Llevaba más de tres meses sin retratar a nadie para mi blog, y ha sido todo un placer volver a este espacio con Elsa, una mujer valiente, trabajadora y muy divertida.
Charlamos sobre algunos géneros literarios y autores, de amigos en común, de cómo ha afectado esta crisis a su trabajo y de la “vuelta a la normalidad” para ella.
Elsa es una de esas personas que irradia energía y motivación por su trabajo. Acaba de publicar novela y aquí nos cuenta algo sobre ella.
Para saber más sobre Elsa:
Elsa Veiga (Santiago de Compostela, 1972) es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad Autónoma de Madrid. Tras terminar la carrera, formó parte del equipo de catalogación de manuscritos del poeta Jorge Guillén en la Biblioteca Nacional de Madrid. Redactora publicitaria y responsable de comunicación en distintas editoriales, en los últimos años decidió centrarse en la edición y corrección de textos, así como en la narración de audiolibros. Ha dado voz a textos de autoras como Jeanette Winterson, Dulce Chacón o Rosa Montero.
Con el relato «El verano de Tom Sawyer», fue finalista en el XXVII Premio Ana María Matute de Narrativa de Mujeres, de Ediciones Torremozas. En 2016 publica el poemario Manejemos la pena (Ediciones Torremozas), un recorrido vital y emocional cuyo hilo conductor es la anorexia y el reconocimiento del cuerpo a través de los recuerdos y la reconstrucción del pasado. Recientemente ha publicado su primera novela, Me desperté con dos inviernos a los lados (Tres Hermanas Ediciones, 2020). Sus poemas y sus relatos han aparecido en revistas literarias y otras publicaciones.
Sobre su novela, Me desperté con dos inviernos a los lados:
La novela es una historia familiar de tres generaciones de mujeres que sufren maltrato a manos de los hombres, casi como una maldición ancestral. A través de un objeto heredado de madres a hijas, las protagonistas, de la misma familia, intentarán protegerse de ese mal que las acecha en espacios opresivos, similares a los de las pesadillas. Me interesaba contar que esa violencia se produce desde el origen de la humanidad, y por eso situé la novela en tres periodos de nuestra historia (la época actual, los años setenta y la Guerra Civil española, a partir de cuyo fin las mujeres en España perdieron los derechos que con tanto esfuerzo habían logrado alcanzar). Es una novela con la que he pretendido hermanar a las mujeres y mostrar que siempre ha habido un apoyo entre nosotras, un acuerdo no premeditado, mucho antes del auge del feminismo y de que el término «sororidad» definiera esta hermandad en aspectos de género. Cara, el personaje principal de la novela, es la que, con el recuerdo y a pesar de la violencia sufrida a manos de su padre, nos va guiando a través de la historia y demuestra que, aun después de haber vivido una experiencia traumática que nos ha cambiado para siempre, se puede volver a desear estar en el mundo, aunque ya no seamos nunca los que fuimos.
Nos recomienda este libro a los lectores de Zenda:
Os recomiendo el libro Ninguno de nosotros volverá, de Charlotte Delbo, el primer volumen de la trilogía Auschwitz y después, que sin duda habría que incluir en la llamada «literatura concentracionaria», pero brilla especialmente entre todos los pertenecientes al género, porque lo que cuenta va más allá de la narración de lo vivido por un superviviente al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, adonde fue deportada la autora en 1943 por pertenecer a la Resistencia francesa. Estructurada en estampas, pequeños relatos del día a día, las descripciones de Charlotte Delbo recrean situaciones y escenas narradas de un modo casi lírico donde da especial relevancia al género, a la voz de las mujeres que estuvieron en el campo de exterminio nazi. Los capítulos en prosa alternan con poemas, que se convierten también en un modo de expresar el horror, con mayor contundencia si cabe. A los libros testimoniales no les exigimos, quizá, riqueza lingüística o que sean especialmente literarios, pero este posee ambas cosas y aporta una nueva visión de los terribles hechos que sucedieron en uno de los periodos más oscuros de nuestra historia. Hay belleza, aunque parezca imposible en una obra de estas características, y la ausencia de sentimentalismos innecesarios la hace aún más poderosa.
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