En Relámpagos Eduardo Martínez Rico nos habla de la carga del pasado, del presente y sus circustancias y del futuro incierto. A continuación reproducimos el prólogo a la obra firmado por el hispanista búlgaro Peter Mollov.
La novela Relámpagos no llevará al lector de la mano por una trepidante acción, no le contará aventuras, no le embrollará en misterios ni intrigas, ni le tendrá en vilo con una historia repleta de giros inesperados. Este libro es una larga reflexión sobre la vida, sobre lo que nos ocurre sacudiendo nuestro ser y agrietando los cimientos de nuestra existencia. Los relámpagos a los que alude el título son estos fogonazos que se producen en la mente en crisis o que produce la vida en nuestra mente inevitablemente, porque la vida es crisis, esta es una de sus características intrínsecas. Este libro es un recorrido en el espacio y en el tiempo, pero no en su dimensión externa, sino interna, el espacio y el tiempo que llevamos dentro y en los que nuestro pobre cerebro se esfuerza por orientarse, por ubicarse, tratando de comprender lo que nos ocurre y por qué nos ocurre, de encontrar el norte perdido, una búsqueda ardua, pues a veces llegamos a dudar de que exista un norte, de que la brújula de la vida tenga puntos de orientación, de que haya algo más que un caos de sucesos, casualidades y sentimientos. La confusión en que se sume el protagonista de la novela tiene un punto de arranque: la muerte de su mujer y el inicio de la madurez. La desgracia externa –la muerte de un ser querido, de un ser que era un oasis en el caos de la vida– y la interna, la llegada de la madurez que el autor describe con una acertada metáfora: es lo alto de la montaña, el punto a partir del cual solo cabe el descenso. Y lo curioso del caso del protagonista es que se trata de un profesor de filosofía, un hombre cuya vocación profesional es analizar ideas, un filósofo que se siente perdido en el laberinto de sus propios pensamientos.
Laberinto es quizá una palabra adecuada para describir metafóricamente el flujo de pensamientos, sentimientos, sensaciones, vacilaciones del personaje, que le dejan ofuscado, incapaz de orientarse, de encontrar el camino hacia el futuro. Un estado de la psiquis que tal vez la mayoría (¿todos?) hemos experimentado en algún momento de la vida o lo estamos experimentando ahora o, en el peor de los casos, siempre.
Se puede decir que la novela plantea uno de los problemas existenciales capitales, quizá el mayor: la búsqueda de sentido. El ser humano es racional por naturaleza y su destino, para bien o para mal, es buscar el sentido, la lógica, el plan subyacente al misterio que llamamos vida. Buscamos el sentido de lo que nos pasa o no nos pasa, de nuestros deseos, de nuestros instintos, de nuestras emociones, buscamos el sentido de vivir, de querer vivir, de seguir viviendo, de seguir remando, aunque nuestro pobre barco haya perdido mástiles y velas y esté flotando a la deriva sin saber por qué ni adónde.
La novela Relámpagos ofrece más preguntas que respuestas. En este sentido, el lector no debería esperar recetas de cómo uno puede encontrar soluciones, de cómo puede superar las inquietudes que le abruman. Lo que hallaremos en este libro es una sección de la mente humana que saca a la luz su carácter complejo, inasible, escurridizo. Pero no es un libro pesimista: sentirse perdido en el oscuro laberinto de la vida es normal, es parte de la existencia, pero siempre queda la esperanza de encontrar el camino, nuestro camino hacia la claridad.
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Autor: Eduardo Martínez Rico. Título: Relámpagos. Editorial: Dalya. Venta: Todostuslibros y Amazon
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