se disuelve.
Diría que es un lugar de amnesia.
Así también lo cree
un poeta antillano llamado Walcott.

La amnesia
es la visión de unas garzas
que posan a la orilla del mar
luego de un largo viaje.

La piedad llueve
sobre esta estampa
y no hay remedio.
Quién recuerda
una muerte ocurrida,
un pasado sepultado.

Con ojos calmos
releo –otra vez–
Una ojeada al mapa de Venezuela,
impreso por la editorial Élite en 1939:

A veces, al cruzar una aldea, veo casas abandonadas. El hombre se ha marchado de allí y ha cambiado sin dificultad el hogar por una reducida habitación en la ciudad fría.

En 1939
todavía se hablaba de la «hermosa barbarie»
mas hoy
las favelas acorazan
las montañas
con su muro de ladrillos anaranjados.

Es la maldita circunstancia
del presente por todas partes.

Ahora,
cuando el bus se aleja del restaurante
hay un momento en que la fachada
queda impresa
como un resplandor tenue
en el enorme vidrio lateral
de las ventanas.

No entiendo por qué evoco
un viaje a Grecia
y mi única visita
a la Acrópolis
y al teatro de Epidauro.

Mis ruinas
siempre han sido:
el óleo de una quieta montaña,
o la incandescencia
de la costa caribeña de Macuto.

Un país entrañable
que no volverá más. 

*** 

RAFAEL CADENAS

Rafael Cadenas es un poeta, ensayista y profesor universitario nacido en en Barquisimeto, Venezuela, en abril de 1930. Empezó a escribir poesía desde muy joven y también fue temprana su actividad política en la militancia comunista, por lo que tuvo que exiliarse a Trinidad en 1952, donde permaneció hasta 1957. Allí vivió cuatro años y aprendió el inglés, lo cual le permitió leer y traducir a los poetas anglosajones. Fue uno de los fundadores del grupo y la revista Tabla Redonda (1959-1963). A partir de 1963, la fama de Rafael Cadenas se extendió por toda Latinoamérica tras la publicación de Derrota. Recibió la beca Guggenheim en 1986 y el doctorado Honoris Causa de la Universidad Central de Venezuela. También le fue otorgado en México el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, antes llamado Juan Rulfo. Dueño de un lenguaje mágico y depurado, su obra lo sitúa como uno de los grandes exponentes de la poesía modernista  hispanoamericana. Cadenas también fue galardonado en 2018 con el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y en 2023 con el Premio Cervantes, siendo el primer venezolano en recibir el reconocimiento.

Derrota

Yo que no he tenido nunca un oficio
que ante todo competidor me he sentido débil
que perdí los mejores títulos para la vida
que apenas llego a un sitio ya quiero irme (creyendo que mudarme es una solución)
que he sido negado anticipadamente y escarnecido por los más aptos
que me arrimo a las paredes para no caer del todo
que soy objeto de risa para mí mismo
que creí que mi padre era eterno
que he sido humillado por profesores de literatura
que un día pregunté en qué podía ayudar y la respuesta fue una risotada
que no podré nunca formar un hogar, ni ser brillante, ni triunfar en la vida
que he sido abandonado por muchas personas porque casi no hablo
que tengo vergüenza por actos que no he cometido
que poco me ha faltado para echar a correr por la calle
que he perdido un centro que nunca tuve
que me he vuelto el hazmerreír de mucha gente por vivir en el limbo
que no encontraré nunca quién me soporte
que fui preterido en aras de personas mucho más miserables que yo
que seguiré toda la vida así y que el año entrante seré muchas veces más burlado en mi ridícula ambición
que estoy cansado de recibir consejos de otros más aletargados que yo («Ud. Es muy quedado, avíspese, despierte»)
que nunca podré viajar a la India
que he recibido favores sin dar nada en cambio
que ando por la ciudad de un lado a otro como una pluma
que me dejo llevar por los otros
que no tengo personalidad ni quiero tenerla
que todo el día tapo mi rebelión
que no he ido a las guerrillas
que no he hecho nada por mi pueblo
que no soy de las FALN y me desespero por todas estas cosas y por otras cuya enumeración sería interminable
que no puedo salir de mi prisión
que he sido dado de baja en todas partes por inútil
que en realidad no he podido casarme ni ir a París ni tener un día sereno
que me niego a reconocer los hechos
que siempre babeo sobre mi historia
que soy imbécil y más que imbécil de nacimiento
que perdí el hilo del discurso que se ejecutaba en mí y no he podido encontrarlo
que no lloro cuando siento deseos de hacerlo
que llego tarde a todo
que he sido arruinado por tantas marchas y contramarchas
que ansío la inmovilidad perfecta y la brisa impecable
que no soy lo que soy ni lo que no soy
que a pesar de todo tengo un orgullo satánico aunque a ciertas horas haya sido humilde hasta igualarme a las piedras
que he vivido quince años en el mismo círculo
que me creí predestinado para algo fuera de lo común y nada he logrado
que nunca usaré corbata
que no encuentro mi cuerpo
que he percibido por relámpagos mi falsedad y no he podido derribarme, barrer todo y crear de mi indolencia, mi flotación, mi extravío una frescura nueva, y obstinadamente me suicido al alcance de la mano
me levantaré del suelo más ridículo todavía para seguir burlándome de los otros y de mí hasta el día del juicio final. 

