La de Garrison Keillor fue, durante las últimas décadas del siglo XX, una de las plumas privilegiadas de la revista New Yorker. Además, como narrador, engendró un vasto mundo ficticio alrededor de la inexistente localidad de Lake Obegon, teóricamente ubicada en Minnesota, estado del que es natural el autor. Además, ha trabajado como humorista y en Estados Unidos es sumamente popular por su rol como personalidad radiofónica. Su poesía —poco prolífica, aunque reseñable—, en medio de esta versátil producción, ha quedado en cierta medida soterrada. Hoy traducimos su poema Cena.
Cena, de Garrison Keillor
Preparaste panecillos crujientes rellenos de queso brie
y ajo picado, todo rociado con aceite de oliva,
los horneaste hasta que el queso estuvo espumoso
y nos los comimos cariñosamente, con nuestras piernas
enroscadas debajo de la mesa. También salmón
al eneldo con limón y cuscús integral
horneado con ajo y jengibre fresco, y un montoncito
de judías verdes y zanahorias asadas con miel y tofu.
Era hermoso: las velas, el lino y la plata,
el sol filtrándose por nuestra casa orientada hacia el norte;
mi mano posada sobre tu pierna. Tú, amor mío,
con tus vaqueros y tu camiseta verde, tus bonitos pies descalzos.
Qué sencilla es la vida. Compramos pescado. Nos alimentamos.
Nos sentamos cerca el uno del otro, charlamos y nos vamos a la cama.
Traducción de Adrián Viéitez.
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