John Berger fue un escritor, crítico de arte y pintor nacido en Londres en 1926. Es ampliamente conocido por su producción narrativa, en la que destaca la novela G., ganadora del Booker Prize en 1972, o la trilogía De sus fatigas —compuesta por Puerca tierra (1979), Una vez en Europa (1983) y Lila y Flag (1990)—, así como por sus ensayos, fundamentalmente por los dedicados al campo del arte y la estética y, entre ellos, el ya clásico Modos de ver (1972). Autor radicalmente comprometido con su tiempo, ha sabido dar voz a distintas causas —entre ellas, la denuncia de la acelerada destrucción del mundo rural— sin dejar por ello de construir una de las obras más personales e interesante del panorama literario e intelectual contemporáneo. Berger defendía que la palabra «poeta», más que un sustantivo —tal y como se nos enseña habitualmente— es un adjetivo, que incluye las cualidades del valor y la nobleza, aunque no solo. El cambio en la orientación de la palaba hace difícil, nos decía, calificarse como tal, porque sería una afirmación enfática, cercana a declararse «inolvidable» o «verdadero». Según el autor, correspondía al lector, «y solo a él», decidir si un poema es un poema, y si un poeta lo es realmente. Esta visión habría apartado al autor de publicar un poemario completo hasta cierto momento, ya que tal declaración implicaría reclamar la categoría de poeta. En 2006 Berger recibió la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes. En España su poesía se ha publicado en los libros Páginas de la herida (Visor, 2003), Poesía (La voz del poeta) John Berger (Círculo De Bellas Artes, 2014), donde se reúne su poesía completa y el libro Y nuestros rostros, mi vida, breves como fotos (Nórdica Libros, 2018), una obra híbrida en la que se combinan la profundidad de sus ensayos y críticas artísticas con la emotividad de su ficción y su poesía. Murió en 2017 en París, a la edad de 90 años.
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PALABRAS MIGRANTES
En un hoyo en la tierra
enterré todos los acentos
de mi lengua natal
ahí yacen
como agujas de pino
que juntaron las hormigas
puede que un día
el llanto vacilante
de otro viajero
los encienda
y así, con su abrigo y consuelo
oiga toda la noche la verdad
como una canción de cuna.
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PALABRAS II
La lengua
es la primera hoja del espinazo
los bosques del lenguaje la circundan
como un topo
la lengua
escarba la tierra del discurso
Como un pájaro
la lengua
vuela en los arcos de la palabra escrita
La lengua está emplumada y sola en su boca
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PUEBLO LEJANO
Las montañas son despiadadas
la lluvia funde la nieve
volverá a helar.
En el café dos extranjeros
tocan el acordeón
y canta la habitación abarrotada de hombres.
Las melodías llenan
los sacos del corazón
los pesebres de los ojos.
Las letras llenan
los establos
que rugen entre los oídos.
La música suprime las papadas
relaja las articulaciones,
la única cura para el reumatismo.
La música limpia las uñas
suaviza las manos
restriega las callosidades.
Una habitación abarrotada de hombres,
venidos del ganado empapado,
del gasoil, de la pala eterna,
acaricia
el aire de una canción de amor
con manos dulces.
Las mías han abandonado los brazos
y están cruzando las montañas
en busca de tus pechos.
En el café dos extranjeros
tocan el acordeón
la lluvia funde la nieve.
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SEPARACIÓN
Nosotros con nuestro errático lenguaje
nosotros con nuestros acentos incorregibles
y otra palabra para leche
nosotros que llegamos en tren
y nos abrazamos en los andenes
nosotros y nuestros vagones
nosotros cuya voz en nuestra ausencia
está enmarcada en la pared de un dormitorio
nosotros que lo compartimos todo
y nada:
ese nada que dividimos en dos
y tragamos con un sorbo
de la única botella,
nosotros a quienes el cuco
enseñó a contar
¿Por qué moneda
han cambiado nuestro canto?
¿Qué sabemos de poesía
en nuestras camas solitarias?
Somos expertos en regalos
los envueltos
y los que se dejan subrepticiamente.
Antes de partir escondemos nuestros ojos nuestros pies
nuestras espaldas
lo que nos llevamos es para la rejilla de los equipajes.
Atrás dejamos nuestros ojos
en los marcos de las ventanas y en los espejos
nuestros pies atrás
en la alfombra junto a la cama
nuestras espaldas en la cal de las paredes
y en las puertas colgadas de los goznes.