*** 

JUAN CALZADILLA 

Juan Calzadilla es un poeta, editor, artista plástico, curador y crítico de arte nacido en Altagracia de Orituco, Venezuela, en 1930. Algunos de sus libros más destacados son Primeros poemas (Ediciones Mar Caribe, 1954), Ciudadano sin fin (Monte Ávila Editores, 1969), Oh Smog (Colección Equinoccio de la Universidad Simón Bolívar, 1978), Diario sin sujeto (1999) o Manual para inconformistas (Eloisa Cartonera, 2005). Su obra poética ha sido reunida en antologías como Poesía por mandato (Monte Ávila Editores, 2015) o Antología poética Formas en Fuga (Colección Clásica de la Biblioteca Ayacucho, 2013). En 1996 recibió el Premio Nacional de Artes Plásticas, otorgado por el Consejo Nacional de la Cultura (CONAC), por su obra como dibujante, crítico e investigador y en 2011 fue nombrado director de la Galería de Arte Nacional, máxima institución dedicada a la conservación, estudio y divulgación del arte venezolano.

33

entre el vinil y la silicona,
marcharé avaro forrado de ropas
bamboleándome como un astronauta,
calzado con zapatos de a kilo
descenderé por las dunas de vidrios rotos
y el corcho de los desiertos.
Avanzaré a buscar lo que de ningún
modo encuentro, buscaré
lo que no se me ha perdido
entre resortes cuyos espirales
a mi paso hacen befa de mis pantalones
inflados como globos por el viento.
Subiré a los altares donde
el cobre y la porcelana
al paisaje montan guardia
y en la rosa del orín
dan a beber la gota de agua
que ya no sale por los caños.
Aquí donde el fuego no anda con rodeos
y va rápidamente al grano
como la luz en la punta del rayo.

***

ORIETTE D’ANGELO 

Oriette D’Angelo es una escritora, artista visual y académica nacida en Caracas, Venezuela, en 1990. Actualmente estudia el PhD en Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Iowa, donde también cursó el MFA de Escritura Creativa en Español. Fundadora de los proyectos digitales Digo.palabra.txt y #PoetasVenezolanas. Magíster en Digital Communications & Media Arts por DePaul University, Chicago. Autora de los libros: Pájaro que muerde. Diario de Iowa, 2018-2019 (LP5 Editora, 2022); Inquietud (Digo.palabra.txt, 2021) y Cardiopatías (Monte Ávila Editores, 2016; Premio para Obras de Autores Inéditos, 2014). Seleccionó y prologó la antología de poesía venezolana Amanecimos sobre la palabra (Team Poetero Ediciones, 2017).

Mantra 

Sé que existo porque toco firme este suelo
me apoyo y hace frío
quiero ser raíz
pero mis dedos se alejan
me abalanzo sobre todo
evado el vuelo
lo que me hace flotar
y me completa.

No saber,
es ya saber.

Entonces repites
como un mantra:

Nada bueno sale
de los lugares donde insistes.

*** 

YOLANDA PANTIN 

Yolanda Pantin es una poeta, ensayista, editora y autora de libros para niños nacida en Caracas, Venezuela, 1954. Ha publicado poemarios como Casa o Lobo (1981), La Canción Fría (1989), La Épica del Padre (2002), País (2007) o Lo que hace el tiempo (2017). En 2014 la editorial Pre-textos publicó País, poesía reunida 1981-2011. En 1989 recibió en Caracas el Premio Fundarte de Poesía. Fue becaria de la Fundación Rockefeller en Bellagio Study Center. En 2004 recibió la Beca Guggenheim. Por el conjunto de su trabajo recibió en 2015, en Aguascalientes, México, el premio Poetas del Mundo Latino “Víctor Sandoval”, y en 2017 en Madrid, España, obtuvo el XVII Premio Casa de América de Poesía Americana. Además en 2020 recibió el Premio Federico García Lorca. 

