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8 aforismos inéditos de Mario Pérez Antolín

8 aforismos inéditos de Mario Pérez Antolín

Mario Pérez Antolín es un aforista nacido en Stuttgart, en 1964. Sus libros en este género (Profanación del poder, La más cruel de las certezas, Oscura lucidez y Crudeza) han recibido elogios de escritores tan eminentes como Eugenio Trías, Victoria Camps, Joan Subirats, Vicente Verdú o Juan Carlos Mestre. Antólogo de Concisos, que reúne algunos los mejores aforistas españoles contemporáneos y autor de cuatro poemarios: Semántica secreta, Yo eres tú, De nadie y Esta ínfima parte de infinito. Parte de su obra ha sido traducida al árabe, al italiano y al francés. Presentamos una selección de ocho aforismos de Contrariedades, que verá la luz próximamente en la editorial La Isla de Siltolá, con prólogo de Jaime Siles, para celebrar el Día del Libro desde casa.

Ni un tresillo de familia estándar con costumbres discretas, ni un armario de esos empotrados que se tragan las paredes, ni una lámpara de pie que quisiera lucir en el techo sin que la cuelguen: de ser algún mueble, yo me decanto por el curvo estante que nunca rechaza un nuevo libro, aunque ya flaqueen sus precarias fuerzas.

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Lo que más me envejece son esos libros del anaquel superior, que antes estaban a mi alcance y que ahora debo contemplar a distancia, esperando que una mano amiga los baje a la planicie donde habito.

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De seguir así, pronto dejaré de escribir. La literatura se derrite como un polo barato de fresa. Su originalidad descansa en los billetes de un dólar que transportan los furgones blindados. Una póliza de seguros vale más que un incunable. De seguir así, los libros carecerán de importancia y, por eso mismo, habrán triunfado.

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Un crítico literario que se precie, llevado al extremo, debe ser capaz de morir por un buen libro y de matar al autor de un mal libro.

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En esa librería cada libro solo se deja leer por su único lector. Abrir uno que no te corresponda supone borrarlo.

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Seguramente, a esta hora, hay otro que lee el mismo libro que estoy leyendo. Incluso puede que nos lleguemos por la misma página. Si algo así sucede, me gustaría cerrar su libro cuando lo haya terminado y que él cierre el mío cuando yo concluya.

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¿Qué será de mí cuando las sillas me acusen de aplastarlas, sin miramientos, mientras escribía libros innecesarios? ¿Qué será de mí cuando tantos objetos y plantas y animales se pongan de acuerdo para ejercer una acusación popular contra la arrogancia de un hombre minúsculo? A partir de ahora, lo mío y lo suyo les pertenecerá a ellos o a nadie.

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Se queja la pared por una capa de pintura demasiado gruesa, y el fregadero por un exceso de grasa residual, y los estantes por el peso de unos libros voluminosos, y las vigas por el avance de la carcoma insaciable. La casa protesta y yo no sé interpretarlo.

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