El experto en fiscalidad internacional Adrián Grant asegura que las oportunidades que hallan las grandes corporaciones para eludir el pago de impuestos son «consecuencia de una descoordinación de políticas fiscales entre países», y también de que trabajan para ellas «algunas de las mentes más brillantes del mundo».
Adrián Grant, que tras estudiar Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Autónoma de Madrid y especializarse en fiscalidad internacional ha trabajado para asesorías de empresas en Luxemburgo, radiografía los círculos en los que se mueven abogados, fiscalistas, analistas o gestores de grandes multinacionales en su primera novela, Nada ilegal, nada inmoral (Caballo de Troya), donde algunos de los personajes se cuestionan la ética de su trabajo.
La novela parte de una filtración a la prensa, por un empleado anónimo de una asesoría con sede en Luxemburgo, de una serie de documentos confidenciales que prueban el trato fiscal favorable que procura a sus clientes, con prácticas financieras y estructuras empresariales que bordean la legalidad. Afectados por el escándalo a causa de las actividades de su empresa, que ordena una investigación interna, los empleados de la asesoría, entre ellos un grupo de españoles emigrados, intentarán que las noticias no cambien sus rutinas, mientras internamente se debaten entre el relato que dan los medios de comunicación y las explicaciones ofrecidas por sus jefes.
En una entrevista con Efe, Grant explica que aunque ahora tiene más experiencia en el ámbito académico, el hecho de empezar su carrera en ese mundo más corporativo le causó «una fuerte impresión». «Vi un ambiente multidisciplinar, altamente especializado, terriblemente profesional y competitivo, lleno de gente verdaderamente inteligente, quizás algunas de las mentes más brillantes que he visto en mi vida, dedicada en cuerpo y alma a la planificación fiscal», relata el autor.
Adrián Grant desvela que el libro surgió de las reflexiones que se hizo al examinar escándalos financieros como la lista Falciani, los Panama Papers o el caso Lux Leaks: «Escribí Nada ilegal, nada inmoral como una especie de necesidad de poner en claro la realidad que vi entre 2014 y 2016″. Respecto de Hervé Falciani, el empleado del banco HSBC en Ginebra que filtró una lista de 130.000 posibles evasores fiscales y que es perseguido por la justicia suiza, Grant opina que los personajes que como él «echan su carrera por la borda y se juegan la cárcel por denunciar algo que consideran equivocado» le merecen «muchísimo respeto». «Supongo que el razonamiento que les lleva a esa situación es parecido en algunos casos, aunque en el caso de Nada ilegal, nada inmoral no me interesaban tanto los motivos del filtrador como las reflexiones de las personas que se ven afectadas por la filtración», apunta el escritor.
A la pregunta de por qué hay tantos resquicios por los que las grandes compañías evitan pagar tributos, mientras las clases medias no tienen estas mismas ventajas, responde que se trata «de un problema internacional, en el que no hay coordinación suficiente entre distintos países, que tienen intereses diversos que impiden esta coordinación». «Esto no afecta a las clases medias, que suelen tributar únicamente en un país y no tienen a su alcance las distintas opciones de las que dispone una multinacional», aclara Grant.
Adrian Grant considera que para solventar esta descoordinación de políticas fiscales es necesaria una acción global coordinada que es muy difícil de lograr, «como ha puesto de manifiesto el Proyecto BEPS de la OCDE, que trata de combatir estas prácticas de elusión fiscal a nivel internacional, y que a pesar de su ambición sólo ha logrado una coordinación limitada». Otro ejemplo es el proyecto CCCTB de la UE, para lograr una base imponible común consolidada europea, «que ha estado en el limbo durante años, porque es imposible poner a todos los Estados miembros de acuerdo».
El novelista matiza que la mayoría de la gente que trabaja en asesoría fiscal no se dedica a vender estructuras fiscales «agresivas», sino que ayudan a sus clientes explicándoles las, a menudo, complicadísimas normas tributarias. Entre los que sí acaban en asesorías en las que se pueden llevar a cabo estas prácticas «hay un poco de todo: gente que no sabe dónde se mete, gente que lo sabe pero no le importa, gente que necesita el dinero… No es fácil radiografiar un tipo genérico de persona aquí, aunque los que tienen una carrera larga en esta disciplina suelen caracterizarse por una cierta ambición y una cierta inteligencia».
En este sentido, preguntado sobre si es cierta la afirmación de uno de los personajes de la novela cuando se vanagloria de tener entre los asesores a «las mentes más brillantes del mundo trabajando para nosotros sin descanso», el autor responde: «Probablemente». «Es cierto que la frase tiene un poco de chulería por parte del personaje —puntualiza— porque no hay que olvidar que hay mentes muy brillantes en la academia y en el sector público intentando resolver los desajustes que dan pie a la llamada ingeniería fiscal, pero tiendo a creer que hoy por hoy la balanza está inclinada a favor de las multinacionales».
Adrián Grant aún no sabe si esta historia y sus personajes tendrán continuidad en una próxima novela, pero avanza que le gustaría «explorar otros ambientes, épocas y técnicas en el futuro».
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