Como fragmentos de un largo monólogo, los poemas nos indican, con la acotación justa, el devenir dramático de la protagonista, una Medea anciana que dialoga consigo misma sobre el dolor y la culpa de haber matado lo que más quiere. La voz sostenida de Medea ahonda en los prejuicios heredados, los conceptos asimilados, como motivos de su desgarro. Y dialogando con esos ecos, los versos llegan al fondo primigenio y ancestral de todas las acciones humanas. Y con ello el libro se propone, no ya como una meditación sobre la culpabilidad femenina, sino como un doloroso proceso de curación.
Zenda adelanta 3 poemas de Medea, el último poemario de Chantal Maillard, editado por Tusquets.
***
fragmento 1
Je suis un revenant.
He vuelto de la muerte.
De la nada enorme
el inmenso
vacío bajo el manto.
Je suis un revenant.
He vuelto transparente
fantasmal la palabra como un hilo
de saliva temblando entre los labios.
In-vertido el curso del habla.
¡Cuida bien tus deseos, tú
que vienes a oírme,
no sea que se cumplan!
Quise volver entre los vivos
abandonar el don
de los abismos. Quise
cerrar los ojos que mantienen
despierta en las tinieblas y volver
a abrir los que distinguen
las cosas por su luz.
Lo deseé. Lo quise. Ahora
añoro el reino de las sombras.
Sofoco. Golpeo
el hielo endurecido
tratando de abrir un agujero
un túnel que conduzca
de vuelta a lo perdido. Me destrozo
las uñas. Resbalo.
He olvidado cómo hacer.
Contempla tus errores
tú que ahora penetras en mi celda,
que yo consideré los míos
hace ya mucho tiempo.
***
fragmento 2
Huir.
Sin pertenencias salvo
el cuerpo que se hereda: la
indispensable prótesis.
Huir.
De otros.
O de la propia sombra cuando adopta
la forma de los otros.
De Corinto a Atenas de
Italia a Tesalia de Fenicia
a Persia y de vuelta a Cólquide
embarcar de nuevo
rumbo a quién sabe dónde
cruzando el Adriático encallar
en las costas de Libia
de Córcega de Ampurias
o del Mar de Alborán.
¡Qué intensa era la luz allí
qué profunda y clara el agua!
En otro tiempo. Otra historia.
¿O es la misma?
¿No son todas acaso la misma historia?
Del Bósforo al Mar de Alborán cuánto dista:
¿unos pocos centímetros en un mapa
unos siglos de errancia
una breve mención en un cuaderno de viaje?
Bien sé que todo lo vivido fue
una estrategia dilatada.
Fui en busca de otros horizontes.
Hice danzar el ego
como un oso drogado con opiáceos
consciente del zarpazo con que
un día
al despertar de su letargo
me mostraría la nada y
en ella
la pena-placenta que la nutre.
Todo círculo es vicioso:
en cualquier punto en el que inicies
el trayecto
te encuentras al final del mismo.
En cualquier punto estás en el inicio.
***
fragmento 3
Y sin embargo un punto
no es un simple punto es una
encrucijada
donde otros círculos convergen y
confundiendo su elipse emprenden otro
rumbo.
La personal historia que narramos
y que nos enorgullece o avergüenza
es simple resonancia de un combate
que no tiene adversario
ni otra finalidad que alimentar
el círculo del hambre.
El yo inventa sus fantasmas
y los dioses aplauden
al necio que se crece en sus imágenes
y ruega por su vida:
la rueda se refuerza con las súplicas.
Nada es permanente.
Los pueblos se desgastan al igual
que los cuerpos celestes.
En este universo
no hay ley que no se aplique
de idéntica manera
arriba como abajo.
Nuestros átomos — astros — corpúsculos —
coinciden un instante —una vida—
y en su afán por ser otro
al punto se disgregan.
Historia
mundo
yo
:
estruendo de gorriones
compartiendo cobijo al final de la tarde
voces en fuga filamentos
de estrellas moribundas
gotas de agua que al caer
sobre el yunque del tiempo
se evaporan.
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Autora: Chantal Maillard. Título: Medea. Editorial: Tusquets. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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