La puerta cerrada detrás de nosotros
y el traqueteo de las ruedas del vagón.
También somos expertos en tomar.
Nos llevamos los aniversarios
la forma de una uña
el silencio de un niño dormido
el sabor de tu apio
y la palabra para leche.
¿Qué sabemos de poesía
en nuestras camas solitarias?
Vía única, empalmes y
Apeaderos
leen en alto para nosotros.
No existe poema con versos más largos
que las líneas que hemos cogido.
Como chalanes sabemos cómo
calcular la distancia en la boca
Y juzgar su dolor por los dientes.
Con mulas, a pie
en camiones y líneas aéreas
en nuestro corazón
lo llevamos todo,
cosechas, ataúdes, agua,
gasóleo, hidrógeno, carreteras,
las lilas florecidas y
la tierra apaleada en la fosa común.
Nosotros con nuestras malas noticias del extranjero
y otra palabra para leche
¿Qué sabemos de poesía
en nuestras camas solitarias?
Como las comadronas sabemos de
la preñez en las mujeres
y cómo dan a luz,
como eruditos sabemos
lo que hace temblar al lenguaje.
Nuestra carga.
La unión de lo que ha sido dividido
hace temblar al lenguaje.
A lo largo de milenios y de la calle del pueblo
por tundras y bosques
a través de adioses y puentes
hacia la ciudad de nuestro hijo
hemos de llevarlo todo.
Nosotros contenemos poesía
Como los trenes de mercancía del mundo
Transportan ganado.
Pronto los regarán
en las vías muertas.
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NACIMIENTO: 5/11/26
Más rojas cada día
las hojas de los perales.
Díganme qué sangra.
No es el verano
porque el verano se fue pronto.
No es el pueblo
porque aunque anda borracho por la ruta
no se cayó.
No es mi corazón
porque mi corazón ya no sangra
más que la flor de la árnica.
Nadie se murió este mes
ni tuvo la suerte de recibir
un permiso de trabajo del extranjero.
Vivimos a sopa
nos dejan dormir en los establos
no hay más ideas suicidas
de lo habitual en noviembre.
Díganme qué sangra
ustedes que ven en la oscuridad.
Las manos del mundo
amputadas por las ganancias
sangran
en las calles de los derramamientos.
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PARTIDAS
Se fueron las visitas más alegres
Los muebles verdes están tumbados,
la luz sin sombra tolera
la escarcha negra en las ventanas.
Donde amantes y hierba
gastaron su semilla
sobre las grietas del hierro
el hielo tiende ahora las camas.
Pero no te entregues a la pena.
El ojo de ratón del petirrojo,
el silencio insidioso
y estos versos prudentes
con sus rodeos
son testigos mudos
del incesante
arriendo del hombre.
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Y NUESTROS ROSTROS, MI VIDA, BREVES COMO FOTOS
(fragmento extraído del libro)
Mi corazón nació desnudo
y fue envuelto en canciones de cuna.
Más tarde sólo llevó
poemas por ropa.
A modo de camisa
cubrían mi espalda
los poemas que había leído.
Así viví durante medio siglo
hasta que nos encontramos y no hubo necesidad de palabras.
Por la camisa colgada en el respaldo de la silla
sé esta noche
cuántos años
de aprender de memoria
te he esperado.
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EL CUERO DEL AMOR
Curtidos como postes
por las partidas
y los fantasmas blancos
de los que se fueron,
envueltos en lonas,
hablamos de pasión.
Nuestra pasión es la sal
en la que se cuelgan los pellejos
para hacer de una bisagra de piel
el cuero del amor.
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SOBRE LA MESA
Sobre la mesa
hojas
y cabos de algodón desenrollado,
que coses entre sí
para formar un cuello,
mangas, los puños
de una chaqueta
que cualquiera
puede probarse
aunque pertenezca a un hombre.
Después
para este abrigo
tus dedos dan forma
a cada hojal
extrayéndolo del amor.
Podrán abrigarte
estos poemas.
Nunca había leído a este poeta. Qué belleza. El tratamiento que ofrece del migrante y de su paso e imposibilidad de no abandonar los recuerdos, de lo que está presente aún en las ausencias.
Muchachos, se olvidaron de mencionar al traductor
Gracias por compartir estos excelentes poemas del maestro John Berger.