Nada pasa. El protagonista de este cuento realiza sus labores y espera. Mira alrededor y apenas siente nada. Empieza la tarde, la luz es tenue. Todo parece una casa.
Rutina, un cuento de Fernando Pessoa
Porque tenía que resolver un asunto lejos, salí de la oficina a las cuatro y a las cinco había terminado mi tarea distante. No suelo estar en la calle a esa hora, y por eso estaba en una ciudad diferente. El tono lento de la luz en las fachadas habituales era de una dulzura inútil, y los transeúntes de siempre pasaban junto a mí en la ciudad de al lado.
¡Era todavía hora de que estuviese abierta la oficina! Me recogí en ella ante el asombro general de los empleados, de quienes ya me había despedido:
—De vuelta, ¿eh?
—Sí, de vuelta.
Estaba allí libre de sentir, solo con los que me acompañaban sin que, espiritualmente, estuviesen allí para mí… Era en cierto modo el hogar, es decir, el lugar en el que no se siente.
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