Exilio

Ustedes
perdieron un país
dentro de ustedes

*

Sólo veía una carretera polvorienta

Como el calor me sofocaba dije basta
y me senté de cara a la ventana
para refrescar mi cabeza que tiritaba
al igual que una onza de gelatina
Con el hilo del sudor
hice un collar
para apretarme el cuello
además
las noches eran tristes
y rojas
tanto
que me dediqué a soñar con lo ojos abiertos
Sólo veía una carretera polvorienta
Eran noches nostálgicas
Te dije ahógame
y como no había cuerda
y el hilo en el cuello era invisible
juraste amor eterno
me hiciste una escena de celos

Luego lloramos en voz baja
para no despertar a los niños 

*** 

ADALBER SALAS HERNÁNDEZ 

Adalber Salas Hernández es un poeta, ensayista, traductor nacido en Caracas, Venezuela, en 1987. Es autor de  libros como Salvoconducto (XXXVI Premio de Poesía Arcipreste de Hita; Pre-Textos, 2015), La ciencia de las despedidas (Pre-Textos, 2018) y Nuevas cartas náuticas (Pre-Textos, 2022) así como los volúmenes de prosa Clarice Lispector: el lugar de la poesía (Ril Editores, 2019), Palabras sin dueño. Variaciones sobre la traducción literaria (Dirección de Literatura UNAM / Periódico de Poesía, 2019), Nuevas Cartas náuticas (Pre-Textos, 2022) o Las formas débiles, libro de poesía escrito a cuatro manos con Elisa Díaz Castelo (Vaso Roto, 2024). Ha publicado traducciones de Marguerite Duras, Antonin Artaud, Charles Wright, Mário de Andrade, Hart Crane, René Crevel, Pascal Quignard, Mark Strand, Lorna Goodison, Nicholas Laughlin, Louise Glück o Anne Boyer entre otros. Su trabajo se reúne en antologías como De ningún viaje se vuelve (Mantis Editores, 2019). 

XIV – Algunas supersticiones y creencias de los marineros fenicios
(Historia Naturalis, Plinio el Viejo)

El marino que halle sal en su almohada en la mañana en que partirá,

morirá ahogado.

Avistar aves gordas significará pesca flaca.
Vientos suaves indicarán corrientes violentas.

Quien sueña con peces ha sido favorecido por el dios Yam.

Al transportar vino por mar, los mercaderes deberán temer la sed de Lotan, la sierpe de los abismos marinos.

Quien sueña con peces, terminará con la respiración escamosa.

El marino que, lejos de la costa, encuentre arena bajo las uñas,
morirá a manos de otro hombre.

El vuelo de las gaviotas es engañoso:
entregan presagios falsos para luego cebarse en la carne de los marinos muertos.
Para asegurar una pesca abundante, la noche antes de zarpar toma un ojo de pescado, rebana la pupila y cómelo. Luego de pasar la noche en vela, dejar la pupila en la puerta de tu casa.

Quien sueña con peces, verá a su enemigo morir en la arena.

Para asegurar el éxito en una expedición de guerra, las naves deberán ser lavadas con sangre de caballo.

La nave que lleva grillos a bordo no se pierde en altamar.

De noche, si alguna de las estrellas se mueve de sitio, quiere decir que la nave será azotada por la hambruna.

Quien sueña con peces, criará perlas en los pulmones.

El alga roja es la sangre coagulada que los dioses marinos derraman en sus reyertas.

Llevar pan en altamar trae la desgracia, pues todos seremos levadura.

Las ratas de un barco chillarán cuando haya tierra cerca.

En altamar, los fuegos fatuos son las almas de los que en vida no vieron en mar.

Si un miembro de la tripulación muere, será necesario arrancar sus dientes y lanzarlos
por
la borda, para que su espíritu no devore el viento de las velas.
El cuerpo deberá ser enterrado en la costa más cercana.

Quien sueña con peces, hallará plumas en la boca de su amante.

Los sacrificios antes de la navegación sólo serán propicios si los realiza un sacerdote que no tenga hermanos en el mar.

Los ahogados cultivan corales en el fondo marino. De ellos se alimentan.

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Igor Barreto
Igor Barreto
3 meses hace

Gracias a Zenda por publicar reseñas y textos de poetas venezolanos. Pero faltaron los créditos de las fotos. Qué también pertenecen a fotógrafos muy notables como creadores.